Reflexionando sobre el Evangelio San Marcos 6,1-6a
Lo cotidiano no ayuda a la Fe
En el Evangelio de hoy tenemos la oportunidad de reflexionar sobre varias cuestiones: En el ser humano, la Fe (confianza) se mueve más fácilmente cuando aceptamos lo extraordinario. Lo ordinario, cotidiano, inmanente, no nos ayuda a ver la presencia de Dios entre nosotros.
Su patria era Nazaret, en donde había nacido. Pero ¡cuánta no sería la ceguedad de los nazarenos, que menosprecian, por sólo la noticia de su nacimiento, al que debían reconocer por Cristo en sus palabras y hechos! "Llegado el sábado -continúa- comenzó a enseñar", etc. En su doctrina se encierra su sabiduría, y su poder en las curas y milagros que hacía. "¿No es Éste aquel artesano hijo de María? (Beda el Venerable, in Marcum, 2,23)
Así es la condición humana. Rara vez somos capaces de ir más allá de las apariencias del momento de nuestra vida cotidiana. Sus afanes, horarios, trabajos, compromisos y sobre todo, nos cuesta dejar a un lado el bucle vital que refuerza lo que somos, o lo que queremos aparentar que somos. Recordemos al Joven Rico, que cumplía con los preceptos como el mejor, pero era incapaz de dejar lo cotidiano para sumergirse en los extraordinario. Esto nos pasa a todos. A todos nos duele dejar la seguridad de la vida que hemos ido construyendo.
Incluso las celebraciones litúrgicas se han ido convirtiendo en un leve “cumplimiento” semanal. Algo bien determinado. Un tiempo donde priman los aspectos socio-culturales y que rara vez nos ayuda a ir más allá de lo que somos y vivimos cotidianamente. Conocí un sacerdote que decía que ir a misa por cumplimiento era “cumplo y miento”. El enemigo sabe reducir la fe a “cumplimiento” aparente y semanal. Sabe que al hacerlo, desincentiva que haya más personas en las misas y que nuestros hijos se cansen de esta actuación hipócrita y dejen de ir a misa. Algunos reclaman la primacía del mal menos, diciendo que “al menos se va a misa”. Cierto, “al menos de va a misa”, pero no es algo de lo que debemos de sentirnos orgullosos.
Cristo mismo, Hijo de Dios vivo, encontró que su propia gente era incapaz de verle más allá del hijo de María, carpintero y uno más de ellos. Tanta cercanía y costumbre, que fueron capaces de ver en Él al Logos de Dios. Quizás eso debería hacernos reflexionar. ¿Hasta qué punto nuestro entorno socio-cultural cristiano se ha blindado e inmunizado al Evangelio? A veces las parroquias parecen más un centro de actividades socio-culturales, que una comunidad cristiana. Cristo resulta innecesario, ya que lo que nos importa no es unirnos en su Nombre (Mt 18, 20), sino que los demás nos tengan en cuenta y entretenernos en las actividades que se programan. ¿Entonces no hay que hacer actividades? No he dicho eso, he dicho que las actividades, por sí solas, no nos conducen a Cristo. ¿Y si son de caridad? Toda caridad es maravillosa, pero lo idea es que nadie sepa quienes somos de forma que no nos vean a nosotros (Mt 6, 3), sino a Cristo. Ninguno de nosotros somos relevantes. El único relevante, Maestro e Hijo de Dios, es Cristo. La Nueva Evangelización es volver al Amor Primero. Si este Amor Primero (Cristo) pasa delante de nosotros como "algo" más a gestionar en nuestro día a día, no hay evangelización posible.