Domingo, 24 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

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Ojos azules

por El Blog de Juan del Carmelo

            El que acostumbra a leer, estas glosas…, sabe que de vez en cuando, el contenido de alguna de ellas se refiere a alguna historia que ha caído en mis manos y de la que trato de sacarle, su jugo espiritual. Porque todo lo que nos ocurre a nosotros y a todo el mundo, está o bien querido o permitido por el Señor. Él todo lo dispone y en todo interviene para nuestro bien, aunque haya muchas veces que no lo entendamos ni comprendamos, que esto es así. El Señor solo desea ardientemente una cosa y es que todos nos salvemos y seamos eternamente felices, en la contemplación de su Rostro, pero nosotros esto no lo vemos ni lo comprendemos y nos emperramos en buscar aquí abajo una felicidad material caduca que nos puede comprometer la felicidad espiritual y eterna que nos espera. Primeramente, transcribo la historia que nos ocupa y luego la comentaremos.

 

            Mary, era una linda niña de 3 añitos de edad... vivía en un país del norte de Europa, en una agradable casa frente al mar. Su familia era católica, y dado que el país no era mayoritariamente católico sino protestante, esto les obligada a su familia a tener un catolicismo más convencido y profundo, de lo que nos gastamos los católicos del sur.

            Ella amaba a su familia y admiraba los ojos azules de su padre, su madre y sus hermanos... Todos en la casa de Mary tenían ojos azules... Todos...menos ella, que los tenía profundamente oscuros, saltos de la genética. El sueño de Mary era tener ojos azules como el mar que ella contemplaba desde las ventanas de su casa. Ella deseaba los ojos azules más que ninguna otra cosa.

            Un día alguien de la familia dijo: “Dios responde siempre a todas las oraciones, está en los evangelios” y Mary a pesar de su corta edad, pasó todo el día pensando en esto. Por la noche antes de acostarse estando arrodillada al lado de la cama para dar gracias al Señor, como le había enseñado su madre, Mary rezaba de esta forma: "Papá del Cielo, muchas gracias porque creaste el mar que es tan hermoso. Muchas gracias por mi familia. Muchas gracias por mi vida Me gusta mucho todas las cosas que hiciste y haces. Pero... Me gustaría pedirte.... por favor... cuando me despierte mañana, quiero tener ojos azules como los de mamá, En el nombre de Jesús, amén”.  

            Ella tuvo mucha fe. La fe pura y verdadera de un niño. Y, al despertar, al día siguiente, corrió al espejo. Miró...y ¿cuál era el color de sus ojos ?... Continuaban castaños! ¿Por qué Dios no oyó a Mary? ¿Por qué no atendió su petición? Si la hubiese atendido, con nuestra mentalidad podemos pensar, que eso habría fortalecido su fe.

            Bueno… aquel día, Mary tuvo que aceptar que un NO también era respuesta, por parte del Señor y su madre la hizo comprender que cuando Dios no atiende una petición nuestra, Él tiene sus razones y estas son más poderosas que las  nuestras para justificar la petición. Mary era muy pequeña para comprender, pero si amor a su madre le ayudó a comprender y también comprendió que ella debería siempre de aceptar y confiar en el Señor. 

            Mary creció y años más tarde, su amor al Señor la llevo a entregarse a Él, y fue destinada como misionera a la India. Su trabajo se desarrollaba en una zona donde los niños y niñas pequeñas, eran vendidos por sus familias, que eran pobres y pasaban hambre para ser sacrificados en el templo. Mary con autorización de su superiora, se dedicó a "comprar niños para Dios". Mary los "compraba" para liberarlos de ese sacrificio. Pero, para poder entrar en los "templos" de la India, sin ser reconocida como extranjera, debía disfrazarse de mujer india:

            Puso polvo de café en su piel para oscurecerla, cubrió los cabellos, se vistió como las mujeres del lugar y entraba libremente en los locales de venta de niños. Mary podía caminar tranquilamente por todo el "mercado de compra y venta de niños", pues aparentaba ser una india.

            Un día, una amiga misionera la miró disfrazada y le dijo: ¡Uau, Mary! Todas tenemos ojos claros y solo tú puedes hacer lo que haces ¿Cómo te podrías disfrazar, si tuvieses ojos claros como todos los de tu familia? Qué Dios tan listo es al que nosotras servimos. Él te dio ojos muy oscuros, pues sabía que eso sería esencial para la misión que te confiaría en tu vida. Esa amiga no sabía cuanto había llorado Mary en su infancia por no tener ojos azules... Pero Mary pudo, finalmente, entender el porqué de aquel designio de Dios hacía tantos años atrás.

 

            Nada absolutamente nada de lo que nos sucede es casual, Dios rodo lo domina, todo lo tiene previsto, la casualidad no existe, pero es que no ya no existe en el desarrollo de nuestra vida materia, es que tampoco existe en nuestra propia vida espiritual, esto es lo que nos dice nuestra fe, pero frente a ella en la mente de los que no la tienen, el maligno instiga el “fatalismo”, que es la actitud que les hace vivir como víctimas pasivas de las circunstancias exteriores que escapan a nuestro control.

            El destino no existe ni juega pasadas a nadie, como nos hace creer el maligno, nadie es victima de su destino. Nosotros solo somos víctimas de nuestras propias estupideces ofendiendo al Señor.

            Nuestra relación con el Señor, es única. Él le tiene reservada una misión especial para cada de nosotros y solo la persona en cuestión puede desempeñar esta función en este mundo. Todo lo que nos ocurre, constituye una oportunidad para desempeñar la misión para la que el Señor nos ha creado y que probablemente no comprenderemos plenamente hasta llegar al cielo. Nuestra docilidad en aceptar nuestro papel en el desarrollo del Plan de Dios, tiene mucho que ver con nuestra felicidad, y no me refiero a la que nos espera en el más allá, sino en la que podemos llegar a alcanzar, durante nuestro paso por este mundo.

            El fatalismo musulmán, muchas veces ante una desgracia, les hace decir: “Estaba escrito”. Pues bien nada está escrito. El que ama al Señor, sabe perfectamente qué Él nos ama a todos con un amor inenarrable y ilimitado, propio de todo un Dios, y este amor de Dios a nosotros siempre es mayor en el que más le ama, pues la reciprocidad es básica en el desarrollo del amor. Y este amor del Señor a todo el género humano, como creación suya que es, para nuestro bien a veces que permite nuestro mal y para comprender esto apliquémonos este simple pareado:

                      Sea bueno o malo, lo que recibamos

                      de sus divinas manos viene,

                      y es lo que más nos conviene,

                      aunque no lo comprendamos.

           

            Nada hay escrito y solo la realidad de un inmenso amor de Señor a nosotros que no somos capaces ni de comprender ni de corresponder. Ten siempre la seguridad de que el plan de Dios para ti, es mucho mejor y más perfecto, que el que tu te hayas forjado en tu mente, porque el Señor es infinitamente mas sabio que tu.

 

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

 

            Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.

-          Libro. CONOCIMIENTO DE DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461179107

-          Libro. SANTIDAD EN EL PONTIFICADO.- www.readontime.com/isbn=9788461266357 

-          Plan de Dios. Glosa del 25-12-09

-          Planificación divina y humana. Glosa del 11-10-11

-          Docilidad en el Plan divino. Glosa del 23-07-12

 

            Si se desea acceder a más glosas relacionadas con este tema u otros temas espirituales, existe un archivo Excel con una clasificada alfabética de temas, tratados en cada una de las glosas publicadas. Solicitar el archivo a: juandelcarmelo@gmail.com

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