Sábado, 21 de septiembre de 2024

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Estuvo ante el regicidio

por Semblanzas sacerdotales

 

Emilio Franco Prieto nació el 3 de mayo de 1869 en un pequeño pueblo de la provincia de León, llamado Santa María del Páramo. Sus padres, Ángel Franco y Ana Prieto, eran unos labradores medios propietarios de sus propias tierras.

 

Nada sabemos de su infancia, ni de sus primeros años de estudiante, sí que a la edad de 25 años fue ordenado sacerdote, el 14 de Febrero de 1894, en el Seminario de Palencia.

 

Tal y como era costumbre el Obispo de Palencia le asignó, en marzo de ese mismo año, como coadjutor de la parroquia de Destriana en Astorga. No duró mucho su aprendizaje, ya que en el mes de octubre, a los siete meses de su ordenación fue nombrado cura ecónomo de un pequeño pueblo de Astorga, Prioranza de Valdurna.

 

Pero Emilio no deseaba quedarse ejerciendo su ministerio en un recóndito pueblo leonés y así pidió dispensas a su arzobispo para ampliar sus estudios en Madrid. Tal y como era preceptivo la autorización fue concedida para dos años, renovables al término de su licenciatura.

 

Emilio llegó a Madrid en diciembre de 1894, licenciándose en Derecho Canónico en 1896. Como sus pretensiones eran las de seguir residiendo en Madrid, tuvo que ampliar su dispensa, por estudios, solicitando otros dos años más al entonces arzobispo de Astorga.

 

El 12 de junio de 1897 recibió en el Seminario de San Ildefonso de Toledo el grado de Licenciado en Teología.

 

En Madrid, Emilio residía en el piso bajo de la calle del Nuncio, número 10 y desde allí, combinó sus estudios con otras relaciones sociales. Las relaciones y posibilidades se multiplicaron con motivo de haber sido aceptado como Sacristán Mayor de la Parroquia de Santa María, en julio de 1898.

 

A los pocos meses, un 16 de octubre, solicitó permiso al Obispo de Madrid para poder decir misa en el oratorio de los Señores Condes de Mayadas, contaba entonces con 29 años. El 28 de octubre fue nombrado Capellán de las Clarisas Francesas de la Anunciación en el convento de "Nuestra Señora de Constantinopla".

 

En 1899 fue designado Coadjutor primero de Santa María. Para esas fechas ya actuaba como Capellán del Conde de Mayadas, puesto en el que se mantuvo a lo largo de 19 meses.

 

El 23 de junio fue designado Capellán del Patronato de las Obreras de los Sagrados Corazones, puesto que compatibilizaba con las otras tareas.

 

En 1904 fue nombrado cura ecónomo de Santa Maria.

 

En 1905, fue nombrado Confesor Ordinario de las Religiosas Bernardas del Santísimo Sacramento. En 1906 fue Confesor de la Religiosas Servitas y en 1907 Confesor de las Religiosas Concepcionistas.

 

Un sorpresivo e histórico suceso dio finalmente notoriedad pública a Emilio Franco. El 31 de mayo de 1906 contrajeron esponsales en Madrid el Rey Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battemberg, al término de la ceremonia celebrada en la Iglesia de los Jerónimos, y cuando a las dos y cuarto de la tarde, la carroza real recorría la calle Mayor, camino del Palacio Real, a la altura del número 88, el anarquista Mateo Morral desde un balcón del cuarto piso arrojó un artefacto, escondido entre un ramo de flores, que si bien no logró su objetivo principal de acabar con la monarquía sí dejó un buen número de víctimas.

 

En total doce muertos y 90 heridos. Casualmente en ese tramo de la calle en donde se produjo el atentado estaba D. Emilio Franco viendo pasar la comitiva. En los momentos de confusión que se produjeron tras el atentado la presencia de un sacerdote ayudó a atender a los heridos, a dar la extremaunción a los fallecidos y a prestar una ayuda cierta a las víctimas del regicidio.

 

Una Real Orden del Ministerio de la Guerra, dada el 3 de julio de 1906, concedía, a Don Emilio, "la Cruz de Segunda Clase del Mérito Militar con Distintivo blanco por la asistencia prestada a las víctimas del atentado contra Sus Majestades, el 31 de Mayo de 1906".

 

Es indudable que los acontecimientos le hicieron merecedor de una mejor y definitiva relación con el Arzobispado de Madrid. Hasta esa fecha Emilio Franco había dependido eclesialmente del obispado de Astorga.

