Von Balthasar citado por el Magisterio
No suele ser habitual que el Papa cite a los teólogos en una audiencia general, en un discurso o en un documento escrito, como una Exhortación Apostólica. Los Papas contemporáneos lo suelen hacer en contadas ocasiones, destacando así a un teólogo como una fiel referencia.
Ya Pablo VI, por ejemplo, citó a De Lubac, a Journet; lo mismo vemos en Juan Pablo II y en Benedicto XVI. Lo hacen en contadas ocasiones y supone un gran respaldo del Magisterio al pensamiento de un teólogo.
Balthasar tiene el honor de ser citado por ellos, y no precisamente para refutarlo o rechazarlo, sino para exponer el Papa su pensamiento guiado por las reflexiones de von Balthasar.
Para nosotros es una garantía de solidez eclesial y, por ello, Balthasar es un teólogo sano, digno de ser leído, estudiado, asimilado, sin sospecha de ningún tipo. Otra cosa distinta será que su estilo, al escribir, es profuso, a veces opaco, y cuesta seguir el hilo conductor de sus reflexiones sobre todo en su gran trilogía "Gloria", "Teodramática" y "Teológica" (con varios volúmenes por sección...).
Benedicto XVI fue el Papa que más citó a Balthasar en su magisterio pontificio.
Cita a Balthasar sobre la centralidad de la fe en su discurso a la Asamblea eclesial de Roma:
“Recuerdo que, precisamente en esta basílica, en una intervención durante el Sínodo romano, cité unas palabras que me había escrito en una breve carta Hans Urs von Balthasar: «La fe no se debe presuponer, sino proponer». Así es. De por sí, la fe no se conserva en el mundo, no se transmite automáticamente al corazón del hombre, sino que debe ser anunciada siempre. Para que sea eficaz, el anuncio de la fe, a su vez, debe partir de un corazón que cree, que espera, que ama, un corazón que adora a Cristo y cree en la fuerza del Espíritu Santo. Así sucedió desde el inicio, como nos recuerda el episodio bíblico escogido para iluminar esta evaluación pastoral” (Benedicto XVI, Disc. en la Asamblea eclesial de Roma, 13-junio-2011).
Argumentando sobre la centralidad del Misterio cristiano, que es la Encarnación en vistas al Misterio pascual, o iniciándose el Misterio pascual con la Encarnación (que es otra forma de decirlo), Benedicto XVI emplea palabras también de Balthasar:
“Por consiguiente, el amor es la razón última de la encarnación de Cristo. Es elocuente, al respecto, la reflexión del teólogo Hans Urs von Balthasar: Dios "no es, en primer lugar, potencia absoluta, sino amor absoluto, cuya soberanía no se manifiesta en tener para sí mismo todo lo que le pertenece, sino en abandonarlo" (Mysterium paschale I, 4). El Dios que contemplamos en el pesebre es Dios-Amor” (Benedicto XVI, Audiencia general, 27-diciembre-2006).
En sus audiencias generales sobre los Padres de la Iglesia y escritores eclesiásticos, Benedicto XVI cita a Balthasar y se apoya en la reflexión de éste sobre los Padres. Balthasar estudió en profundidad a los Padres y, entre otros, destacan sus estudios sobre Orígenes y sobre Máximo el Confesor. La editorial fundada y dirigida por Balthasar, Johannesverlag, ofreció muchas traducciones de las obras de los Padres, traducciones hechas por el mismo Balthasar, con amplias introducciones, así como estudios monográficos a algunos Padres.
En las audiencias dedicadas a cada uno de estos Padres, Benedicto XVI se apoyó en lo escrito por Balthasar. Sobre Orígenes, por ejemplo:
“En verdad, la característica propia de la doctrina de Orígenes se encuentra precisamente en la incesante invitación a pasar de la letra al espíritu de las Escrituras, para progresar en el conocimiento de Dios. Y, como escribió von Balthasar, este "alegorismo", coincide precisamente "con el desarrollo del dogma cristiano realizado por la enseñanza de los doctores de la Iglesia", los cuales —de una u otra forma— acogieron la "lección" de Orígenes.” (Benedicto XVI, Audiencia general, 25-abril-2007).
Y también sobre Máximo el Confesor:
“Al hombre, creado a su imagen y semejanza, Dios le ha encomendado la misión de unificar el cosmos. Y como Cristo unificó en sí mismo al ser humano, el Creador ha unificado el cosmos en el hombre. Nos ha mostrado cómo unificar el cosmos en la comunión de Cristo, llegando así realmente a un mundo redimido.A esta profunda visión salvífica se refiere uno de los teólogos más destacados del siglo XX, Hans Urs von Balthasar, quien, "relanzando" la figura de san Máximo, define su pensamiento con la incisiva expresión "liturgia cósmica" (Kosmische Liturgie). En el centro de esta solemne "liturgia" siempre está Jesucristo, único Salvador del mundo. La eficacia de su acción salvífica, que unificó definitivamente el cosmos, está garantizada por el hecho de que él, aun siendo Dios en todo, también es íntegramente hombre, incluyendo la "energía" y la voluntad del hombre” (Benedicto XVI, Audiencia general, 25-junio-2008).
