Apreciar el amor
Todos sin excepción alguna, hemos sido creado por el Sumo Amor…, y por razón de amor y para el amor, lo que determina que necesitamos amar y ser amados. Y es ahí, en el amor, donde se encuentra la verdadera y autentica felicidad del ser humano en ese maravilloso bien espiritual que es el amor y no en ninguno de los bienes materiales que este mundo, a su paso por él, nos ofrece y no a todo el mundo. Porque todo lo que este mundo nos puede ofrecer, es siempre caduco y corruptible y nosotros somos poseedores de un alma eterna que está creada, para una clase de felicidad también eterna, y esta clase de felicidad aquí abajo es imposible encontrarla, porque no existe, solo podremos alcanzarla si nos salvamos y vamos al cielo, lo cual solo seremos capaces de lograrlo si amamos, porque el amor es la fuerza más poderosa que existe, porque al final ella es Dios, ya que Él es amor y solo amor (1Jn 4,16)
Y como consecuencia de la ya dicho, para el ser humano, para todos nosotros el amor es una necesidad de orden espiritual, se crea o no se crea en la existencia de Dios. Todo ser humano necesita amar y ser amado porque así se lo demanda su alma, de la misma forma que su cuerpo le demanda respirar y comer. Amar siempre depende de uno, pero el ser amado depende de los demás y esta es la razón por la que le damos más importancia al hecho de que nos amen, más que al hecho de amar nosotros.
Existe aquí en lo que podríamos denominar el juego del amor unas reglas, que son de aplicación a todo el mundo. Pero es de ver, que hay que distinguir entre el amor sobrenatural y el puramente humano de amor
Escribiremos primer sobre el amor humano, y diremos que este, no es otra cosa que una proyección en el hombre del amor sobrenatural divino, porque solo es Dios el creador de todo lo visible y
Por lo tanto de Él y solo de Él emana todo amor, porque Él en su esencia es Amor (1Jn 4,16). Por ello el que denominamos amor humano, nunca es eterno y su duración sea en recepción o en donación va siempre unido, al periodo de tiempo que tenga la vida de la persona de que se trate. El amor conyugal, por muy profundo e intenso que sea, nunca durará más tiempo que el de la vida de uno de los dos cónyuges. Igualmente nos sucede con el resto de personas que por razones familiares, de amistad o simple simpatía, desaparezcan de este mundo.
En el amor humano la reciprocidad y la fidelidad, que son dos características esenciales del amor, no siempre son, ni pueden ser tan puras, como lo son en el amor sobrenatural. Son muchos los factures materiales y otros interesas espurios los que contaminan el amor humano. Desgraciadamente ejemplos de esto, los estamos viendo continuamente, en matrimonios que no logran pasar de los primeros años, haciéndose los propios contrayentes unos desgraciados y lo que es peor, haciendo partícipes de su desgraciado y descarrilado amor, a unos niños de cortas edades que no aciertan a comprender lo que pasa y crecen en la idea de que eso es lo natural.
Pero el tema verdaderamente más importante en esta glosa, es para mí y espero que para muchos, la apreciación de nuestro amor sobrenatural. Una pregunta que todos nos deberíamos de hacer continuamente, es: ¿Nos sentimos amados por el Señor? No es la primera vez que escribo una glosa sobre este problema. Dado el principio de reciprocidad que es básico en el amor, es indudable que cuanto más amemos al Señor, más se volcará él en su amor a nosotros, pero: ¿Apreciamos nosotros ese amor? ¿Cómo podemos tomar consciencia de que Dios nos ama?
