Viernes, 29 de noviembre de 2024

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"Me gusta que reciba la Unción todos los años"

por Corazón Eucarístico de Jesús

"Es que a mí me gusta que reciba la Unción todos los años": frase terrible de alguien lleno de afecto hacia su familiar enfermo, que cree que el Sacramento de la Unción se administra cada año sin más al enfermo. Ahora, con suma delicadeza y tacto pastoral, hay que decirle que no es así y señalarle que está el sacramento de la Penitencia, de la Eucaristía y la Bendición de los enfermos, ya que ni hay grave peligro, ni una recaída grave ni una operación quirúrgica grave. 
Así se ha ido desfigurando la naturaleza, el sentido, los efectos de la Unción de enfermos, así como ignorar quién es Sujeto del sacramento y las condiciones para recibirlo.
 
Con esta catequesis buscamos quitar la idea ahora muy difundida de que la Unción de Enfermos hay que recibirla ¡¡cada año!!, una vez que se han cumplido los 65 años, y que todos los enfermos la deben recibir cada año.

Y quitar igualmente la mentalidad pastoral que agota toda celebración de los enfermos o de los ancianos con el sacramento de la Unción. ¿Y si ya lo han recibido? Pues hay otros ritos.
 
La santa Unción es un sacramento en cierto modo desconocido por los excesos y por los defectos; los excesos por cuanto se tiende a administrarlo indiscriminadamente a cualquier persona que haya cumplido los 65 años -aunque goce de buenísima salud- y se repite cada año como si fuera un sacramento anual; los defectos, cuando se retrasa hasta el último momento de agonía y en lugar del Viático se da la Unción cuando el enfermo está ya en coma o sedado: se sigue pensando que es Extremaunción y no Unción de enfermos, cuando el enfermo debe ir viviendo su enfermedad.
 
Se corre un riesgo, por no decir que se ha caído ya en un peligro: trivializar el Sacramento, de manera que parece que la Unción es un sacramento que todos, absolutamente todos los que ya hayan cumplido los 65 años deben recibirlo "por si acaso". El discernimiento sobre el "sujeto" del sacramento se omite y se pone el mero límite de la edad. No sería arriesgado afirmar que en muchos el Sacramento ha sido nulo, inválido, porque el sujeto no era apto para recibir el sacramento: ni estaba enfermo ni sufría graves inconvenientes y achaques por una avanzada ancianidad. Sumemos además que el Sacramento se reitera, es decir, se vuelve a celebrar sólo si ya hay una recaída grave y se ve un peligro real.
 
Sobre el sujeto y la reiteración de la Unción, prescribe el Ritual:
 

“Esta santa Unción debe ser conferida con todo cuidado y diligencia a los fieles que, por enfermedad o avanzada edad, vean en grave peligro su vida…

Este sacramento puede celebrarse de nuevo en el caso de que el enfermo, tras haberlo recibido, llegara a convalecer; puede también repetirse si, en el curso de la misma enfermedad, la situación llegara a ser crítica” (RU 8-9).
 
Evidentemente, lo mismo afirma el Catecismo de la Iglesia Católica, con otras palabras:
 
“En caso de grave enfermedad ...
 
1514 La Unción de los enfermos "no es un sacramento sólo para aquellos que están a punto de morir. Por eso, se considera tiempo oportuno para recibirlo cuando el fiel empieza a estar en peligro de muerte por enfermedad o vejez" (SC 73; cf CIC, can. 1004, §1; 1005; 1007; CCEO, can. 738).
 
1515 Si un enfermo que recibió la unción recupera la salud, puede, en caso de nueva enfermedad grave, recibir de nuevo este sacramento. En el curso de la misma enfermedad, el sacramento puede ser reiterado si la enfermedad se agrava. Es apropiado recibir la Unción de los enfermos antes de una operación importante. Y esto mismo puede aplicarse a las personas de edad avanzada cuyas fuerzas se debilitan”.
 
