Sueños de una primavera eucarística
El término "primavera eucarística" lo ha acuñado Benedicto XVI.
¿Podríamos soñar con él?
Sería algo hermoso: la vida de nuestras parroquias, y por tanto la vida de cada uno de nosotros, girando en torno a la Eucaristía, con una piedad sólida, cimentada en la Santa Misa diaria, la oración ante el Sagrario y la adoración al Santísimo expuesto.
Es verdad que existe hoy un resurgir en la vida eucarística de muchas parroquias (¿podríamos añadir de muchos colegios católicos, de muchas iglesias conventuales, de muchos fieles?), y el Papa lo ve con esperanza describiendo los tres puntos fundamentales que a todos nos atañen:
"Quiero afirmar con alegría que la Iglesia vive hoy una «primavera eucarística»: ¡Cuántas personas se detienen en silencio ante el Sagrario para entablar una conversación de amor con Jesús! Es consolador saber que no pocos grupos de jóvenes han redescubierto la belleza de orar en adoración delante del Santísimo Sacramento. Pienso, por ejemplo, en nuestra adoración eucarística en Hyde Park, en Londres. Pido para que esta «primavera eucarística» se extienda cada vez más en todas las parroquias... El venerable Juan Pablo II, en la encíclica Ecclesia de Eucharistia, constataba que «en muchos lugares (…) la adoración del Santísimo Sacramento tiene diariamente una importancia destacada y se convierte en fuente inagotable de santidad. La participación fervorosa de los fieles en la procesión eucarística en la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo es una gracia del Señor, que cada año llena de gozo a quienes participan en ella. Y se podrían mencionar otros signos positivos de fe y amor eucarístico» (n. 10).
...Renovemos también nosotros la fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Como nos enseña el Compendio del Catecismo de la Iglesia católica, «Jesucristo está presente en la Eucaristía de modo único e incomparable. Está presente, en efecto, de modo verdadero, real y sustancial: con su Cuerpo y con su Sangre, con su alma y su divinidad. Cristo, todo entero, Dios y hombre, está presente en ella de manera sacramental, es decir, bajo las especies eucarísticas del pan y del vino» (n. 282).
Queridos amigos, la fidelidad al encuentro con Cristo Eucarístico en la santa misa dominical es esencial para el camino de fe, pero también tratemos de ir con frecuencia a visitar al Señor presente en el Sagrario. Mirando en adoración la Hostia consagrada encontramos el don del amor de Dios, encontramos la pasión y la cruz de Jesús, al igual que su resurrección. Precisamente a través de nuestro mirar en adoración, el Señor nos atrae hacia sí, dentro de su misterio, para transformarnos como transforma el pan y el vino. Los santos siempre han encontrado fuerza, consolación y alegría en el encuentro eucarístico. Con las palabras del himno eucarístico Adoro te devote repitamos delante del Señor, presente en el Santísimo Sacramento: «Haz que crea cada vez más en ti, que en ti espere, que te ame»" (Benedicto XVI, Audiencia general, 17-noviembre-2010).
Una primavera eucarística, un renacer de la espiritualidad que tiene por centro la Eucaristía incluye:
- La Misa dominical, deseada, orada, participada, con amor. Nunca llegando tarde, sino con tiempo para disponerse interiormente; no saliendo a la carrera sino orando un poco después dando gracias; jamás celebrada a la carrera, con esos acelerones para la plegaria eucarística y la comunión, sino con el tiempo necesario, ritmo, devoción
- La Misa diaria: quien la descubre avanzará en el camino de la santidad y del apostolado y será el rato más precioso, más necesario, más intenso, de cada jornada.
- El Sagrario: entrar y orar ante el Señor en el Sagrario; la vela encendida señala su presencia en la iglesia; la genuflexión -rodilla derecha en tierra- como saludo reverente y orar arrodillados ante la Presencia de quien nos ama.
- La exposición del Santísimo en la custodia, semanalmente, para estar tiempo "amando al Amado".
Es triste y signo de ciertas carencias espirituales, que personas sumamente "comprometidas" en la catequesis, en las Cáritas, en las Hermandades, en... entran en la iglesia, hacen una genuflexión precipitada al Sagrario y corriendo se dirigen al despacho o a la sala de reuniones. ¿Acaso se puede vivir sin estar al menos 5 minutos encomendando las tareas que luego se van a realizar? O personas implicadas en la vida parroquial, que incluso casi cada día tienen algo que hacer en la parroquia, luego no valoran ni asisten a la Misa diaria, sino sólo a la Misa dominical. Hay que avanzar más en esta dirección.
Para una primavera eucarística sería necesario que en toda parroquia el Santísimo esté expuesto a la adoración pública en la custodia una o dos horas semanales, con silencio; y esto extensible a otras iglesias, Monasterios, oratorios, porque favorece que Cristo se pueda encontrar personalmente con cada uno de nosotros.
Por último -¿cómo solucionarlo?- la apertura de nuestras iglesias, el mayor tiempo posible, para facilitar que cualquiera pueda entrar y visitar al Señor en el sagrario, recogiéndose unos instantes ante Él.
Forjemos con estos principios nuestra conciencia, asimilándolos para nuestra vida cristiana y pongamos los medios para que nuestras parroquias, comunidades, colegios, etc., participen de la "primavera eucarística".
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