Tras los acontecimientos, el Obispo de Madrid, Don José María Salvador Barreda le adscribió a la diócesis madrileña pasando a ser beneficiario de las parroquias de la capital desde el 25 de febrero de 1908.

 

El 16 de junio de 1918 fue nombrado cura regente de la Iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles.

 

En 1922 fue nombrado párroco de la Iglesia de San Ramón en el Puente de Vallecas.

 

En 1924 creó las escuelas parroquiales "Las Acacias" dirigidas a los niños y niñas desfavorecidos de Vallecas. Estas escuelas estaban situadas en la actual M-30 a la altura del Puente de Vallecas. La construcción era de ladrillo rojo y estaba construida a ras de tierra. Recientemente ha sido derribada para allanar el terreno y convertirlo en un espacio de recreo infantil.

 

Las escuelas impartían las enseñanzas básicas y otras especialidades como música, corte y confección, gimnasia. Por la noche eran utilizadas como centros de educación para adultos. Dado el ascendiente de Emilio Franco y su relación con personas influyentes y adineradas, logró de sus múltiples amistades los recursos para hacer frente a la construcción, su amueblamiento y el mantenimiento de "Las Acacias".

 

"Las Acacias" recibieron, desde 1924 diferentes cantidades para subvencionar sus actividades. La importancia de estas cantidades, superior a las percibidas por otras instituciones de enseñanza radicadas en el Puente y la Villa de Vallecas, dieron lugar a las críticas de los partidos obreros y de izquierda, quienes, desde sus puestos en el consistorio vallecano, reclamaron una Comisión de Investigación en 1930.

 

El razonamiento utilizado por la oposición era que la Iglesia de San Ramón había creado la escuela de "Las Acacias", no tanto para ayudar a los niños desfavorecidos de Puente de Vallecas, sino para potenciar una enseñanza privada, de influencia eclesial, beneficiada por las diferentes subvenciones y al que asistían alumnos de fuera de Vallecas o con recursos familiares.

De hecho, al situarse la construcción de "Las Acacias" fuera de los límites de Puente de Vallecas y en el ámbito geográfico de Madrid, la oposición también razonaba que ésta no debía percibir subvenciones del Ayuntamiento de Vallecas.

 

Lo cierto es que las subvenciones superaban en mucho a las de otras instituciones vallecanas. Otras entidades que ejercían su actividad educativa en Vallecas fueron: el Patronato de Enseñanza y Cultura del Barrio de Entrevías, las Hermanas Terciarias, el Centro Obrero Católico, la Sociedad Benéfica Carloteña, el Centro Instructivo de Obreros Republicanos (Acción Republicana), las Hermanas del Niño Jesús de Praga, las Escuelas Racionalistas y la Sociedad de Oficios Varios (PSOE), la Sociedad de Vecinos de Erillas altas, el partido Republicano Radical y la Sociedad de Estudio y Defensa de los intereses del Barrio de
Entrevías.

 

Por un suelto publicado en el "Heraldo de Madrid" el 17 de Agosto de 1930, nos enteramos de la negativa del párroco Emilio Franco para que los vecinos paseasen en procesión la imagen de la Virgen de la Paloma, unos cien metros más de lo que estaba definido como área de influencia de su parroquia, hasta la calle Nicasio Méndez.

 

La trifulca subió de tono y entre los vecinos y el párroco se creo un enfrentamiento que originó "conatos de alteración del orden público". Era tradición el que esta imagen se pasease en procesión todos los 15 de agosto, siendo acompañada de húsares de Pavía y por la Guardia Civil montada. Lo inflexible de la postura del párroco truncó definitivamente esta costumbre vallecana.

La población del Puente de Vallecas se elevaba a unos 40.000 vecinos.

 

A partir de 1931 las tensiones se fueron agudizando entre el párroco de San Ramón y las fuerzas sociales y municipales representadas por los principales partidos de izquierda.

 

Por el libro "Historia de la Persecución Religiosa en España", página 331, sabemos que al inicio de la Guerra Civil, fue detenido, confinado en la Iglesia de los Escolapios de San Antón, en la calle Hortaleza y finalmente fusilado en Paracuellos del Jarama el 28 de noviembre de 1936.

Al finalizar la Guerra y a petición del Ayuntamiento de Vallecas le fue concedido su nombre a la calle situada entre las calles Palomeras y Martínez de la Riva.

Esta calle será quitada del callejero madrileño por el actual consistorio municipal, si nadie lo remedia.

 

 

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