La buena gente
por Vive mejor
Al cumplir 50 años como profesional de Radio Barcelona (SER) me otorgaron el título de “Histórico de la Radio”. Desde siempre, en el programa, nos hemos dirigido a “la buena gente” con la frase: «A todos los buenos amigos y a la buena gente, que nos escucha».
Mireia Grossman, osteópata y fisioterapeuta de Barcelona, que fue de voluntaria a la Casa del Moribundo de Madre Teresa de Calcuta, me decía durante una entrevista para Radio Barcelona:
-«Las enfermas moribundas allí acogidas, al llamarnos, lo hacían con la palabra: «anti», que en bengalí significa: «buena persona».
»Todos los voluntarios éramos «anti», «buenas personas». Nos llamaban así para pedir agua para una vecina con fiebre alta, o para alguien que se había ensuciado, o para hacer compañía a una moribunda...
»Kalighat es un centro de acompañamiento para la muerte, aunque defienda con todos sus actos la vida misma con toda su dignidad. Allí se reivindica -en cada instante- el derecho a ser tratado como un ser humano, con todas sus necesidades hasta el último suspiro. Kalighat es una lección de calidad de vida.
»En Kalighat fui muy feliz. Me sentí útil. Me sentí amada. Viví la paz conmigo misma. Aprendí que es posible superar aquello que parece imposible. Que hemos de valorar lo que tenemos, por encima de lo que no tenemos».
Cerca del pico Ocejón, en Valverde de los Arroyos, a 1.250m de altitud, en una noche de ventisca y nieve, tres jóvenes muertos de frío llamaron a la puerta de la señora Higinia. Le pidieron que les dejara entrar, para calentarse y beber algo caliente. Ella fue a consultar con su marido si los jóvenes podían pasar, él le dijo: «Solo si son buena gente».
Ella regresó y les preguntó:
-¿Son ustedes buena gente?
-¡Sí, somos buena gente!
Y como la respuesta fue trasparente… les dejó entrar.
«Cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis» (Mt 25,40).
Mireia Grossman, osteópata y fisioterapeuta de Barcelona, que fue de voluntaria a la Casa del Moribundo de Madre Teresa de Calcuta, me decía durante una entrevista para Radio Barcelona:
-«Las enfermas moribundas allí acogidas, al llamarnos, lo hacían con la palabra: «anti», que en bengalí significa: «buena persona».
»Todos los voluntarios éramos «anti», «buenas personas». Nos llamaban así para pedir agua para una vecina con fiebre alta, o para alguien que se había ensuciado, o para hacer compañía a una moribunda...
»Kalighat es un centro de acompañamiento para la muerte, aunque defienda con todos sus actos la vida misma con toda su dignidad. Allí se reivindica -en cada instante- el derecho a ser tratado como un ser humano, con todas sus necesidades hasta el último suspiro. Kalighat es una lección de calidad de vida.
»En Kalighat fui muy feliz. Me sentí útil. Me sentí amada. Viví la paz conmigo misma. Aprendí que es posible superar aquello que parece imposible. Que hemos de valorar lo que tenemos, por encima de lo que no tenemos».
Cerca del pico Ocejón, en Valverde de los Arroyos, a 1.250m de altitud, en una noche de ventisca y nieve, tres jóvenes muertos de frío llamaron a la puerta de la señora Higinia. Le pidieron que les dejara entrar, para calentarse y beber algo caliente. Ella fue a consultar con su marido si los jóvenes podían pasar, él le dijo: «Solo si son buena gente».
Ella regresó y les preguntó:
-¿Son ustedes buena gente?
-¡Sí, somos buena gente!
Y como la respuesta fue trasparente… les dejó entrar.
«Cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis» (Mt 25,40).
Comentarios