El efecto "mejillón"
Atención al siguiente dialogo entre dos católicos:
- Oye , una pregunta: si a ti te dan un bofetón… ¿tú pones la otra mejilla?
- ¿Yo…? ¡Anda hombre! … ¡Qué voy a poner la otra mejilla! ¡Estaría bueno!
- Pues el Evangelio dice eso; que hay ponerla ...
- Sí, ya. Pero que quieres que te diga... yo no soy tan santo. Eso de poner la mejilla no va conmigo.
Es un dialogo inventado, pero no creo que nadie niegue que es muy verosímil.
Pues bien, yo diría que la manera de “razonar” de ambos contiene un doble error que irónicamente podría catalogarse de efecto “mejillón” (por eso de la inflación de la referencia evangélica a la mejilla)
Me explico:
Primer error:
Se coge una frase suelta del Evangelio, se deduce literalmente su sentido y de ahí se extrae la norma de conducta. Todo ello conduce a una incorrecta interpretación del sentido de la frase. No hay más que leer unas líneas antes en el mismo párrafo del Evangelio para comprobar lo absurdo de tal interpretación, pues de ser así deberíamos sacarnos un ojo, si el ojo nos hace pecar, o cortarnos una mano cuando la mano es ocasión de pecado. (ver Mt. 5, 38 y Mt. 5, 29)
Segundo error (quizá más grave):
Se asienta en el que así piensa una mentalidad según la cual se entiende que hay cosas que dice el Evangelio que están bien, pero que no son para cumplirlas. No niega que el Evangelio lo dice, pero está convencido que no es para llevarlo a la práctica, o simplemente que es para otros. Supongo que no hace falta explicar la burla a Cristo que esta conducta conlleva.
En resumen:
- Pensar que es de cristianos poner la otra mejilla cuando te abofetean es tan cierto como que es de cristiano sacarse un ojo cuando pecas a través de la vista. Ambas deducciones son incorrectas interpretaciones del Evangelio.
- Pensar que hay enseñanzas de Cristo en el Evangelio que están muy bien para escucharlas y aceptarlas, pero que no son para cumplirlas es una burla a Nuestro Señor que dio su vida por enseñárnoslo.
Porthos