 
Hay que revisar la práctica pastoral de este Sacramento. Ni es Extremaunción (en el momento en que el moribundo está inconsciente), ni es un sacramento para "personas mayores" o "sacramento de la tercera edad", sino para situaciones de enfermedad grave, operación quirúrgica con riesgo para la vida y ancianos de avanzada edad que sufren serias limitaciones y achaques. El tono siempre es la gravedad en la enfermedad, en la operación quirúrgica o una ancianidad difícil que se vea un peligro real de muerte.
 
Cuando se celebra ´comunitariamente´ hay un criterio elemental: que el párroco o los sacerdotes lo anuncien con tiempo, sepan qué enfermos y qué ancianos lo deben recibir y quieren recibirlo, hacer un discernimiento sobre la situación de cada ´candidato´. Hacerlo de otra forma, acercándose quien quiera, es temerario, poco pastoral, irreverente.

Más grave aún esa insistencia por parte de sacerdotes en que todos los años lo reciban todas las personas que quieran, incluso los sanos, "por si acaso" ese año enferman para que así "vayan preparados". ¡¡Es desvirtuar este sacramento!! Basta leer el sentido que tiene en Sant 5,13ss, viendo a un enfermo postrado que llama a los presbíteros de la Iglesia porque ya no puede acudir por la enfermedad, y oran sobre él, sobre el enfermo, inclinándose por estar acostado en el lecho.

Santo Tomás y algunos autores hablan incluso de que este Sacramento de la Unción imprimía quasi-carácter, de manera que se recibe en un momento importante y grave y se reitera, como dice el Ritual ya citado, si "la situación llegara a ser crítica". En cierto modo, hay que compararlo con el sacramento de la Confirmación. Éste se vive una vez en la vida y uno queda sellado con el Don del Espíritu Santo. La Unción, que tiene ese quasi-carácter, sella con el Don del Espíritu Consolador en un primer momento de gravedad (inminente peligro de muerte, operación quirúrgica grave, ya la ancianidad avanzada y con achaques) y se repite si la gravedad ha aumentado o si una vez recuperado de la enfermedad, pasado un tiempo, vuelve a recaer.

La Unción de los enfermos (que no es anual, reiterable) administrada al inicio de una enfermedad grave y cuando hay una recaída que haga temer un fatal desenlace. Celebrar la Unción todos los años al enfermo, repitiéndola, es saltarse la disciplina de la Iglesia y trivializar buena parte de su contenido que es excepcional.

Todo esto bien preparado, es decir, evangelizando y catequizando al enfermo, para que sepa el sentido del Sacramento y cómo se celebra, así como confesarse antes examinando la conciencia.

Diferente sería, para enfermos con una enfermedad crónica y larga, duradera, que si ya recibió una vez el Sacramento de la Unción, cada año se celebre el oficio de la Bendición de los enfermos, con el Bendicional, y la imposición de manos del rito. Pero no es un sacramento, sino una ayuda extra del Señor, una bendición.
Para muchos que estando enfermos, no son enfermedades gravísimas ni viven sus últimos momentos, sino que soportan debilidad física e incluso moral (los achaques de la edad, por ejemplo), la Iglesia ofrece otro rito: para los ancianos o personas mayores, o para los enfermos que están estables, sin mejoras pero tampoco agravándose, y ya han recibido en su momento la Unción, habría que celebrar mejor un sacramental: la Bendición de los enfermos que puede alcanzarles la ayuda divina. Esta Bendición sí se puede repetir, por ejemplo, anualmente, con la Jornada del Enfermo o por la Pascua del Señor.

No todo en la pastoral con los enfermos es la Santa Unción, máxime cuando ésta se administra últimamente de manera que no parece sacramento de Enfermos (por gravedad, por estado grave de salud) sino casi como un sacramento de la ancianidad, a todos a partir de que hayan cumplido los 65 años y que se ponen en fila a recibirlo, cuando aún no son sujetos de este Sacramento de la Unción. Es una manera de trivializar el Sacramento.


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