Miércoles, 16 de octubre de 2024

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Reconócelo: Te da vergüenza pedir donativos

Desde niños, nuestros padres y la sociedad, nos ha condicionado que, pedir dinero, es una muestra de mala educación y vulnerabilidad. Tememos que si pedimos, sin entregar nada a cambio, podemos ser tachados de fracasados, vagos, irresponsables o incluso de estafadores.

Pero si, entre tus funciones, responsabilidades o compromisos, te corresponde recaudar fondos para trabajar por la dignidad o felicidad de los demás, sí o sí, tendrás que dejar a un lado ese “respeto humano”.

Te daré algunos argumentos que te ayudarán a vencer los estereotipos y la ansiedad, que te produce, pedir donativos:

  • No estás pidiendo dinero para ti. Estás recurriendo a la solidaridad, para ayudar a una persona que realmente lo necesita. Una persona a la cual, seguramente, nadie ayudaría si no existiera tu causa.
  • El mayor beneficiado de un donativo, es precisamente quién da el donativo. ¿Cuántas veces hemos escuchado que “es mejor dar que recibir”? Hay muchos estudios científicos que lo demuestran. Recientemente el la Universidad de Chicago demostró que la felicidad es mayor y más duradera cuando somos generosos, en comparación de cuando recibimos un regalo.
  • Motivar, con prudencia y creatividad, a dar un donativo, contribuye a que esa persona construya el hábito de la generosidad. Le estás ayudando a llenarse de un placer y una satisfacción duraderas, haciéndole sentir “mejor persona”.
  • Muchas personas están dispuestas a ayudar a aquellos que lo necesitan, siempre y cuando se les pida de manera respetuosa y se les explique la situación con sinceridad, dándoles la oportunidad de “devolver algo a la vida”, que tan generosa ha sido con ellos.

Desde el punto de vista de nuestra fe y creencias, los argumentos son más contundentes y trascendentales:

1. Fuimos creados por Dios a Su imagen y semejanza. Esto implica que fuimos creados por amor y para el amor. La sociedad se ha encargado inculcarnos la falsa necesidad de acumular bienes, más allá de los indispensables, y “olvidarnos” de las necesidades de nuestros hermanos.

2. El amor y la caridad son el mandamiento más importante que nos dejó Jesucristo.

3. Ayudar a alguien a encontrarse con ese amigo, amoroso y cercano, que nunca falla: Jesucristo, es darle una felicidad y un sentido de la vida, que ya nadie, ni nada, podrá arrebatarle.

4. La salvación de una sola alma, vale la pena. Por una sola alma Jesucristo también se hubiera encarnado, crucificado y resucitado. Trabajar para que muchas personas alcancen la vida eterna, se convierte en la más sublime y apremiante causa, por la cual debemos desvivirnos.

Hagamos nuestras las palabras del Papa Pio XI: “No os avergoncéis ni seáis negligentes, venerables hermanos, en haceros como mendigos por Cristo y por la salvación de las almas…”

Te invito pues, a desterrar los estereotipos negativos de pedir dinero y buscar -con alegría, convicción y arrojo- la solidaridad de los demás. Solo con los donativos de los demás, podremos hacer que nuestra causa crezca y pueda ayudar a más personas a alcanzar la dignidad y la salvación, que todo ser humano merece y anhela.

Para terminar, quiero contarte una anécdota: Cuando al “rey Pelé” le preguntaron cómo había logrado meter 1.000 goles en el mundo profesional -algo prácticamente imposible- él simplemente contestó: tirando 1.000.000 de veces a la portería.

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