Seminario de Vida en el Espíritu. 2ª Semana: Jesús vive y es el Señor
SEGUNDA SEMANA
JESÚS VIVE Y ES EL SEÑOR
“Ese Jesús, a quien vosotros habéis crucificado, al que habéis declarado malhechor, Dios lo resucitó” Luego Dios no piensa como nosotros; lo cual quiere decir que estamos equivocados. Tú puedes replicar: “yo no he crucificado a Jesucristo”. Pero sí, lo has crucificado porque ha muerto por tus pecados, para tu salvación. Dios no sólo le ha dado la razón a Jesucristo, a su forma de ser y de comportarse, a sus ideas, sentimientos y actitudes sino que le ha resucitado, vive para siempre y ha sido constituido Señor, Salvador y Juez de la historia.
¿En qué notas que necesitas ser salvado? En que no puedes aguantar a ciertas personas, en que te brotan odios y deseos de revancha. En que no puedes con el tabaco, el alcohol o la droga y otras cosas que tú sabes muy bien que te hacen daño. En que eres frío, calculador y rencoroso y no puedes dar ni cariño ni casi nada de lo tuyo. Lo notas en que te debates en inseguridades, complejos y depresiones. En que te mata el cumplir años, la timidez y la culpabilidad.
Una de las formas de huir de esta realidad es la de querer salvarte por ti mismo, con tu fuerza y propósitos. Otra es montarte la vida a tu manera, prescindir de todo y tratar de salvarte en el dinero, en la diversión, en el consumismo, en el trabajo, en la literatura, en la familia...El cristianismo, a lo largo de los siglos, te viene proponiendo otra forma de sentirte querido, salvado y liberado: “descubre a Jesucristo y experiméntalo en vivo y en directo”. Acoge el kerigma, es decir, este gran anuncio que te proponemos y empezarás a sentir que una nueva vida brota en tu interior. Kerigma es la palabra técnica con la que se expresa el meollo del cristianismo: ”Jesús, el que murió, ha sido resucitado y constituido Señor de todas las cosas”.
Día 1.- Hechos 2, 14-41
San Pedro nos proclama el kerigma en el primer sermón de la Iglesia que nace el día de Pentecostés: “Jesús ha muerto por nuestras heridas, impotencias y pecados. Dios lo ha resucitado y le ha constituido Señor”. Este señorío de Jesús no busca que se le rinda pleitesía, sino que lo utilizará para librar al hombre de otros falsos señores como pueden ser la droga, el dinero y todos los ídolos a los que somos adictos los hombres. Entra en la dimensión del señorío de Jesús; déjate actuar.
Día 2.- Filipenses 2, 611
Aquí es San Pablo el que proclama maravillosamente el kerigma: “Jesús pasó por el mundo viviendo como un hombre cualquiera, se rebajó hasta la condición de siervo, pero Dios le otorgó el Nombre sobre todo nombre”. Para la Biblia el nombre expresa la función que se va a desempeñar. Jesús desempeñará la función de salvador y liberador de los hombres contra todos los demás poderes que intentan esclavizarnos.
Día 3.- Mateo 28, 16-20 y Marcos 16, 15-20
“Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra; id y anunciad esto a todas las gentes. Os acompañarán grandes señales”. Marcos las describe. Estas señales son manifestaciones del Reino nuevo.
Día 4.- Lucas 18, 35-43
Hoy se nos ofrecen proyectos para hacer un mundo mejor. Más educación y formación, más calidad técnica, terapias psicológicas. Las religiones orientales, para muchos, son la panacea de todos los males (Budismo, Zen, Yoga, Meditación transcendental y muchas otras). Otros proclaman que lo importante es ser buenos y honrados y hacer bien a los demás sin necesidad de Jesucristo y de la experiencia sobrenatural. ¿No hemos aprendido todavía que sin transcendencia el hombre se ahoga en sí mismo? Jesús dice al ciego: “Vete, tu fe te ha salvado”
Día 5.- Hebreos 2, 1418
El hombre por miedo a la muerte no puede hacer el bien. ¿Cómo me voy a dejar pisotear, cómo voy a aguantar los defectos de mi mujer? No puedo, me moriría. Entonces, me defiendo y lucho en contra. Como no nos gusta morir estamos, de por vida, sometidos al diablo en el mal. Jesucristo ha roto ese cerco de muerte y con su Espíritu nos da poder para amar en la dimensión de la cruz, es decir, puedo amar lo pobre, lo débil, lo que no comprendo; tanto lo que hay en mí como en los demás.
Día 6.- Romanos 5, 111
Mis muertes (miedos, angustias, desánimos, inseguridades, depresiones, rencores, complejos), lo que me quita la vida, lo que me hace profundamente infeliz, ha sido vencido por Cristo. Déjate actuar por él estos días y lo experimentarás. Pero no sólo eso, Jesús se ha hecho cargo hasta de mi pecado, “me ama y muere por mí siendo pecador y enemigo”. Si dejo mis pecados en sus manos me los va a vencer y me va a dar la libertad.
Día 7.- Efesios 2, 13-22
Jesucristo resucitado hace de los dos pueblos (judíos y paganos), un solo pueblo al crear un hombre nuevo que está por encima de particularidades: ya no hay judío ni griego, varón o mujer, blanco o negro. Este mismo poder de resurrección nos hace entrar en comunión con gente de la que antes estábamos alejados y a la que no conocíamos siquiera. La comunidad cristiana que vas a descubrir estos días, no se engendra por interés mundano alguno sino por el poder del Resucitado que nos hace hermanos.