La medicina del Papa Francisco

                A estas alturas medio mundo sabe ya la oferta que el Papa hizo este domingo de su “medicamento”.  Vale este gesto por una Encíclica sobre la misericordia. A mí me ha gustado particularmente por ser rector del Santuario de la Divina Misericordia en Murcia (España).  El hombre de hoy necesita fuertes dosis de misericordia por activa y por pasiva. Hay un exceso de amenazas, de sentencias condenatorias, de violencia física y verbal… Y todo ello provoca tensión, miedo, inseguridad… De ahí la falta de paz interior y exterior, las rupturas, las crispaciones, la ansiedad que rompe los nervios más sólidos.

               Necesitamos mucha “misericordina”.  La plaza de San Pedro parecía este domingo una “Farmacia de guardia” abierta al mundo. Todos comprendieron –comprendimos- que el papa nos estaba ofreciendo la solución a nuestros males crónicos. Cuando uno lee el “Diario de Santa Faustina”  te das cuenta cual es el “talante” de  Cristo muerto y resucitado: la misericordia. El dijo a la santa polaca en una de sus primeras apariciones: Hija mía, se diligente en apuntar cada frase que te digo sobre Mi misericordia porque están destinadas para un gran numero de almas que sacaran provecho de ellas (Diario, 1142). En distintos momentos de su encuentro con Santa Faustina afirma el señor: “Te envío – dijo – a toda la humanidad con Mi misericordia.  No quiero castigar a la humanidad doliente, sino que deseo sanarla, abrazarla a Mi Corazón Misericordioso  (Diario, 1588).  Tú eres la secretaria de Mi misericordia; te he escogido para este cargo, en ésta y en la vida futura (Diario, 1605), (……) para que des a conocer a las almas la gran misericordia que tengo con ellas, y que las invites a confiar en el abismo de Mi misericordia”  (Diario, 1567).

            Nos pide el señor CONFIANZA en El. No nos puede defraudar ofreciendo simplemente una ilusión. El es la Verdad y no puede acallar el hambre de felicidad de los hombres con meras quimeras. Dios es Amor desde toda la eternidad. Se nos suele olvidar, y le disfrazamos de muchas apariencias que no se corresponden con la realidad. Pero un amor que exige correspondencia y no una esperanza indolente.

           : Pinta una imagen según el modelo que ves, y firma: Jesús, en Ti  confío  (Diario 47).  Quiero que esta imagen (…) sea bendecida con solemnidad el primer domingo después de la Pascua de Resurrección; ese domingo debe ser la Fiesta de la Misericordia “  Diario, 49). Y una estampa con esta imagen iba dentro de ese “medicamento” que el Papa dispensó el domingo. Y una reproducción de la misma es fácil encontrar en casi todos los lugares de culto. En mi parroquia preside todo el templo, y continuamente estamos difundiendo toda la doctrina evangélica que encierra la imagen: Cristo gloriosos que bendice. El rayo blanco y rojo que salen de su corazón,  nos recuerdan el agua y la sangre que salió de su costado tras la lanzada, y que representan la gracia y el sacrificio. Y una jaculatoria sencilla que debemos repetir: JESÚS, EN TI CONFIO.

Hace un mes hemos celebrado en nuestro Santuario el I Simposio Nacional del Apostolado de la Divina Misericordia. Cientos de personas tuvieron la oportunidad de recordar y de celebrar el amor de Dios. Y se notaba la alegría de los que experimentaban en sus vidas la misericordia divina.

No es esta una devoción más. Nace del mismo corazón de Dios encarnado en Cristo, que pasó por la vida haciendo el bien, ofreciendo su sacrificio por nosotros. El mismo Jesús dice a Santa Faustina: Di a las almas que si no creen en mis palabras, al menos que crean en mis llagas.

Esta “medicina” nos ha de fortalecer para vivir las obras de misericordia,  que es la acción que se desprende de un compromiso tan grande con el Amor: “Esta imagen ha de recordar las exigencias de Mi misericordia, porque la fe sin obras, por fuerte que sea, es inútil”.

No estábamos en la Plaza de San Pedro para recibir la cajita ya famosa de “misericordina”. Pero yo aconsejo que leamos el “Diario de Santa Faustina” completo, o al menos las frases escogidas que nos ofrecen distintas publicaciones. Merece la pena buscar la salud del alma dejándonos querer por Dios y amando sinceramente nosotros. “Al final de nuestra vida seremos juzgados de cómo hemos amado”, dice San Juan de la Cruz.

Juan García Inza