No me atrevería a decir si son muchos o pocos…, los viven gozosos en el fuego del amor de Dios, porque no existen estadísticas, ni nunca podrán existir. La razón es bien simple, ya que los que viven en la plenitud del amor a Dios, son muy celosos de su intimidad con el Señor y solo por orden de un superior o porque tiene la evidencia de que sus experiencias espirituales, puede ayudar a otros, es por lo que algo nos cuentan, pero siempre con el deseo de permanecer ocultos, pues ellos mejor que nadie, tiene plena constancia de su humildad, y saben que con la ignorancia de los demás, esta se preserva. Toda la gloria es del Señor y Dios nos libre de pretender adjudicarnos algo que no es nuestro, es preferible robar algo antes en el Corte inglés, que robarle al Señor, aunque solo sea una pizca de su gloria.
Todo creyente sabe que si vive en gracia y amistad con el Señor, la Santísima Trinidad inhabita en su alma y él es un templo vivo de Dios, es una piedra grande o pequeña, de acuerdo con el grado de amor que haya alcanzado su alma, en el Templo que representa el Cuerpo místico de Dios, aunque él se considere siempre una pequeña piedra. Y esta realidad espiritual, beneficia todo el Cuerpo místico, lo mismo que a él le perjudican, todas las ofensas que uno haga. El Cuerpo místico de Dios, cuya cabeza es Jesucristo, se engrandece y todo él participa de la intensidad, bondad y cuantía de nuestro amor al Señor, lo mismo que le hacen daño todos los pecados personales de sus miembros.
El Señor nos ama de una forma tal, que es inimaginable para nosotros que somos unas criaturas limitadas, solo capaces de actuaciones limitadas. Pero el amor de Señor, al ser este un Ser ilimitado en todas sus manifestaciones, su amor también lo es, por lo que Él cuando ama, nos ama ilimitadamente, como ilimitadas son todas sus manifestaciones. El Señor nos ama de dos formas, una genérica y la otra personal. Pongamos un ejemplo: Una madre tiene varios hijos y a todos los ama, y como no va a amarlos si son carne de su carne y sangre de su sangre; según ella a todos los ama por igual, y así se le llena a ella la boca de decirlo, por lo que habría de aplicarle el refrán que dice: Dime de que presumes y te diré de qué careces, porque en lo secreto de su corazón siempre hay uno o dos especiales, sea esto por la razón que sea, porque son más cariñosos con ella o quizás porque los ve más necesitados de cariño o los ve mas débiles o desamparados. Es decir ella tiene dos clases de amores no excluyentes, un amor genérico y otro individual o personalizado, al igual que el Señor nos ama a nosotros.
Algo parecido le pasa al Señor con nosotros, nos quiere a todos, pero existen los que son amados de un amor especial. Son aquellas personas que se han volcado y se vuelcan continuamente con Él, son esa clase de personas que tiene un alma ya madura y desarrollada. Y de la misma forma que sus cuerpos respiran, su alma ama más y mejor de como respiran sus cuerpos. En las iglesias orientales, está muy extendida la idea de que nuestra oración debe de estar acompasada a nuestra respiración. Son personas en las que el gozo de amor al Señor, es tan fuerte que, aunque sea solo un poco, perciben ya la felicidad eterna que nos espera y la disfrutan aquí abajo, en dosis muy pequeñas, pero que si los demás las percibiésemos, nos parecería una enormidad, ya que estamos lejos de esa situación. Y sin embargo no nos es imposible llegar a ella, porque en la vida espiritual, la voluntad juega un papel muy importante, más que en la vida material, porque espiritualmente hablando: Querer es siempre poder, el que quiere puede porque tiene siempre de su lado el poderoso brazo del Señor. El problema consiste en tener voluntad de aprovecharnos de la fuerza de ese divino brazo.
El Señor desea que todos nosotros, probemos ya en esta vida, un poco de la que nos espera y empecemos a ser felices ya. Porque feliz, es ya aquí abajo el que es pobre de espíritu; el que esta desligado de los apetitos de posesión de bienes materiales; el que carece de vanidad porque ha derrotado su soberbia; el que ve de verdad en los que le rodean hermanos a los que amar y no escalones para trepar en las empresas o en la política; el que vive pendiente de servir a los demás, pues sabe que sirviendo a otros es al Señor a quien está sirviendo; el que sabe muy bien que el Señor dejó dicho como aseveración suya que: “Pues al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado”. (Mc 4,24-25), y por ello no desperdicia ninguna ocasión, de aumentar sus gracias sacramentales, asistiendo diariamente a la eucaristía, rezando diariamente el rosario, leyendo temas que le interesen a su alma no a su cuerpo, no olvidado nunca la meditación delante del Santísimo, este expuesto o reservado en el sagrario, en fin pensando solo en el provecho de su alma y no de su cuerpo.
Son estas personas, que confían plenamente en el Señor, y por nada material se agobian pues toman en serio las palabras del Señor que nos dejó dicho: “Por eso os digo: No os inquietéis por vuestra vida, por lo que habéis de comer o de beber, ni por vuestro cuerpo, por lo que habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad como las aves del cielo no siembran, ni siegan, ni encierran en graneros, y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas? ¿Quien de vosotros con sus preocupaciones puede añadir a su estatura un solo codo? Y del vestido, ¿porque preocuparos? Aprended de los lirios del campo, como crecen; no se fatigan ni hilan. Pues yo os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana es arrojada al fuego, Dios así la viste, ¿no hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe? No os preocupéis, pues, diciendo: ¿Que comeremos, que beberemos o que vestiremos? Los gentiles se afanan por todo eso; pero bien sabe vuestro Padre celestial que de todo eso tenéis necesidad. Buscad, pues, primero el reino y su justicia, y todo eso se os dará por añadidura. No os inquietéis, pues, por el mañana; porque el día de mañana ya tendrá sus propias inquietudes; bástale a cada día su afán”. (Mt 6,25-34).
La carmelita descalza Edith Stein, escribía: “La confianza en Dios puede llegar a ser inamovible, pero solo si se está dispuesto a aceptar todo lo que venga de la mano del Padre. Solo Él sabe lo que nos conviene. Y si alguna vez fuese más conveniente la necesidad y la privación que una renta segura y bien dotada, o el fracaso y la humillación mejor que el honor y la fama, hay que estar también dispuesto a ello. Solo así se puede vivir tranquilo en el presente y en el futuro”.
Resumiendo, solo hay un camino para gozar el amor del Señor en esta vida, y es el de efectuar una entrega absoluta a Él, unida a una total confianza, en saber que todo lo que nos suceda es siempre lo Él dispone o permite que nos suceda, y lo dispone o permite el Ser que más nos ama, como si fuésemos todos y cada uno de nosotros hijos únicos de Él.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
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- Libro. EN LAS MANOS DE DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461231331
- Libro. RELACIONARSE CON DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461220588
- Los goces de amar a Dios. Glosa del 22-07-09
- Cortar la cuerda. Glosa del 07-05-10
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