Si meditamos despacio sobre este tema, llegaremos a la conclusión de que Dios nos ama de dos formas diferentes. Esto no tiene nada de extraño, si tenemos presente que el Señor es ilimitado en todo y que quizás nos ame de otras formas, que nuestra limitada capacidad mental, es ahora incapaz de comprender. Pero veamos: Todos sabemos que Dios nos ama, entre otras razones, sencillamente porque nos ha creado y todo el mundo ama lo que crea. Cuando se toca este tema., enseguida te ponen de ejemplo, la belleza del mundo, la del universo, todo como creación divina que es admirada y disfrutada por el hombre y lo que es más fundamental, la suprema prueba de su amor a nosotros, su obra Redentora. El Señor sufrió por amor a nosotros, una agonía en Gethsemaní, de tal forma que llegó a sudar sangre y el sufrimiento en Gethsemaní fue seguido de una seguida de una prendición en la cueva de Gethsemaní, llevándolo desde allí, antes de ser crucificado, a soportar todos los suplicios y mofas de su verdugos con una brutal flagelación y coronación de espinas. A pesar de su agotamiento físico fue obligado aportar su propia cruz hasta el monte Calvario, lugar de su crucifixión y muerte. Solo un simple movimiento de uno de sus divinos dedos hubiese bastado para redimirnos de la esclavitud del maligno, pero el nos amó de tal manera que soportó todo sin una sola queja.
Pero dentro de este amor de carácter genérico, del que tenemos pruebas más que evidentes, tal como ya hemos expuesto en parte, es otra clase de amor, sin menospreciar este amor genérico, el que queremos apreciar en el Señor, es un amor más concreto es un amor específico del Señor sobre todas y cada una de las criaturas por el creadas. Porque es indudable que el Señor, dada su omnipotencia, puede amarnos individualmente a cada uno de nosotros como si fuésemos la única persona por Él creada, Y así es, el Señor nos ama a todos y cada uno de nosotros individualmente, pero nuestras almas en general, no son capaces de ver y apreciar este amor de carácter específico que Dios nos tiene a cada uno de nosotros.
Quizás más de una vez, hemos oído decir que Dios ama a todo el mundo por igual, y es cierto Dios ama a toda persona por el creado por igual sin importarle si ella acepta su existencia o la niega verbalmente o con las armas, asesinando a los que son creyentes. Dios no deja de querer a nadie, por ello dijo: “No tienen los sanos necesidad de medico, sino los enfermos. Id y aprended que significa “Misericordia quiero y no sacrificio”. Porque no he venido yo a llamar a los justos, sino a los pecadores”. (Mt 9,12-13). Genéricamente Dios quiere a todo el mundo, pero específicamente Dios ama a sus santos. Y esto tiene sentido si tenemos en cuanta lo que dice el Libro de los Proverbios: “Yahvéh se aleja de los malos, y escucha la plegaria de los justos”. (Prov 15,29).
Nos dice Royo Marín O.P. “Entre los santos y bienaventurados del cielo no todos gozan de igual poder de intercesión a favor nuestro. Depende, en primer lugar del grado de su proximidad a Dios, que responde al grado de su santidad; y además de la mayor o menor devoción con que nosotros imploramos su auxilio”. Y ese grado de proximidad al amor del Señor, ya aquí en la tierra, es el que marca las diferencias de amor específico que el Señor tiene entre las almas que aún habitan entre nosotros. El principio es bien claro, El Señor ama más al que más le ama, porque así es como lo determina una de las características esenciales del amor, la reciprocidad.
Y entonces, uno se puede preguntar: ¿Cómo puedo yo conocer la categoría de amor específico que Dios me tiene? Imposible no se puede saber. Solo aquellas almas muy entregadas al amor del Señor, puede llegar a sentir o apreciar que el Señor las ama, pero nunca en que grado o cuantía, porque el problema, no consiste en querer saber cuanto, sino en pensar que lo que damos es siempre una miseria, en relación a lo que recibimos.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.
- Libro. AMAR A DIOS.- www.readontime.com/isbn=978461164509
- Libro. ENTREGARSE A DIOS.- www.readontime.com/isbn=8460975940
- Ambito de amor. Glosa del 09-06-12
- El amor… es y no es. Glosa del 13-06-11
- Felicidad y amor. Glosa del 12-08-11
- ¿Por qué amamos? Glosa del 21-01-12
- Contacto físico en el amor. Glosa del 03-03-12
- Amar a Dios y ser amados por Él. Glosa del 21-03-12
- Reciprocidad. Glosa del 18-04-12
- Amor y conocimiento. Glosa del 22-04-12
- Contacto físico afectivo. Glosa del 17-08-10
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