Jueves, 21 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

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6 puntos para una clase o taller de religión interesante

6 puntos para una clase o taller de religión interesante

por Duc in altum!

Presentar la fe en la escuela siempre es un reto a gran escala; sin embargo, justo por tratarse de un campo complejo que bien podríamos llamar de frontera, vale la pena tomar en cuenta al menos seis puntos o criterios:

1. No hacerse menos frente a las otras materias o asignaturas:
 
Hace unos años, la Conferencia Episcopal Española, lanzó un video para animar a los estudiantes a que se inscribieran a las clases de religión. El argumento giró en torno al hecho de que prácticamente todas las materias tienen que ver con el cristianismo. Por ejemplo, el gusto o interés por la arquitectura y su relación con el diseño de las catedrales. A veces, podemos caer en la tentación de bajar la exigencia frente a otras materias ligadas al campo de las ciencias exactas; sin embargo, hacerlo provoca un efecto negativo en los estudiantes, pues fácilmente se dan cuenta de si hay o no fundamentos como para interesarse en lo que les  vamos a plantear. En otras palabras, la hora de religión es tan seria y formal como la de geografía.
 
2. Desmantelar los prejuicios más sonados:
 
Damos por hecho que un maestro siempre debe construir conceptos; sin embargo, ¿nos hemos puesto a pensar que, a veces, hay que hacer justo lo contrario con el objetivo de permitir que razonen por ellos mismos? Religión para muchos es “relleno, imposición ideológica, negocio, la causa de las guerras, algo negativo que vieron en una serie”, etc. Un alto porcentaje llega creyendo que el Vaticano podría venderse y con ese dinero acabar con el hambre. ¿Qué hacer? Explicárselos desde el punto de vista contable, así como aclararles que por los Pactos de Letrán no se puede celebrar una compraventa. Al ponerles una gráfica en la que vean que la pobreza es un problema que no se resuelve simplemente por vender y repartir el dinero, la cosa cambia y, entonces, empiezan a darse cuenta que sobre la fe hay muchos conceptos sin sustento. Se trata de proporcionarles datos que los hagan despertar y pensar. 
 
3. Hablar de Dios desde la ciencia:
 
Cuando describimos a Dios –como aproximación, pues es imposible agotar todo lo que significa- hablamos de ciertos rasgos que lo distinguen. Para una mayor comprensión,  debemos de buscar dichas características en la naturaleza. Si decimos que es infinito, hagámosles ver que esto existe en las matemáticas (números infinitos), de modo que no se trata de una noción abstracta. Si lo tenemos en los cálculos, ¿por qué no habría de darse en el ámbito espiritual? Cuando, por citar otro caso, afirmamos que él nos pensó y/o diseñó, porque no somos producto del azar, hablémosles del ciclo del agua, a fin de que descubran que solo un ser inteligente pudo estar detrás de un proceso tan sofisticado. ¿Qué logramos con eso? Demostrar que la suerte no crea un sistema. Decía el P. Jorge Loring S.J., que si el azar fuera la causa de nuestra existencia, podríamos arrojar cientos de ramas y saldría una pequeña casa de madera. Que hagan el experimento con una maqueta y verán que solo midiendo, pegando, en fin, calculando, se podrá hacer.  

Sobre dicho punto, las vías de Santo Tomás de Aquino son un recurso tan interesante como eficiente.
 
4. Datos curiosos:
 
La Iglesia tiene dos mil años de historia y, por lo tanto, está llena de datos curiosos. Existen varios videos al respecto que se pueden proyectar como punto de partida para generar interés y atención de un modo saludable. Las vidas de los santos tienen anécdotas muy humanas que hacen accesible la fe. Cierto, los datos nunca serán un fin, pero sirven de medio y ya es ganancia; sobre todo, frente a la indiferencia de nuestras sociedades secularizadas.  
 
5. La propia experiencia de fe:
 
No se trata de ponernos como ejemplo, sino de compartir cómo ha sido nuestra experiencia de Dios o aquellas veces en las que sabemos que existe pero no lo sentimos. Los estudiantes captan rápido cuando hay fe de por medio. Aunque hay aspectos teóricos que no se deben pasar por alto, hablar desde la propia vida, les da pistas para que se animen a tener algún momento voluntario de oración (de la que nace el compromiso de tipo social, de ciudadanía).
 
6. Ofrecer acompañamiento:
 
Hay que saber escuchar y acompañar los procesos de los estudiantes. Hacerlo, desde una sólida formación profesional, pues es un rubro delicado en el que no pueden caber improvisaciones. Ahora bien, es decisión de ellos aprovechar la oportunidad o dejarla pasar. Insistirles más de la cuenta, echa a perderlo todo. Formamos conciencias, pero en libertad.
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