Lunes, 23 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

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Estuvo en tres guerras

por Semblanzas sacerdotales

Vino  al mundo a las 7 de la mañana del día  30 de enero de 1898,  en la vallisoletana villa de Bola- ños de Campos. Sus progenitores, Ricardo Hernán- dez y Vicenta Collantes, eran pequeños labradores. Indalecio es su único hijo.  Cuando se plantea a los
11 años su vocación al sacerdocio y consiguiente en- trada en  el seminario, la carga económica que  se avecina para la familia es severa. El padre no quiere
. En  1922,  el Padre In- dalecio será  uno  de tantos jóvenes curas seculares que marcharán al teatro de operaciones marroquí para ejercer allí voluntariamente su sagrado minis- terio. Hay  dudas sobre la  unidad en  la  que  real- mente  prestó  servicio, aunque  algunas  fuentes apuntan a que  
estuvo en el Regimiento de Alcán- tara y en la plaza de Melilla atendiendo el Colegio de los H.H. de las Escuelas Cristianas. Sabemos que durante casi 3 años no disfrutó de permiso alguno en la Península, a pesar de disponer para sí de 25 días  al año. No quiso separarse de sus soldados, si no  atenuar con  su presencia permanente la parte más  cruda de la guerra hispano–marroquí: el su- frimiento físico y moral que atenaza a los que mue- ren  en  tierra extraña, lejos  de  los  seres  queridos.
 
El padre de Indalecio tiene la suerte de que le toque la lotería por lo que, junto con  el dinero ahorrado, regresa a España. Indale- cio puede así continuar con sus estudios eclesiásti- cos en la rectoría de Villacarralón, donde cursó la- tín,  y en  el  Seminario de  Valderas, provincia de León,  donde hizo los cursos de Filosofía y Teología. Fue a este seminario porque Bolaños pertenecía en- tonces a la diócesis de León. Sus oponerse a la inclinación religiosa de su vástago y, como tantos compatriotas, emigra a Cuba. Allí padres viven algún tiempo en Valladolid capital, en la calle Alonso Pes- quera. Indalecio recibe las órdenes clericales meno- res –exorcitado y acolitado–, luego el subdiaconado, siendo ordenado de  presbítero el 21  de  mayo de
1921. Seguidamente celebró su primera misa en Va- lladolid. Sin embargo, al estar incardinado en la dió- cesis  vecina de León  su primer destino de cura es en la montaña de Riaño
como ecónomo de Sala- món. En  noviembre de
1921   tiene que   presen- tarse en la Caja de Reclu- tas  de  Valladolid al  ser llamada su quinta. Cum- ple con el formalismo de la jura de bandera, se le reconfirma la licencia ili- mitada del Ejército dada su condición clerical, y regresa a  su  parroquia, aunque durará en ella po- cos meses.
 
La experiencia africana marcará para siempre su personalidad y su  trayectoria  posterior,  dentro y fuera del Ejército. Puede decirse que en Marruecos nuestro cura se hace más  cura y más  militar. Rein- corporado a su diócesis, ejerce como sacerdote en localidades de Tierra Campos: Villamol (ecónomo) y Villapeceñil (cura encargado), y a partir de 1928 en Villamuriel de Campos. La situación político–so- cial  de España se va deteriorando a partir del ad- venimiento de la II República. Al poco  de produ- cirse el Alzamiento cívico–militar del 18 de julio de
1936, decide volver a la guerra. Ni sus feligreses, ni su familia –sus padres ya habían muerto– le detie- nen. Con permiso de su Obispo abandona Villamu- riel para acompañar a las fuerzas sublevadas, y el día  22 de julio  causa alta  en  una de las  primeras banderas castellanas de Falange, una columna de voluntarios de procedencia leonesa que entró en lí- nea días  después en el «Alto de los Leones», así re- bautizado por los nacionales a raíz  de estas opera- ciones. La  entrega a su  sagrado ministerio en  el sector de Guadarrama, es total, sin fisuras: confiesa individualmente a los soldados, imparte en ocasio- nes  la absolución colec-
tiva  y frecuentemente la Extremaución a los mo- ribundos. Las  operacio- nes  se estabilizan, y con un   altar portátil puede empezar a celebrar la misa en el Puesto de Mando de la bandera ro- tando cada domingo por las posiciones avanza- das.  Son  meses de duro trabajo; no hurta el cuerpo a las  balas esca- bulléndose hacia  el  segundo escalón, y ello le gran- jea gran popularidad entre los soldados y los falangistas.
 
