Nadie reza solo (I)
La teología de la oración nos muestra el aspecto, más que comunitario, eclesial de toda oración. Lo comunitario sería la oración junto con otros, la misma oración, marcada por la liturgia; lo eclesial puede ser comunitario pero también puede ser personal, privado.
Nadie reza solo.
Cuando un cristiano reza, toda la Iglesia está rezando en sus labios y en su corazón. No somos partes aisladas, sino un todo, un Cuerpo en el que todo se comunica porque es uno. En cada uno, delante de Dios, está "sintetizada", "compendiada", la Iglesia entera, la del cielo y la de la tierra.
No, nadie reza solo.
La oración más secreta, más solitaria, es siempre oración eclesial, rodeada de la Iglesia entera.
Una visita sosegada al Señor en el Sagrario, no es un acto privado o intimista, sino una oración eclesial, de toda la Iglesia, por una sola persona arrodillada.
Las Laudes, por la mañana temprano, antes de empezar la jornada e incluso antes de que salga el sol, rezando a solas en la habitación o en la capilla, es oración de toda la Iglesia aun cuando la reza una persona sola.
El cuarto de hora o la media hora de oración personal, es oración de toda la Iglesia que crece cuando un alma está creciendo en la oración.
El rezo del Rosario, caminando, paseando, musitando las Avemarías y pensando en los misterios ya ofrecidos, es oración no privada, subjetiva, sino igualmente eclesial.
Así como Cristo murió en la cruz, "uno por todos", y existe una solidaridad sobrenatural donde Cristo está unido a todos sus hermanos, a la humanidad entera, así el orante ante Dios es una reproducción de ese "uno por todos". Nadie reza solo: estamos en el "uno por todos". Y eso se llama "comunión de los santos".
Nadie reza solo; todos estamos unidos: lo que es de uno, es de todos.
"La oración personal del cristiano, ¿vale menos que la oración comunitaria de la Iglesia? En realidad, toda oración sólo es cristiana cuando se dirige a Dios por Cristo, y es así como se realiza en la comunión de la Iglesia: el creyente jamás está solo delante de Dios.
La oración existe en toda religión: en este sentido, no se puede valorar como "específicamente cristiana". Y, como expresión profunda de la humanidad del hombre, es con razón objeto de la reflexión filosófica. Lo mismo ocurre con la distinción entre oración comunitaria y oración personal, la cual desborda las fronteras del cristianismo. Todas las religiones conocen la oración comunitaria, por lo que conceden al culto, a la liturgia, una función decisiva. La oración -debe reducirse al hecho de estar allí asombrándose, o muda en el silencio del sufrimiento, por ejemplo en el budismo- remite a una situación humana originaria.
Desde el punto de vista cristiano, no se puede decir algo fundamental sobre la relación de la oración individual con la oración comunitaria más que comprendiéndola en relación con la luz de la especificidad cristiana. En efecto sólo estando enraizada en la oración de Cristo "iniciador de la salvación" (Hb 2,10), la oración del creyente puede merecer el nombre de "oración cristiana". Mito y cosmos, en los que se enraiza toda oración, se encuentran retomados, integrados, en el concretissimum del acontecimiento de la salvación.
Lo que desde siempre se vivió en el corazón del hombre sin tener un rostro concreto, en la oración en búsqueda de su identidad precisa, encuentra su expresión en las palabras del Padrenuestro. La oración dominical es la forma pura y original de la oración cristiana. Así debe ella ofrecer el marco en el interior del cual plantear la cuestión de la relación de las "dos oraciones", oración personal y oración eclesial".
(AMBAUM, J, Dimension communautaire et personnelle, en: Communio, ed. francesa, X,4, juillet-août 1985, pp. 39-40).
Una adecuada reflexión nos librará de los dos peligros, siempre latentes: vivir la oración personal como un refugio, al margen de mi vida eclesial y de la Iglesia entera, y el peligro de disolver lo personal sólo en la oración comunitaria (eucarística, litúrgica), sin encuentro sincero con el Señor cara a cara, en franca conversación, escucha y respuesta.
El Padrenuestro es una buena prueba de ello: lo reza cada uno, siempre, en privado incluso, pero lo reza en plural: "nuestro", "danos", "nuestro pan", "nuestras ofensas", "no nos dejes", "líbranos"...
Lo comunitario requiere lo personal, lo personal necesita lo comunitario. Es el mismo misterio de la Iglesia vivido en dos momentos distintos: es eclesial la oración comunitaria pero también es eclesial la oración privada.
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