Viernes, 29 de noviembre de 2024

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Sentido de los milagros, según los Padres

por Corazón Eucarístico de Jesús

Los milagros y curaciones que narran el evangelio, no son relatos míticos, sino reales, actuaciones concretas que hizo Jesús. Pero más que la curación de unos enfermos concretos, los milagros y curaciones son un signo del obrar divino de Jesús, un signo de su mesianidad, de que el Reino de Dios ha llegado.
 
La moderna teología y exégesis liberal niegan su carácter de verdad a las curaciones y milagros y las ven como símbolos liberadores de la opresión, de la opción por los pobres, negando su historicidad y su valor salvador. Pero la exégesis católica coincide con la lectura e interpretación que en su momento hicieron los Padres de la Iglesia.
 
El sentido de los milagros va más allá de la materialidad de una curación. Adquieren un carácter de testimonio, de auto-revelación de Jesús.
 
"El Señor de las potencias y el iniciador de la salvación humana, como Dios bueno y misericodioso, daba con abundancia la curación de la medicina celeste: liberaba a los oprimidos por el diablo, ahuyentaba a los espíritus inmundos y eliminaba todo padecimiento y enfermedad corporal mediante la palabra de su poder divino; para mostrar que había venido a traer la salvación del género humano y para evidenciar por medio de semejantes prodigios que era Dios, ya que nadie puede realizar signos tan grandes de poder, sino sólo Dios" (Cromacio de Aquileya, Com. Ev. San Mateo, trat. 40,3).
 
Lo exterior curado era signo real de la curación más interior, la sanación del pecado, que a todos los hombres incumbe, a todos alcanza, por el sacrificio en la cruz del Redentor. Es algo más que la simple filantropía o asistencia social: Cristo apunta al verdadero y radical mal, la enfermedad del pecado que lleva a la muerte.
 
"¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios? Y por esto, el Señor, para mostrar que le había perdonado los pecados al paralítico, ofrece además, mediante el restablecimiento de la salud corporal, unsigno de su poder divino; para que los impíos escribas, convencidos al menos por este signo, creyeran que se les había perdonado los pecados al paralítico y reconocieran aquello que negaban: que Cristo era Señor y Dios" (Id., trat. 44,2).
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