Señor, ¿que más puedo hacer yo por Ti?
por Juan del Carmelo
Es esta una pregunta, que las almas ardientemente enamoradas de Dios continuamente se la están haciendo. Pero tanto para esta clase de almas, como para todas aquellas que a trancas y barrancas, dicen que le aman, pero no se lo demuestran, creo que nos es aplicable lo que a continuación escribo.
Amar a Dios, no es como algunos se imaginan, el comerse a los santos en las fiestas y en ocasiones señaladas y el resto del año si te he visto no me acuerdo. Tampoco es ser cofrade de una hermandad, y encapucharse el día de la procesión; cuando resulta que todo el mundo sabe quién es el que está detrás de la capucha, porque orondamente va en un lugar destacado de la procesión. “¡Ay de los que anchan sus filacterias y alargan las orlas del manto!” (Mt 23,5). Tampoco es cumplir maquinalmente con unas determinadas prácticas piadosas todos los días, ni tampoco es por supuesto, llevar una activa vida parroquial de rastrillos, y actividades en Cáritas y ni mucho menos cumplir escrupulosamente con el precepto dominical. Amar a Dios es mucho más que todo esto y el cumplimiento de determinadas actividades caritativas, en limosnas y donación de nuestro tiempo, con ardor no es que sean actividades reprobables, pero tiene carácter accidental y no son suficientes, para justificar que amamos al Señor.
Amar a Dios es hacer vibrar nuestro corazón, pensando en Él en todo momento. Es sentir el fuego del deseo de querer amarle más. Porque para amar a Dios, no debemos de olvidar que nosotros no podemos generar amor a Dios, ya que todo el amor siempre nace de Dios, así San Juan nos dice: "Nosotros amemos, porque él nos amó primero”. (1Jn 4,19). Dios es quien genera el amor, nosotros solo somos unos espejos donde se refleja el amor que Dios nos tiene y lo que hacemos es corresponderle. Por lo que nosotros, solo le amamos a Él, cuando somos espejos donde se refleje el amor que Él nos tiene. Nosotros solo podemos desear amarle y amarle más con el deseo, y ese deseo de amar, es ya de por sí en nosotros, es amor a Él. Si uno desea amar, sin darse cuenta ya está amando. Y en el alma se genera, ese amor que es un fuego que abrasa, pero no quema, y el alma de esta persona alcanza el milagro de la zarza ardiendo en el Horeb, que contempló Abraham.
El alma enamorada locamente del amor del Señor, es la que vive en una continua inquietud, por no satisfacer plenamente su deseo de demostrar el tamaño de su amor y por ello se pregunta reiteradamente: ¿Qué más puedo hace yo por el Señor?. Primeramente digamos, que amar a Dios es cumplir con su voluntad. Y cumplir la voluntad de Dios, no consiste en embarcarse en grandes obras, sino en cumplir día a día todas las minucias que hemos de realizar y hacerlo todo lo más perfecto posible. Las chapuzas no son propias de un alma que desea amar a Dios. No seamos chapuceros, aunque nadie nos vea, el Señor nos está viendo continuamente.
Las grandes obras, tanto en el orden espiritual como en el material, se han realizado siempre poco a poco, no de una tacada. Hay que construir ladrillo a ladrillo, y esto vale tanto para levantar una edificación material, como para construirnos nuestro Castillo interior espiritual, con las moradas que Santa Teresa nos describe.
El embarcarse en querer realizar grandes hazañas espirituales, tal como un conocido autor de libros espirituales decía, es querer cazar leones en el pasillo de nuestra casa. Es esta, una táctica muy usada por el maligno, que cuando ve que queremos realizar de acuerdo con nuestras fuerzas, algo que le va a molestar mucho a él, nos propone enseguida realizar algo mucho mejor y superior, pues conoce nuestras fuerzas, y sabe que lo superior nunca lo vamos a llevar a buen término y así nos desvía de hacer algo más modesto pero efectivo.
Limitemos nuestra actividad espiritual, a las pequeñas cosas de la vida, porque si Dios quiere encomendarnos algo fuera de lo normal, no nos preocupemos en tratar de adivinarlo, ya que Él tiene suficientes medios para encauzarnos a que hagamos lo que Él desea que hagamos. Pero sobre todo en lo que hagamos, seamos siempre constantes, la perseverancia agranda siempre nuestra labor y creceremos en amor a Dios y en vida espiritual, ya que tenemos que tener siempre presente, que en el desarrollo de la vida espiritual, pararse es retroceder. Cuanto más perseveremos mayor tamaño tendrá a los ojos de Dios, las pequeñas cosas, a las que nosotros no le damos importancia. Hay en el cielo más de un santo que han alcanzado una tremenda gloria, pasándose la vida barriendo con la escoba y limpiando las casas de otros.
Dios nos ha colocado en esta vida, para que seamos piezas de su Plan divino, no tratemos nunca de pensar que lo que hace fulano incluso en el orden espiritual, es más importante que lo que yo hago: esto es un algo que solo Dios lo sabe. Nosotros si queremos hacer algo más por Dios, perfeccionémonos en lo que hacemos y a lo que hemos sido llamados. Nunca menospreciemos nuestra labor, porque si ponemos empeño en hacerla bien estamos poniendo amor y demostrándole al Señor cuanto lo amamos.
Lo que hagamos, sea en el orden material o en el espiritual, hagámoslo siempre en el mayor grado de perfección posible, pues ya sabemos que se nos dijo: “Sed, pues, perfectos, como perfecto es vuestro Padre celestial”. (Mt 5,48).
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.
- Libro. AMAR A DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461164509
- Libro. ENTREGARSE A DIOS.- www.readontime.com/isbn=8460975940
- Libro. LA SED DE DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461316281
- Los goces de amar a Dios. Glosa del 22-07-09
- Amor incomprensible. Glosa del 03-12-09
- Imposible, no amar a Dios. Glosa del 26-07-10
- Verdaderamente, ¿yo amo a Dios? Glosa del 28-07-10
- ¿Es puro nuestro amor? Glosa del 14-09-10
- Sin amor es imposible. Glosa del 14-10-10
- Querer tener deseos de amarte, Señor. Glosa del 19-12-10
- Todo lo puede, el que ama al Señor. Glosa del 29-12-10
- Ensanchad el corazón. Glosa del 21-10-11
- Generosidad en el amor. Glosa del 25-10-11
- Generosidad en el amor al Señor. Glosa del 08-12-11