En agosto del 37, por orden del Jefe  del Servicio Pastoral del  Ejército Nacional, el Pri- mado Isidro Gomá, y con  la anuencia de la Secretaría de Guerra, el Padre Indalecio marcha a Valladolid para ha- cerse cargo del  servicio reli- gioso de la Sección «Flechas» de las Milicias de Falange de segunda línea. Simultanea esta   tarea con  su  participa- ción  en la forja  de la Organi- zación Juvenil (O.J.).  Galva- niza  a varios jóvenes falangistas, joseantonianos puros, que  toman las riendas de  la neonata y maximalista organización. Nombrado Ca-
pellán General de la O.J.,  hasta el final  de la con- tienda y  después en  la  inmediata posguerra, se vuelca con la juventud de la «Nueva España» en la que se deben integrar, como unos más, los hijos  de los vencidos. En 1940 se desplaza a Alemania para estudiar el desenvolvimiento de las Juventudes Hi- tlerianas. Ama a sus  jóvenes como padre sacerdo- tal y quería por consiguiente que fuesen fuertes, cas- tos, honrados y valientes, como así ha escrito Tomás Salvador. Cuentan el  garbo con  que  les  advertía siempre del  peligro de  las  mujeres provocativas:
«chicos, ahí va la serpiente…»2
El 6 de diciembre de 1940, la  O.J.  se  transforma en  el FJ. Siete  meses más  tarde, el
22 de junio de 1941,  la gue- rra  europea da  un  giro  bru- tal   con   la   invasión  de   la Unión  Soviética 
 
por   parte del Reich  alemán. El frenesí antibolchevique impacta de lleno  en  España, y en  espe- cial  en las filas  del FJ. Pare- cería que  su  capellán, Inda- lecio Hernández, debería haberse quedado en casa, máxime cuando ya tenía una edad –43  años– y había es- tado en  dos  guerras. Decide alistarse en  la División Azul y acompañar a los  centena- res  de  muchachos del  FJ  y del SEU que se agolpan ante los banderines de enganche. Se incorpora a la unidad ex-
pedicionaria con el grado de Capellán 2º Provisio- nal.  Antes  de partir, en la Capilla del Pilar de Za- ragoza alienta a dos millares de voluntarios en su misión de  «soldados de  Cristo  contra   el Comu- nismo, y a mayor gloria de Dios». Al llegar al cam- pamento de Grafenwöhr, en Alemania, la Jefatura del  Servicio Eclesiástico le encomienda la aten- ción  del III Bón.  del Rgto.  263º.
 
No sufrió las grandes caminatas de la marcha de aproximación al frente, porque la Plana Mayor de su Batallón tuvo la deferencia de proveerle de un ca-
ten sus obligaciones militares. Los falangistas José Mª Gutiérrez del Castillo, destinado en el Grupo de Sanidad, y Luis  Aguilar Sanabria,  del  Grupo de Transmisiones, así lo anotan en sus respectivos dia- rios de guerra. El segundo de ellos escribe, por ejem- plo: «Pobderesje. Domingo 7 de Junio 1942: Visito  al Padre Indalecio que está en primera  línea. Dice Misa y luego como en su compañía y toda la tarde nos pa- samos hablando, y me confirman los de su Batallón que ha sido un  sacerdote  y soldado ejemplar»3.
 
Por su arrojo y valentía en el ejercicio de su mi- nisterio en el frente ruso, recibió la Cruz  de Gue- rra  española, dos Cruces Rojas  del Mérito Militar, así como la Eiserne  Kreuz 2.Klasse (la Cruz  de Hie- rro, 2ª  Clase), y el Infanterie–Sturmabzeichen,  el Distintivo alemán de Asalto de Infantería, una con- decoración excepcional en el caso  de un capellán.

localidad –donde

 
estuvo también, pues,         Llegó  a ser propuesto para la Medalla Militar In- en             la           dividual (M.M.I.) y su Comandante, Ricardo Suá- rez Roselló, que  bien  sabía de  lo que  hablaba
puesto que  él  era  poseedor de esta  condecora-
«cada segundo cae un pepino», según decían los gu- ripas– tuvo  que  soportar los pertinaces ataques de un enemigo, superior en número, y apoyado por un potente aparato artillero. No le arredraba el fuego y paseaba por las posiciones charlando con su gente y administrando la Penitencia y la Extremaución por  doquier. El Puesto de Socorro del  batallón se convirtió en  el epicentro de su  actividad pastoral. Ayudado por el camillero Vivo y otros héroes, ayudó a morir a decenas de voluntarios, dándoles sepul- tura católica casi  con  sus  propias manos. El fuego enemigo era  muy  intenso y no pocas veces la Misa fue interrumpida al peligrar la integridad de los asis- tentes. En la retirada de la «Cabeza de Puente», en la madrugada del 8 de diciembre, hizo meter en una talega tierra de las tumbas de Nilitkino para llevarla a España. El Año Nuevo trajo consigo la ruptura del frente alemán al norte de la División Azul, a cargo del 2º Ejército de Choque soviético. Fuerzas de in- fantería españolas intervinieron en las cruentas ac- ciones de contraataque y de contención de la pene- tración  rusa.  El   Padre  Indalecio
 
