Sombras de muerte
Vivir en sombras de muerte es lo que le ocurre a una gran mayoría de personas. Y lo peor que les ocurre, es que como no son conscientes de que su vida transcurre en sombras de la muerte, no siente una apremiante necesidad de abandonar estas sombras. Hace unos días vi en TV el anuncio de un reportaje que le hacían a una joven, que al parecer había tenido una conversión y el entrevistador le preguntaba: porque todos Vds. los que han tenido una conversión, ahora siempre están tan alegres y felices y la joven le contestó: Porque ya no vivo en las sombras, ahora he encontrado la luz. Esta contestación para cualquier persona que no conozca otra luz que la material le resultará absurda, porque evidentemente todos vivimos de noche en la oscuridad de la sombras y cuando sale el sol, vivimos bañados por la luz solar. Pero evidentemente la joven no se refería a la luz material, sino a la luz espiritual, que solo puede captarse por los sentidos de nuestra alma y que tanto goce y felicidad le da a quien la tiene.
Como quizás hayamos oído decir, a Zacarías padre de San Juan Bautista, le dejó mudo un ángel en el interior del Templo, por no haber aceptado la idea de que su anciana mujer Santa Isabel, prima de Nuestra Señora, iba a concebir un hijo al que tendría que ponerle el nombre de Juan. Nació en niño y los parientes querían bautizarlo con el nombre de Zacarías, su padre como estaba todavía mudo, tomó una tablilla y escribió Juan es su nombre, e inmediatamente se le soltó la lengua, y prorrumpió en un canto de alabanza conocido con el nombre de Benedictus, pues comienza diciendo: Bendito sea el Señor…… Este canto lo entonan por las mañanas en la hora del Laudes, todas las personas que cumplimentan la Liturgia de las Horas, antiguo y siempre Divino oficio, y como es lógico se lo saben de memoria, en especial la última estrofa que dice: “…. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz”. (Lc 1,57-79).
San Pablo nos dice: “Porque la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne. Ambos luchan entre sí, y por eso, ustedes no pueden hacer todo el bien que quieren. Pero si están animados por el Espíritu, ya no están sometidos a la Ley”. (Ga 5,1718). Y así es nuestra vida, una continua lucha entre nuestro cuerpo y nuestra alma, porque las apetencias de ambos son dispares. Nuestra alma es eterna y tiende a la eternidad a nuestra eterna felicidad, mientras que nuestro cuerpo es material y mortal, por lo que a él solo le interesa, aquello que dure el tiempo que el piensa durar, porque él fenecerá. Cada uno de los dos, ve todo de distinta forma y lo capta todo con distintos sentidos pues ambos disponen de sentidos. El problema nuestro, radica en que nos preocupamos más en desarrollar nuestro cuerpo y sus sentidos y nos olvidamos del desarrollo de nuestra alma y de sus sentidos, por ello en las primeras fases de nuestras vidas, salvo contados casos, en todo el mundo tiene todas las de ganar la lucha, nuestro cuerpo sobre nuestras almas. Cosa distinta era la situación de nuestros primeros padres. En Adán y Eva, en ellos su alma dominaba totalmente sus cuerpos y gozaban de los llamados bienes preternaturales.
Pero según avanza la vida en las personas, hay jóvenes a los que pronto alcanzan la dicha de que se les caen las legañas de los ojos de su alma, y ven con claridad, son casos de conversiones que suelen terminar en llamadas vocacionales. Para el que sigue sin ni siquiera haber comenzado el desarrollo de su vida espiritual, estos casos son inexplicables y si son jóvenes de la misma edad, suelen comentar: ¡No cabe duda les han comido el coco! El que ya es hombre maduro, piensa que es muy pronto y que antes ha de conocerse la vida y luego elegir. O sea, dicho en otros términos han de ofender a Dios pecando y luego arrepentirse. Conforme van pasando los años, también hay conversiones de personas en su madurez, pero lo que es más frecuente que ocurra, es que con el paso de los años el cuerpo va poco a poco derrumbándose y perdiendo hegemonía en su lucha frente al alma en la persona, que poco a poco va comprendiendo la necesidad de darle gusto a su alma, y desarrollar la vida espiritual de esta. Pero de todo hay en la viña del Señor, pues también los hay que con ochenta cumplidos, siguen viendo revistas y espectáculos pornográficos, ofendiéndole al Señor con su mente, que es lo único con lo que le pueden ofender ya.