Von Balthasar fue desarrollando una verdadera y propia teología de la santidad, fascinante, con sus múltiples conexiones. La santidad era el nudo donde converge todo. ¡Qué páginas más hermosas escribió! Las hallamos en sus Ensayos teológicos "Verbum caro" y "Sponsa Verbi", así como en un libro delicioso a más no poder: "Teresa de Lisieux. Historia de una misión". Recogiendo las intuiciones claves de Balthasar, Benedicto XVI lo citó en una Audiencia general:
“Así pues, queridos hermanos y hermanas, día tras día la Iglesia nos ofrece la posibilidad de caminar en compañía de los santos. Hans Urs von Balthasar escribió que los santos constituyen el comentario más importante del Evangelio, su actualización en la vida diaria; por eso representan para nosotros un camino real de acceso a Jesús” (Benedicto XVI, Audiencia general, 20-agosto-2008).
Al igual que el propio Ratzinger en su etapa docente, Balthasar dedicó también su reflexión a qué es la teología en sí, cómo realizarla, cómo elaborar una teología que sea digna de tal nombre, profesando la fe y adorando a Dios, con rigor en la búsqueda de la Verdad. Benedicto XVI lo reconoce y cita así a Balthasar para explicar qué es la teología:
“En su anhelo de obtener el reconocimiento de un riguroso carácter científico en el sentido moderno, la teología puede perder el aliento de la fe. Pero así como una liturgia que olvida dirigir la mirada a Dios es, como tal, casi insignificante, de igual modo una teología que ya no está animada por la fe, deja de ser teología; acaba por reducirse a una serie de disciplinas más o menos relacionadas entre sí. En cambio, donde se practica una "teología de rodillas", como pedía Hans Urs von Balthasar (cf. Theologie und Heiligkeit, Aufsatz von 1948, en: Verbum Caro. Schriften zur Theologie I, Einsiedeln 1960, 195-224), no faltará la fecundidad para la Iglesia en Austria y también más allá” (Benedicto XVI, Discurso a los monjes, Abadía de Heiligenkreuz, Austria, 9-septiembre-2007).
Por último, y no menos importante, Benedicto XVI cita a Balthasar en lo que éste tiene de gran aportación en su sistema teológico: la estética teológica, su pasión por el pulchrum como forma de la Gloria que seduce por Amor y así se revela.
La Belleza marcó la teología de Balthasar así como la del propio Ratzinger, que también realizó incursiones en este trascendental. Como Papa, Benedicto XVI, en su encuentro con los artistas, citó también la teología de Balthasar referente a la Belleza:
“Las grandes narraciones bíblicas, los temas, las imágenes, las parábolas han inspirado innumerables obras maestras en todos los sectores de las artes, y han hablado al corazón de todas las generaciones de creyentes mediante las obras de la artesanía y del arte local, no menos elocuentes y cautivadoras.
A este propósito se habla de una via pulchritudinis, un camino de la belleza que constituye al mismo tiempo un recorrido artístico, estético, y un itinerario de fe, de búsqueda teológica. El teólogo Hans Urs von Balthasar abre su gran obra titulada "Gloria. Una estética teológica" con estas sugestivas expresiones: "Nuestra palabra inicial se llama belleza. La belleza es la última palabra a la que puede llegar el intelecto reflexivo, ya que es la aureola de resplandor imborrable que rodea a la estrella de la verdad y del bien, y su indisociable unión" (Gloria. Una estética teológica, Ediciones Encuentro, Madrid 1985, p. 22) . Observa también: "Es la belleza desinteresada sin la cual no sabía entenderse a sí mismo el mundo antiguo, pero que se ha despedido sigilosamente y de puntillas del mundo moderno de los intereses, abandonándolo a su avidez y a su tristeza. Es la belleza que tampoco es ya apreciada ni protegida por la religión" (ib.). Y concluye: "De aquel cuyo semblante se crispa ante la sola mención de su nombre —pues para él la belleza sólo es chuchería exótica del pasado burgués— podemos asegurar que, abierta o tácitamente, ya no es capaz de rezar y, pronto, ni siquiera será capaz de amar" (ib.). Por lo tanto, el camino de la belleza nos lleva a reconocer el Todo en el fragmento, el Infinito en lo finito, a Dios en la historia de la humanidad” (Benedicto XVI, Discurso a lo sartistas, 21-noviembre-2009).
Como se puede ver, quien quiera ver, quien lea sin prejuicios, no son citas de obligado cumplimiento, sino es más bien la abundancia del corazón hablando por la boca. Benedicto XVI, grande, cita a Balthasar como un referente; asume sus intuiciones y pensamientos y, como Papa, en su Magisterio ordinario, lo cita de modo que refuerza y muestra la eclesialidad de la teología de von Balthasar.
Con esto se puede disipar las dudas de algunos y, ojalá, suscitar el deseo de otros de empezar a leer y trabajar la bellísima y casi inabarcable, por su amplitud, de von Balthasar.
Sirva para ello las entradas que aquí se le han ido dedicando.
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