¿Se te ha congelado el corazón?
Una vez un sabio dijo que nuestra forma de pensar se congela y con ello nos quedamos recorriendo siempre los mismos caminos, ya que la mente se fija a las cosas en que pensamos.
Imaginemos que vamos en bicicleta por un camino entre la naturaleza. Sentimos el aire en el rostro y vemos los árboles, las nubes y las montañas lejanas. De repente observamos una gran piedra en medio del camino, y en lugar de evitarla, terminamos chocando contra ella debido a que hemos puesto toda la atención en aquel obstáculo.
Lo mismo ocurre en nuestra vida. Cuando vemos un obstáculo en ella hacemos desaparecer todas las demás alternativas, y con ello nos dirigimos irremediablemente hacia el obstáculo y quedamos aferrados en él sin ver las alternativas y oportunidades que siempre podemos mirar para poder desviarnos del obstáculo.
Algo similar le ocurrió a una persona que un día compró una caja de helado. Como no se lo pudo terminar de una sola vez, guardó el sobrante en el congelador de la nevera. Durante varios días, al llegar a su casa únicamente pensaba en comerse el helado que quedaba, pero al poco rato se disponía a comer algo sólido antes del helado y seguía guardando éste en el congelador.
Cuando finalmente decidió comérselo, para sorpresa suya encontró el helado completamente congelado, a tal grado que ni siquiera un cuchillo podía penetrarlo. El hombre apenas podía creer que en tan poco tiempo el helado se hubiera endurecido tanto, y por ello tuvo que esperar casi media hora para podérselo comer. El helado se había convertido en su obstáculo y sólo pensaba en él. Y cuanto más tiempo pasaba, más lo deseaba, sin pensar en otras posibles alternativas.
Lo que les ocurrió a ambas personas con su propio obstáculo, con la piedra en el camino y con el helado, hace pensar en aquellos que se molestan con sus amigos, familiares e incluso con Dios, por algo desagradable que les ha ocurrido. Se les llega a congelar el corazón de tal manera, que con ello se convierten en personas resentidas que sólo saben decir ‘quizás algún día les perdone’. Pero lo que realmente hacen es guardar su corazón en el congelador, con lo cual, a medida que pasa el tiempo, se vuelven cada día más duros y amargados.
No permitamos que los obstáculos en nuestra vida desvíen nuestra atención y congelen nuestro corazón; de lo contrario no encontraremos como evitar el obstáculo que hay en nuestra vida, y con ello no podremos dejar de pensar en él ni veremos otras alternativas positivas.
Debemos empeñarnos en suavizar nuestro corazón rodeándolo de amor y de positivismo, perdonando a los que de alguna forma nos ofendieron, y eliminando así cualquier obstáculo o resentimiento en nuestra vida. Y todo lo demás vendrá por añadidura.
Recuerda: nadie sabe en qué momento uno puede ser llamado a rendir cuentas, por lo cual hay que hacer valer la tan conocida frase: ‘No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy’. Y vive en paz y armonía contigo mismo y con Dios,
“Silencio en la mente y paz en el corazón”
Padre Ignacio Larrañaga