Amar es sufrir
El amor…, siempre se encuentra unido al goce pero en este mundo también al sufrimiento. Al menos en este mundo en que vivimos, porque conforme con nuestra fe en la otra vida que nos espera, el amor será siempre goce sin mezcla de sufrimiento o dolor alguno y un goce tal, que ahora nos es desconocido. Este goce emana del Sumo amor que es Dios. Como sabemos Dios es amor y solo amor (1Jn 4,16).Y este amor de carácter ilimitado, es el que sentiremos directamente, cuando seamos amados por Dios en su Reino, al ser Dios ilimitado lo que directamente emana de Él es también ilimitado. Y este goce de carácter ilimitado nos producirá una felicidad también ilimitada, que ahora también desconocemos, y todo ello iluminado con esa luz espiritual, no la material que conocemos sino una luz tan fantástica, que los apóstoles vieron en la cumbre del Thabor y que le hizo exclamar a San Pedro: ¡Señor. Que bien se está aquí!
Es por ello que San Pablo que nos dice: “Sé de un hombre en Cristo, el cual hace catorce años, si en el cuerpo o fuera del cuerpo no lo sé, Dios lo sabe, fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y sé que este hombre, en el cuerpo o fuera del cuerpo del cuerpo no lo sé, Dios lo sabe, fue arrebatado al paraíso y oyó palabras inefables que el hombre no puede pronunciar”. (2Co 12,2). Y este hombre era el mismo San Pablo que en esta misma epístola más adelante nos dice: “Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni la mente del hombre, pudo imaginar, cuales cosas tiene Dios preparadas para los que le aman”. (1Co 2,9).
Pero a sensu contrario de todo lo anterior, también en la otra vida, está la antítesis de todo esto. La antítesis del amor que es el odio, la antítesis de la felicidad, que es el sufrimiento y la antítesis de la luz que son las tinieblas. Esto es, a lo que se apuntan los que no aman a Dios espiritualmente, sino que solo ejercen un amor a sí mismo y los demás materialmente. Son los que carecen de interés en superar la prueba de amor a Dios, a la que estamos convocados todos los que llegamos a este mundo con el carácter de peregrinos, porque nuestra casa definitiva no está aquí. Aquí estamos cruzando un puente, y son muchos los que se quieren quedar aquí y construyen su casa en la mitad del puente.
Para los que estamos aquí cruzando el puente, amaos y sufrimos, tanto en el amor humano, como en el amor sobrenatural. Pero tanto en uno como en otro amor el sufrimiento nos lo genera el ver sufrir a nuestro amado. Un padre o una madre como es natural ama a sus hijos y este amor les produce a ambos muchos bueno momentos, satisfacciones y goces, más cuando son pequeños que de adolescentes y mayores y detrás de los hijos se encuentran los nietos, que son también carne de su carne y sangre de su sangre. Pero estos goces con más frecuencia de la que desearíamos tener, desaparecen convertidos en sufrimientos que suelen ser mayores en la medida en que los hijos crecen. Se sufre, cuando se ve que por enfermedad o por carencias económicas o tropiezos en su vida sentimental, las cosas no le salen derechas al hijo o a la hija que se ama. Desde luego que hay mucha disparidad en estos temas, porque cada cual cuenta la feria como le fue en ella y no hay dos casos iguales.
En lo que respecta al amor sobrenatural a Dios, tal como antes hemos ya dicho; los miembros de la Iglesia triunfante, no tienen ningún problema, ignoran lo que es el sufrimiento, incluso el sufrimiento que puedan tener sus familiares pertenecientes a la Iglesia militante, o sea nosotros, porque para ellos, tal como debería de ser para nosotros, lo importante ante todo, es el cumplimiento de la voluntad de Dios y aunque a nosotros nos cueste admitirlo, absolutamente la intervención divina en nuestras vidas, es total, Dios alcanza y lo dispone todo sea queriendo o permitiendo y todo lo que nos ocurre está dispuesto, por Dios para que nos acerquemos más a Él, pues lo que Él quiere, como fruto de su amor hacia nosotros, es que todos nos salvemos y pasemos a formar parte de la Iglesia militante y no de la purgante. Todos los males que a lo largo de nuestra vida hayamos podido sufrir, los que nos esperan, todos tienen una finalidad positiva para nosotros, porque tras nuestra purificación alcanzaremos nuestra gloria. Ya se sabe, que el principio básico en esta materia, nos dice que: Tras el sufrimiento siempre está detrás la felicidad.
Esto es más o menos, lo que nos sucede aquí abajo con el amor humano. Veamos ahora cuál es y debe de ser nuestra actitud con el amor sobrenatural. La parte de goces existe y es tremenda, para aquellas almas que se han entregado totalmente y sin reparo de ningún género al amor divino. Y también existe la parte de sufrimiento cuando se ama al Señor apasionadamente, porque el que así ama sufre con su cruz en esta vida que es lo de menos y con la Cruz del Señor que la acepta y la vive como propia. El sufrimiento en esta vida que nos otorga el amor sobrenatural, es decir el abrazarse a a divina Cruz como si fuera propia es un tema que merece una glosa aparte, por ello aquí ahora nos centraremos en los goces que les proporciona a las almas el amor y la entrega de ellas al Señor.
