D. Javier y los romanones. Otra vez.

Al igual que reza la copla: “como la falsa moneda, que de mano en mano va, y ninguno se la queda”, el caso Romanones salta a los medios una y otra vez, en una espiral que parece no tener fin (y lo que te rondaré morena):

http://infocatolica.com/?t=noticia&cod=24052

Y en este país nuestro, donde casi todos albergamos a un entrenador de fútbol, a un presidente del gobierno, a un teólogo y a un juez, los mentideros que hoy son las redes sociales hierven con comentarios de todo tipo. En su mayoría, como tantas veces, condenando a D. Javier. Y aparentemente, hay sobrados motivos para hacerlo; tenemos a un juez luchando por descubrir la verdad en un oscuro caso, y a un arzobispo que parece empeñado en obstruir la justicia…

Podríamos entrar en un debate sobre el derecho civil y el canónico, sobre tecnicismos, sobre el Concordato con la Santa Sede, la separación Iglesia-Estado, etc. Yo al menos me pierdo. Pero sí hay algunas cosas que tengo claras:

-En el auto del juez instructor encontramos un aire de “chulería”, de descarada ironía y de amenazas. Se atisba, una vez más, la búsqueda de ese momento de gloria que preocupantemente se está extendiendo entre los magistrados de nuestro país.

-El arzobispo no tiene ninguna necesidad de encubrir a nadie, sacerdote o laico. Por más que se nos venda la figura del obispo encubridor, al que parece que le pagan por mantener en su puesto a curas delincuentes, D. Javier no permitiría jamás que siguiese en su puesto alguien que pudiese hacer daño a sus ovejas. Quien diga lo contrario, falta a la verdad.

-D. Javier no actuará contra su conciencia. Nunca. Sea lo que sea lo que ésta le dicte. Se equivoca en este aspecto quien pretenda amedrentarlo  con amenazas.

-La manida historieta en este asunto de “papa Francisco bueno, arzobispo D. Javier malo”, tampoco cuela ya. En su día asistimos a la cariñosa acogida de Francisco al arzobispo cuando más arreciaba la tormenta.

Al final, lo que tenga que ser, será. La Congregación para la Doctrina de la Fe determinará las responsabilidades canónicas, y el juez de Granada las civiles. D. Javier seguirá en Granada hasta que así lo determinen en el Vaticano. Un día, un mes, un año o diez. Pero hasta que llegue ese momento, abrazará la cruz, la que sólo él y Dios conocen. Y ni jueces ni periodistas, ni sacerdotes rebotados, ni fieles quejosos harán que la suelte. Eso se lo puedo asegurar. 

Donde unos ven valentía, habrá otros que vean locura, cabezonería, orgullo, prepotencia o despotismo. A él esto no le importa, eso también está claro. Como también que esta diócesis requiere su vida, y él no la guarda. Esto quizás lo vean pocos en esta vida, pero tranquilos; tenemos una eternidad por delante (Dios quiera que en el paraíso), para apreciar lo que se escapa a nuestros ojos y entendimiento… 

Me quedo con la frase de Aragorn a Eowen en “Las dos torres”: mi señora, llegará el momento del valor reconocido…