Agrupémonos todos, en la lucha final (1)
por Un obispo opina
No sé cómo me encontré estos días con la letra del himno de la Internacional que se cantaba durante nuestra guerra civil en los años anteriores al 36 y siguientes, y que también cantábamos los niños en las escuelas. Al verla escrita en estos días, me llamaron la atención algunas estrofas que podríamos cantar hoy también los católicos, aunque no con el mismo sentido con que las cantaban quienes las inventaron. Pensé que la letra de la misma podría contribuir, si no a unirnos, por lo menos, a acercarnos un poco más entre nosotros, sobre todo, ante la gran problemática en que se encuentra metido nuestro mundo.
Me llamaron la atención cuatro estrofas que voy a comentar. Supongo que no me van a caber los comentarios sobre las cuatro, por lo que me voy a centrar en dos, y las otras dos, en el próximo artículo.
La primera es como sigue:
1) Agrupémonos todos,
en la lucha final.
El género humano es
la internacional.
Si se entiende este agrupémonos todos en la lucha final, como un agrupamiento para luchar unos contra otros de manera violenta tal como se ha realizado en la historia, yo no me apunto a esa agrupación porque no entiendo la lucha de unos contra otros, sino la lucha contra el egoísmo que a todos nos esclaviza y ése es el verdadero enemigo contra el que hemos de luchar todos unidos. Por lo menos ése es el sentido que le podríamos dar los cristianos.
Con el paso del tiempo ya hemos visto cómo históricamente la revolución de unos contra otros no ha aportado soluciones, sino esclavitudes y opresiones. Cuando uno lee la historia del siglo pasado y de principios de éste… ya lo hemos visto los mayores: divisiones, tensiones y luchas por todos lados, destruyéndonos unos a otros. Es cierto que ha habido muchos heroísmos por todas partes, pero el mundo va siguiendo por un camino que no es de fraternidad sino de enfrentamiento y de tensiones entre unos y otros.
Y acabo con un comentario sobre la primera estrofa, aplicándonos los cristianos su letra. También yo hago mía la estrofa: “Agrupémonos todos, en la lucha final. El género humano es la internacional”. Agrupémonos los cristianos, los que creemos en Jesús, agrupémonos, digo, en la gran comunidad de hermanos que es la Iglesia.
Y la lucha no acabará mientras vivamos en este mundo porque el enemigo lo llevamos dentro; no llevamos dentro el amor, sino el egoísmo que nos va destruyendo a todos y hará ineficaces nuestros esfuerzos mientras no lo desterremos de nuestra vida.
La segunda estrofa también incide en nuestra conciencia cristiana al hablarnos de la fraternidad, considerándonos a todos como hermanos y con los mismos derechos:
2) El hombre del hombre es hermano
derechos iguales tendrán
la Tierra será el paraíso,
patria de la Humanidad.
Únicamente cuando defendamos los derechos de todos y rompamos barreras de división, podremos considerar el mundo entero como patria de todos.
Los cristianos somos conscientes de que la caridad debe ser nuestra única arma. Sólo la caridad y la unidad nos permitirán alcanzar la patria hacia la que estamos caminando, sin dejar de tener fijos los ojos en ella. Debemos luchar siempre con moral de victoria. Hemos oído de nuestro Maestro: “En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo" (Jn. 16, 33). Lo ha vencido con su muerte, con el sacrificio de su vida. Lo han vencido tantos hermanos nuestros también con su muerte; son nuestros mártires. Lo han vencido con su vida ejemplar entregada a los hermanos, pobres, enfermos, en tierras de misión y en barriadas humildes; son nuestros consagrados. Lo han vencido con sus actitudes de servicio en el matrimonio, en la política, en el trabajo, en la educación de la niñez y de la juventud; son nuestros seglares cristianos.
Sigamos todos luchando, pero con moral de victoria. Los cristianos sabemos que no podemos ser derrotados mientras luchemos por una sociedad más justa, viendo como hermanos a los demás, sean como sean, porque es el Señor quien lucha a nuestro favor o, mejor, viendo que somos nosotros quienes estamos luchando a su favor.
José Gea
Me llamaron la atención cuatro estrofas que voy a comentar. Supongo que no me van a caber los comentarios sobre las cuatro, por lo que me voy a centrar en dos, y las otras dos, en el próximo artículo.
La primera es como sigue:
1) Agrupémonos todos,
en la lucha final.
El género humano es
la internacional.
Si se entiende este agrupémonos todos en la lucha final, como un agrupamiento para luchar unos contra otros de manera violenta tal como se ha realizado en la historia, yo no me apunto a esa agrupación porque no entiendo la lucha de unos contra otros, sino la lucha contra el egoísmo que a todos nos esclaviza y ése es el verdadero enemigo contra el que hemos de luchar todos unidos. Por lo menos ése es el sentido que le podríamos dar los cristianos.
Con el paso del tiempo ya hemos visto cómo históricamente la revolución de unos contra otros no ha aportado soluciones, sino esclavitudes y opresiones. Cuando uno lee la historia del siglo pasado y de principios de éste… ya lo hemos visto los mayores: divisiones, tensiones y luchas por todos lados, destruyéndonos unos a otros. Es cierto que ha habido muchos heroísmos por todas partes, pero el mundo va siguiendo por un camino que no es de fraternidad sino de enfrentamiento y de tensiones entre unos y otros.
Y acabo con un comentario sobre la primera estrofa, aplicándonos los cristianos su letra. También yo hago mía la estrofa: “Agrupémonos todos, en la lucha final. El género humano es la internacional”. Agrupémonos los cristianos, los que creemos en Jesús, agrupémonos, digo, en la gran comunidad de hermanos que es la Iglesia.
Y la lucha no acabará mientras vivamos en este mundo porque el enemigo lo llevamos dentro; no llevamos dentro el amor, sino el egoísmo que nos va destruyendo a todos y hará ineficaces nuestros esfuerzos mientras no lo desterremos de nuestra vida.
La segunda estrofa también incide en nuestra conciencia cristiana al hablarnos de la fraternidad, considerándonos a todos como hermanos y con los mismos derechos:
2) El hombre del hombre es hermano
derechos iguales tendrán
la Tierra será el paraíso,
patria de la Humanidad.
Únicamente cuando defendamos los derechos de todos y rompamos barreras de división, podremos considerar el mundo entero como patria de todos.
Los cristianos somos conscientes de que la caridad debe ser nuestra única arma. Sólo la caridad y la unidad nos permitirán alcanzar la patria hacia la que estamos caminando, sin dejar de tener fijos los ojos en ella. Debemos luchar siempre con moral de victoria. Hemos oído de nuestro Maestro: “En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo" (Jn. 16, 33). Lo ha vencido con su muerte, con el sacrificio de su vida. Lo han vencido tantos hermanos nuestros también con su muerte; son nuestros mártires. Lo han vencido con su vida ejemplar entregada a los hermanos, pobres, enfermos, en tierras de misión y en barriadas humildes; son nuestros consagrados. Lo han vencido con sus actitudes de servicio en el matrimonio, en la política, en el trabajo, en la educación de la niñez y de la juventud; son nuestros seglares cristianos.
Sigamos todos luchando, pero con moral de victoria. Los cristianos sabemos que no podemos ser derrotados mientras luchemos por una sociedad más justa, viendo como hermanos a los demás, sean como sean, porque es el Señor quien lucha a nuestro favor o, mejor, viendo que somos nosotros quienes estamos luchando a su favor.
José Gea
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