batalla de  la  «Bolsa del  Voljov»  acompañando al III/263º que hasta marzo de 1942 operó agregado a la 126ª División. Retirada su unidad de «La Bolsa», volverá a entrar en línea para defender un sector del Río Voljov. La castiza estampa del Padre Indalecio resulta celebérrima y legendaria en todos los rinco- nes del frente español. Hace discípulos y amigos, y los que  ya lo eran, aun perteneciendo a otras uni- dades, no dejan de ir a verle en cuanto se lo permi-batalla de  la  «Bolsa del  Voljov»  acompañando al III/263º que hasta marzo de 1942 operó agregado a la 126ª División. Retirada su unidad de «La Bolsa», volverá a entrar en línea para defender un sector del Río Voljov. La castiza estampa del Padre Indalecio resulta celebérrima y legendaria en todos los rinco- nes del frente español. Hace discípulos y amigos, y los que  ya lo eran, aun perteneciendo a otras uni- dades, no dejan de ir a verle en cuanto se lo permi- ten sus obligaciones militares. Los falangistas José Mª Gutiérrez del Castillo, destinado en el Grupo de Sanidad, y Luis  Aguilar Sanabria,  del  Grupo de Transmisiones, así lo anotan en sus respectivos dia- rios de guerra. El segundo de ellos escribe, por ejem- plo: «Pobderesje. Domingo 7 de Junio 1942: Visito  al Padre Indalecio que está en primera  línea. Dice Misa y luego como en su compañía y toda la tarde nos pa- samos hablando, y me confirman los de su Batallón que ha sido un  sacerdote  y soldado ejemplar»3.
 
Por su arrojo y valentía en el ejercicio de su mi- nisterio en el frente ruso, recibió la Cruz  de Gue- rra  española, dos Cruces Rojas  del Mérito Militar, así como la Eiserne  Kreuz 2.Klasse (la Cruz  de Hie- rro, 2ª  Clase), y el Infanterie–Sturmabzeichen,  el Distintivo alemán de Asalto de Infantería, una con- decoración excepcional en el caso  de un capellán.
 
llán pues  fueron continuos. En los ataques enemi- gos a nuestras posiciones, se le pudo  ver siempre donde  su  presencia era requerida,  asistiendo a los heridos  y animando a los sanos  con  su  ejemplo  y acciones hasta lograr inculcarles su fe y ardor com- bativo. Bajo intenso fuego enemigo de morteros, ar- tillería, antitanques y armas  automáticas enterraba los muertos del Batallón con gran desprendimiento de su vida, resultando en ocasiones heridos  los sol- dados  que le acompañaban lo que no servía  de in- terrupción de su  sagrada  misión. Ha mantenido y mantiene el espíritu religioso dentro del Batallón, ex- cediéndose en  el  cumplimiento de  su  deber,  ha- biendo  sido  citado  varias  veces  como muy distin- guido  por su conducta ejemplarísima». El General Muñoz Grandes confirmaría que su actuación «fue magnífica, cumple sus  deberes  maravillosamente, es querido de todo el Batallón al que pertenece y den- tro de su ministerio es difícil  hacer más  de cuanto él realiza. Por ello creo se le debe conceder  la Meda- lla Militar  individual, que  se merece  por su  ejem- plar comportamiento». No prosperó el expediente, siéndole denegada dicha condecoración por reso- lución del Ministerio del Ejército en 1948..
 
El Padre Indalecio se licenció al regresar de Ru- sia en julio  de 1942.  Con  autorización de su Ordi- nario de León,  acabó incardinándose en la diócesis de Madrid. Después de un tiempo en la Beneficien- cia Provincial de «San  Carlos», se entregó de lleno a su labor pastoral como capellán nacional del FJ. Junto a otros sacerdotes, atendió material, doctri- nal y espiritualmente, a miles de muchachos. Estuvo de capellán en muchos turnos de campamento; es- cribió un devocionario (Hacia Dios. Devocionario y directorio de la Juventud Española); e impartió cla- ses y charlas en la sede  Nacional del FJ, en la Es- cuela de Mandos «José Antonio», y en la Escuela de Capacitación Social de Trabajadores del Ministerio del ramo. Siguió colaborando con la Hermandad de la  División Azul,  llegando a  ser  Presidente de  su Junta Provisional de  Gobierno durante los  años
1953–1955. Casó a unos cuantos divisionarios, bau- tizó a muchos de sus hijos y laboró incansablemente para que fueran repatriados los prisioneros que aún padecían en el Gulag Soviético.
 
Falleció en julio  de 1960.  A parte de sus  parien- tes de sangre, su desaparición causó gran pesar en el FJ y en las hermandades divisionarias. Entre mu- chas otras expresiones de cariño que se publicaron por aquellos días sobre nuestro capellán, véase lo es- crito en la revista Hermandad: «El era ayer, muerto, el símbolo vivo de la unidad y de la afirmación de uno de los valores  más  trascendentes, el realizador  de la gran virtud del sacrificio, de la lealtad de una  inmu- table línea de conducta que sólo se dirigió al servicio del deber. Desde los más  humildes a los más  podero- sos, todos  cuantos conocían al Padre Indalecio le re- sumían en estas palabras: era un  santo y era un  hé- roe» Los reconocimientos públicos y las medallas no garantizan la categoría de la persona que los recibe, pero algo  indica que  al Padre Indalecio le fueran concedidas 21 condecoraciones militares.

Descanse en paz.

Si nadie lo remedia el padre Indalecio Hernández perderá su calle rotulada en Madrid, por decisión del actual ayuntamiento.


 

 


                                                                                                                                                                                     
                                                                                                                                                                                    



 
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