La antítesis de la luz, como sabemos es la oscuridad producida por las tinieblas. Pero existe también, tanto una luz como unas tinieblas espirituales y a las sombras de las tinieblas espirituales, son a las que se refería la joven entrevistada en TV, como Zacarías el padre de San Juan Bautista. La luz espiritual, es la luz que emana de la divinidad del Señor. Dios es amor (1Jn 4,16) y de ese amor que Dios nace su luz, una luz de amor, por ello el Señor nos dijo: “Jesús les habló otra vez diciendo: “Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida”. (Jn 8,12). Y la luz de la vida, es una luz que no pueden captar los ojos de nuestro cuerpo, sino solo los de nuestra alma. Con los ojos de nuestro cuerpo nadie ha visto a Dios, ni lo verá nunca, porque cuando abandonemos este mundo, los ojos de nuestro cuerpo se quedarán con él, porque son materia corruptible, serán los ojos de nuestra alma los que tendrán la dicha de contemplar el Rostro de Dios, por ello cuanto más perfeccionemos los ojos de nuestra alma en esta vida, con un mayor desarrollo de nuestra vida espiritual, mayor será la gloria que tendremos en el más allá, pudiendo contemplar con mayor claridad el Rostro de Dios.
El teólogo dominico Royo Marín, nos dice que: San Agustín describe la gloria eterna a la que estamos destinados con estas tres palabras: veremos, amaremos, gozaremos. El evangelista San Juan, dice que en el cielo “veremos a Dios tal cual es”. (1Jn 3,2). Ello será posible, como enseña la teología católica gracias al lumen gloriae, que elevará y perfeccionará sobrenaturalmente el entendimiento de los bienaventurados para que puedan ver a Dios directa e inmediatamente tal como es en si mismo cara a cara como dice San Pablo “ahora vemos por un espejo y oscuramente, entonces veremos cara a cara” (1Cor 13,12). El lumen gloriae reforzará sobrenaturalmente la potencia de nuestro entendimiento para que pueda unirse directa e inmediatamente con la esencia misma de Dios. Amaremos a Dios en el cielo con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con toda nuestra mente y con todas nuestras fuerzas, porque le veremos tal como es y su infinita hermosura arrebatará nuestra alma en un éxtasis inmenso. Gozaremos; el gozo es pleno dice Santo Tomas cuando ya no queda nada por desear. Mientras permanecemos en este mundo es imposible alcanzarlo plenamente, puesto que todavía no poseemos a Dios por la visión y el gozo beatífico.
Mientras tanto, hasta que podamos ver, amar y gozar, lo nuestro ahora es, tratar de sacar de las sombras de muerte el mayor número de personas, que están en ellas atrapadas.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.
- Libro. CONVERSACIONES CON MI ÁNGEL.- www.readontime.com/isbn=9788461179190
- Libro. DEL MÁS ACÁ AL MÁS ALLÁ.- www.readontime.com/isbn=9788461154913
- El camino hacia la Luz. Glosa del 19-06-09
- Vela y espejos. Glosa del 05-0510
- Luz tabórica. Glosa del 28-0610
- Luz increada, luz participada. Glosa del 021010
- ¿Caminar en la luz o caminar en tinieblas? Glosa del 08-0411
- Luz material, luz espiritual. Glosa del 231011
- Luz en el corazón. Glosa del 161111
- Luz divina, luz de amor. Glosa del 22-0512
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