Testamento espiritual de Juan Pablo II (1)
Testamento espiritual de Juan Pablo II (1)
Sobre la vida y la obra de Juan Pablo II creo que no es necesario hablar. Por dos motivos. Primero porque la hemos vivido detalladamente en su largo y profundo pontificado. En segundo lugar porque es demasiado amplia, gigantesca diríamos, imposible de comprimir en un espacio tan reducido como es este. Hay muchos libros, a todos los niveles, bibliotecas enteras, que se pueden leer con gran provecho. Nos limitamos a ofrecer su TESTAMENTO ESPIRITUAL. Hacemos la siguiente salvedad: como él fue escribiendo el Testamento a lo largo de su vida hasta que lo cierra definitivamente en el año 2.000, es largo. Por esta razón lo publico en dos entregas.
TESTAMENTO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
Primera parte
Testamento del 6 de marzo de 1979 (y añadiduras sucesivas):
"Totus Tuus ego sum"
En el nombre de la Santísima Trinidad. Amén.
"Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor" (cf. Mt 24, 42). Estas palabras me recuerdan la última llamada, que llegará en el momento en el que quiera el Señor. Deseo seguirle y deseo que todo lo que forma parte de mi vida terrena me prepare para ese momento. No sé cuándo llegará, pero al igual que todo, pongo también ese momento en las manos de la Madre de mi Maestro: "Totus tuus". En estas mismas manos maternales lo dejo todo y a todos aquellos a los que me ha unido mi vida y mi vocación. En estas manos dejo sobre todo a la Iglesia, así como a mi nación y a toda la humanidad. Doy las gracias a todos. A todos les pido perdón. Pido también oraciones para que la misericordia de Dios se muestre más grande que mi debilidad e indignidad.
Durante los ejercicios espirituales he releído el testamento del Santo Padre Pablo VI. Esta lectura me ha impulsado a escribir este testamento.
No dejo tras de mí ninguna propiedad de la que sea necesario tomar disposiciones. Por lo que se refiere a las cosas de uso cotidiano que me servían, pido que se distribuyan como se considere oportuno. Que los apuntes personales sean quemados. Pido que vele sobre esto don Stanislaw, a quien agradezco su colaboración y ayuda tan prolongada a través de los años y tan comprensiva.
Todos los demás agradecimientos los dejo en el corazón ante Dios mismo, pues es difícil expresarlos.
Por lo que se refiere al funeral, repito las mismas disposiciones que dio el Santo Padre Pablo VI (aquí hay una nota al margen: el sepulcro en la tierra, no en un sarcófago, 13.III.92). Con respecto al lugar, decida el Colegio cardenalicio y mis compatriotas.
"Apud Dominum misericordia
et copiosa apud Eum redemptio"
Juan Pablo pp. II
Roma, 6.III.1979
Tras la muerte, pido santas misas y oraciones.
5.III.1990
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Hoja sin fecha:
Expreso mi más profunda confianza en que, a pesar de toda mi debilidad, el Señor me conceda todas las gracias necesarias para afrontar, según su voluntad, cualquier tarea, prueba y sufrimiento que quiera pedir a su siervo, en el transcurso de la vida. Confío también en que no permita nunca que, a través de cualquier actitud mía: palabras, obras u omisiones, traicione mis obligaciones en esta santa Sede de Pedro.
* * *
24.II —1.III.1980
También durante estos ejercicios espirituales he reflexionado sobre la verdad del sacerdocio de Cristo en la perspectiva de ese tránsito que para cada uno de nosotros es el momento de la propia muerte. Del adiós a este mundo, para nacer al otro, al mundo futuro, es signo elocuente (añadido encima: decisivo) para nosotros la resurrección de Cristo.
Por eso, he leído la redacción de mi testamento del último año, realizado también durante los ejercicios espirituales. Lo he comparado con el testamento de mi gran predecesor y padre Pablo VI, con ese sublime testimonio sobre la muerte de un cristiano y de un Papa, y he renovado en mí la conciencia de las cuestiones a las que se refiere la redacción del 6.III. 1979, preparada por mí (de manera más bien provisional).
Hoy sólo quiero añadir esto: que todos debemos tener presente la perspectiva de la muerte. Y debemos estar dispuestos a presentarnos ante el Señor y Juez, y simultáneamente Redentor y Padre. Por eso, yo también tengo presente esto continuamente, encomendando ese momento decisivo a la Madre de Cristo y de la Iglesia, a la Madre de mi esperanza.
Los tiempos en que vivimos son sumamente difíciles y agitados. Se ha hecho también difícil y tenso el camino de la Iglesia, prueba característica de estos tiempos, tanto para los fieles como para los pastores. En algunos países (como, por ejemplo, en uno sobre el que he leído durante los ejercicios espirituales), la Iglesia se encuentra en un período de persecución tal, que no es inferior a las de los primeros siglos, más aún, las supera por el nivel de crueldad y de odio. "Sanguis martyrum, semen christianorum". Además de esto, muchas personas desaparecen inocentemente, también en este país en el que vivimos...
Una vez más, deseo encomendarme totalmente a la gracia del Señor. Él mismo decidirá cuándo y cómo tengo que terminar mi vida terrena y el ministerio pastoral. En la vida y en la muerte "Totus Tuus", mediante la Inmaculada. Aceptando ya desde ahora esa muerte, espero que Cristo me dé la gracia para el último paso, es decir, la Pascua (mía). Espero que también la haga útil para esta causa más importante a la que trato de servir: la salvación de los hombres, la salvaguarda de la familia humana y, en ella, de todas las naciones y pueblos (entre ellos, me dirijo también de manera particular a mi patria terrena); que sea útil para las personas que de manera particular me ha confiado, para la Iglesia, para la gloria del mismo Dios.
No deseo añadir nada a lo que ya escribí hace un año: sólo expresar esta disponibilidad y, al mismo tiempo, esta confianza, a la que me han impulsado de nuevo estos ejercicios espirituales.
Juan Pablo pp. II
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"Totus Tuus ego sum"
5.III.1982
Durante los ejercicios espirituales de este año he leído (varias veces) el texto del testamento del 6.III.1979. Aunque lo sigo considerando provisional (no definitivo), lo dejo en la forma en la que está. No cambio (por ahora) nada, y tampoco añado nada por lo que se refiere a las disposiciones que contiene.
El atentado contra mi vida, el 13.V.1981, en cierto sentido me ha confirmado la exactitud de las palabras escritas en el período de los ejercicios espirituales de 1980 (24.II 1.III).
Siento cada vez más profundamente que me encuentro totalmente en las manos de Dios y me pongo continuamente a disposición de mi Señor, encomendándome a él en su Inmaculada Madre (Totus Tuus).
Juan Pablo pp. II
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5.III.1982
En relación con la última frase de mi testamento del 6.III.1979 ("Sobre el lugar, es decir, el lugar del funeral, que decida el Colegio cardenalicio y mis compatriotas"), aclaro que me refiero al arzobispo metropolitano de Cracovia o al Consejo general del Episcopado de Polonia. Por otra parte, pido al Colegio cardenalicio que, en la medida de las posibilidades, acceda a las posibles peticiones de los antes mencionados.
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1.III.1985 (durante los ejercicios espirituales):
Vuelvo sobre lo que se refiere a la expresión "Colegio cardenalicio y mis compatriotas": el "Colegio cardenalicio" no tiene obligación alguna de consultar sobre este asunto a "mis compatriotas"; puede hacerlo si, por algún motivo, lo considera conveniente.
JPII