¿Qué quiere Dios de mí? San Clemente Romano
¿Qué quiere Dios de mí? San Clemente Romano
Esta pregunta es más frecuente de lo que pensamos. Hace décadas era mucho más fácil saber hacia dónde ir. Eran los tiempos de la modernidad sólida. Queríamos ser astronautas, gobernantes, artista de éxito. Creíamos que podíamos ser lo que quisiéramos y tener todas las riquezas que deseáramos. Sólo necesitábamos esforzarnos.
Tras la modernidad sólida apareció la modernidad líquida o postmodernidad. La sociedad actual se comporta como un fluido sometido a tensiones que la deforman continuamente. Nadie sabe quién es y qué es lo que tiene que ser. Los estereotipos tradicionales parecen imposibles de alcanzar o se entienden como algo pasado de moda. Antes querías encontrar a la pareja de tu vida, casarte, trabajar en un buen puesto, tener hijos y jubilarte lleno de nietos. Hoy en día las parejas no duran, las relaciones familiares son inconstantes y desechables. Los estudios nunca se terminan, porque la formación busca adaptarse a las condiciones sociales y a las ofertas de trabajo de cada momento. Hoy soy médico y vivo en España y dentro de tres meses soy obrero de la construcción y vivo en Chile. Ya no tenemos hijos porque nos parece que son un lastre y generan responsabilidades que no queremos adquirir. Si tenemos hijos, es complicado educarlos y convivir con ellos. No es extraño que nos preguntemos ¿Quiénes somos y hacia dónde ir? Nada es suficientemente sólido para apoyarnos y darnos sentido.
Cuando somos conscientes de nuestra fragilidad y la inconsistencia de la sociedad donde vivimos, Dios aparece como la respuesta:
Estad atentos, pues, hermanos, para que sus beneficios, que son muchos, no se vuelvan en juicio contra nosotros, si no andamos como es digno de Él, y hacemos las cosas que son buenas y agradables a su vista, de buen grado. Porque Él dijo en cierto lugar: El Espíritu del Señor es una lámpara que escudriña las entrañas. Veamos cuán cerca está, y que ninguno de nuestros pensamientos o planes que hacemos se le escapa. Por tanto, es bueno que no nos apartemos de su voluntad. Es mejor que ofendamos a hombres necios e insensatos que se exaltan y enorgullecen en la arrogancia de sus palabras que no que ofendamos a Dios.[…] Que nuestros hijos sean participantes de la instrucción que es en Cristo; que aprendan que la humildad de corazón prevalece ante Dios, qué poder tiene ante Dios el amor casto, que el temor de Dios es bueno y grande y salva a todos los que andan en él en pureza de corazón y santidad. Porque Él escudriña las intenciones y los deseos; su aliento está en nosotros, y cuando Él se incline a hacerlo, lo va a quitar.
Ahora bien, todas estas cosas son confirmadas por la fe que hay en Cristo; porque Él mismo, por medio del Espíritu Santo, nos invita así: Venid a mí, hijos, escuchadme y os enseñaré el temor del Señor. ¿Quién es el hombre que desea vida, que busca muchos días para ver el bien? Guarda tu lengua del mal y tus labios de hablar engaño. Apártate del mal y haz el bien; busca la paz, y corre tras ella. Los ojos de Dios están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones. Pero el rostro del Señor está sobre los que hacen mal, para destruir su recuerdo de la tierra. Claman los justos, y Dios oye, y los libra de todas sus angustias. Muchos son los males del justo, y de todos ellos le librará Dios. Y también: Muchos dolores habrá para el pecador, más al que espera en Dios le rodeará la misericordia. (San Clemente Romano, Carta a los Corintios, 21-22)
¿Qué quiere Dios de mí? ¿Cuál es su Voluntad? Dios quiere que seas tú mismo y que vivas plenamente. Lo que sufras, que sirva para crecer y ofrecerlo por los demás. Lo que te alegre, quiere que se lo agradezcas y te des cuenta que es un don que te regala Él. Dios quiere que afrontemos los problemas, dudas y sufrimientos sosteniéndonos en Él. Quiere que afrontemos las circunstancias teniéndolo como soporte, como roca, como cimiento para no desesperar. La vida dentro de una sociedad líquida nos da una inmensa cantidad de oportunidades, pero todas aparecen y desaparecen en poco tiempo. Frente a la incertidumbre de esta sociedad, Dios permanece y se ofrece como nuestro soporte.
Algunas personas creen que los planes de Dios son radicalmente deterministas, pero Dios sabe que el mal y el pecado, pueden destrozar cualquier plan humano. La Voluntad de Dios no se sostiene en planes humanos. Lo importante no es que seamos y que vivamos, sino que todo lo que seamos y vivamos cobre sentido en Él. Incluso la soledad y la impotencia tienen sentido cuando los ofrecemos por quienes sufren. ¿Qué quiere Dios de mí? Que le aceptes como Señor. ¿Cuál es su Voluntad? Que le permitas estar presente siempre en tu vida. Entonces, hasta el sufrimiento tendrá sentido.
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