Lunes, 23 de diciembre de 2024

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El verdadero amor matrimonial.Una bonita historia

El verdadero amor matrimonial. Una bonita historia

por Juan García Inza


Un  famoso maestro se encontró  frente a un grupo  de jóvenes que estaban  en contra del matrimonio.

 
Los muchachos argumentaban  que el romanticismo  constituye el verdadero  sustento de las parejas  y que es preferible  acabar con la relación  cuando este se apaga,  en lugar de entrar  a la hueca 
monotonía del matrimonio. 

El  maestro les dijo que  respetaba su opinión,  pero les relató lo  siguiente: 

 
"Mis padres vivieron 55 años casados. Una mañana mi mamá bajaba las escaleras para prepararle a papá el desayuno y sufrió un infarto. Cayó. 

Mi  padre la alcanzó, la  levantó como pudo y  casi a rastras la  subió a la camioneta.

A  toda velocidad, rebasando,  sin respetar los altos,  condujo hasta el hospital.  Cuando llegó, por desgracia,  ya había fallecido. 

Durante  el sepelio, mi padre  no habló, su mirada  estaba perdida. 

Casi  no lloró. Esa noche  sus hijos nos reunimos  con él.

En  un ambiente de dolor  y nostalgia recordamos  hermosas  
anécdotas. 

El  pidió a mi hermano  teólogo que le dijera  donde estaría mamá  en ese momento.  

Mi  hermano comenzó a hablar  de la vida después  de la muerte, conjeturó  cómo y donde estaría  ella.

Mi  padre escuchaba con  gran atención. 
De pronto pidió: "llévenme al cementerio".
Papá -respondimos-, ¡son  las 11 de la noche,  no podemos ir al  cementerio ahora! Alzó  la voz y con una  mirada vidriosa dijo:
"No discutan conmigo  por favor, no discutan  con el hombre que  acaba de perder a  la que fue su esposa  por 55 años".
 

Se produjo  un momento de respetuoso silencio. 
No discutimos más. 
 
Fuimos al cementerio, pedimos permiso al velador, con una linterna llegamos a la lápida.

 
Mi padre la acarició, lloró y nos  dijo a sus hijos que veíamos la  escena conmovidos: "Fueron 55 buenos años…Saben? 
 
Nadie puede hablar del amor verdadero si no tiene idea de lo que es compartir la vida con una mujer así".

Hizo  una pausa y se  limpió la cara. 

"Ella  y yo estuvimos juntos  en aquella crisis, cambio  de empleo",continuó...  hicimos el equipaje  cuando vendimos la casa  y nos mudamos de  ciudad, compartimos la  alegría de ver a  nuestros  
hijos terminar sus carreras, lloramos uno al lado del otro la partida de seres queridos, rezamos juntos en la sala de espera de algunos  
hospitales, nos apoyamos en el dolor, nos abrazamos en cada Navidad, y perdonamos 
nuestros errores... 

Hijos, ahora se ha  ido y estoy contento,  ¿saben por que?, porque  se fue antes que  yo, no tuvo que  vivir  
la agonía y el dolor de enterrarme, de quedarse sola después de mi partida Seré yo quien pase por eso, y le doy gracias a Dios.  

La  amo tanto que no  me hubiera gustado que  sufriera..."Cuando mi  padre terminó de hablar,  mis hermanos y yo  teníamos el rostro  empapado de  
lágrimas.  

Lo  abrazamos y él nos  consoló: "Todo está  bien hijos, podemos  irnos a casa; ha  sido un buen día". 

Esa  noche entendí lo que  es el verdadero amor. 
Dista mucho del romanticismo, no tiene que ver demasiado con el erotismo, mas bien se vincula al trabajo y al cuidado que se profesan dos personas realmente comprometidas.

Cuando el maestro  terminó de hablar, los jóvenes  
universitarios no pudieron debatirle, ese tipo de amor era algo que no conocían. 
 
Reflexión: 
 
Para saber el valor de un semestre: Pregúntale a un estudiante que reprobó el examen final. 
 
Para saber el valor de un mes: Pregúntale a una madre que ha dado a luz prematuramente. 
 

Para  saber el valor de  una semana: Pregúntale  a un editor de  la revista semanal. 

Para  saber el valor de  una hora: 
Pregúntale a los amantes que esperan para verse.
Para saber el valor  de un minuto: 
Pregúntale a la persona que perdió el tren, el autobús o el avión.

Para  saber el valor de  un segundo: 
Pregúntale a quien haya sobrevivido de un accidente.  

Para saber  el valor de una milésima de segundo:  Pregúntale al atleta que ganó una medalla  de plata en las Olimpiadas. 
 
El tiempo no espera a nadie. Atesora cada momento que tienes. 

Lo atesorarás  mucho más si lo compartes con alguien  especial. 
 
El origen de esta carta es incierto, pero da alegría y suerte a quien la pase a aquellos que aprecia. 
 

 
 
 

 


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