Jean Lafrance escribe diciendo: “Dios es un fuego devorador, un fuego que consume. Transforma en Él, todo lo que toca. No se puede pretender acercarse a Dios sin dejarse devorar por este fuego. Por eso la oración es una aventura peligrosa”. Son muchas las almas, de santos que en vida experimentaron el fuego del amor a Dios y otras que viven a nuestro alrededor y que lo están experimentando día tras día. En el Deuteronomio, se puede leer: "24 porque Yahvé tu Dios es un fuego devorador, un Dios celoso”. (Dt 4,24). Y en los evangelios se recogen las palabras del Señor que nos dice: "49 He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido! 50 Con un bautismo tengo que ser bautizado y ¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla! 51 « ¿Creéis que estoy aquí para dar paz a la tierra? No, os lo aseguro, sino división. 52 Porque desde ahora habrá cinco en una casa y estarán divididos; tres contra dos, y dos contra tres; 53 estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra”. (Lc 12,49-53).
Lo importante más que buscar el amor a Dios, sino dejarse amar por Él. Lafrance nos dice: “En los comienzos de la vida espiritual, se busca sobre todo el amar a Dios: al final, se comprende que basta con dejarse amar por Él”. Juan Pablo II nos decía: “Ser cristiano no es primariamente, asumir una infinidad de compromisos y obligaciones, sino dejarse amar por Dios”.
Dios nos ama de una forma incomprensible para nosotros. “Somos íntimamente amados, –escribe Nouwen- mucho antes de que nuestros padres, maestros, cónyuges hijos y amigos nos amen o nos lastimen. Ésa es la verdad de nuestras vidas, Ésa es la verdad que quiero que reclames para ti. Ésa es la verdad proclamada por la voz que dice: ‘Eres mi querido’. Escuchando esa voz con gran atención interior, oigo en mi corazón palabras que dicen: Te he llamado por el nombre, desde el comienzo mismo. Eres mío y yo soy tuyo. Eres mi amado en ti descansa mi predilección. Te he moldeado en las profundidades de la tierra y te he implantado en el seno de tu madre. Te he tallado con las palmas de mis manos y te he ocultado en la sombra de mi abrazo. Te miro con ternura y cuidados infinitos, con un cuidado más íntimo que el de una madre para con su hijo. He contado cada pelo de tu cabeza y te he guiado a cada paso. Dondequiera que vayas voy contigo, y dondequiera que estés te cuidaré. Te daré alimentos que satisfarán toda tu hambre, y bebidas que extinguirán toda tu sed. No te ocultaré mi rostro. Me conoces como a ti mismo, así como yo te conozco como a mí mismo. Me perteneces. Soy tu padre, tu madre tu hermano, tu hermana tu amante y tu cónyuge… Si hasta tu hijo… Donde estés ahí estaré. Nada nos separará jamás. Somos uno”.
Y por supuesto en atención al principio de reciprocidad mutua que se da en el amor, Dios ama más a quien más le ama. La madre Angélica escribe en su libro: “Lo que os digo es que, en la vida espiritual, Dios ama particularmente a los que enloquecen por su amor, ya que estos tienen el valor de entregarse plenamente al servicio de Nuestro Señor”. Y Edward Leen también nos asegura que: “La providencia y los cuidados del Señor se extienden a todas las obras de sus manos sin excepción, pero su amor lo otorga a aquellos que le han elegido con preferencia a todas las criaturas”.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.
- Libro. ENTREGARSE A DIOS.- www.readontime.com/isbn=8460975940
- Libro. DEL SUFRIMIENTO A LA FELICIDAD.- www.readontime.com/isbn=8460999858
- Libro. LA SED DE DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461316281
- Libro. ASEVERACIONES DEL SEÑOR.- http://www.readontime.com/ROT/dagosola/aseveraciones-del-senor_9788461557097.html
- 613m.- Fuego de amor al Señor 09-10-12
- 649j.- Llamaradas de amor 20-12-12
- 720v.- Gozar del fuego del amor divino 10-05-13
- 368m.- Mendigo de amor 30-05-11
- 634m.- El hambre del Señor 20-11-12
- 055d.- Sufrimiento y felicidad 20-09-09
- 125d.- La cruz de cada uno 07-02-10
- 252l.- Mi sufrimiento glorifica al Señor 18-10-10
- 358x.- Valor de nuestras angustias. 18-05-11
- 361m.- ¿Es bueno sufrir? 24-05-11
- 506v.- Sufrimiento y amor 09-03-12
- 661d.- Valor del sufrimiento 13-01-13
- 512x.- Amar y ser amados 21-03-12
- 526x.- Reciprocidad 18-04-12
- 700d.- Necesidad de reciprocidad en el amor 31-03-13
- 734v.- Reciprocidad eb el amor 07-06-13
La fecha que figura a continuación de cada glosa, es la de su publicación en la revista ReL, en la cual se puede leer la glosa de que se trate.
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