¿Escuchamos al Señor?
por Juan del Carmelo
Continuamente el Señor nos está hablando, pero no le escuchamos. Son muchos los que se quejan de que rezan y Dios no les escucha ni le contesta, y se equivocan de cabo a rabo. Desde luego que sí esperan que Dios les conteste por medio de frases pronunciadas con una voz humana, ¡van aviados! Dios es un ser espiritualmente puro, omnisciente, omnipotente y eterno, creador nuestro y de todo lo visible e invisible a nuestro ojos materiales de nuestra cara. Y para escucharle y comprenderle, no podemos partir desde un punto antropomórfico, que es lo nuestro y querer bajarle a él a nuestro pobre nivel; el camino es inverso, somos nosotros los que debemos de tratar de subir hacia Él y ajustarnos a Él, no pretender que sea Él, el que se rebaje a nuestras miserias, aunque es de reconocer que tanto nos ama, que una vez hace 2000 años ya los hizo. Pero seamos humildes, no pidamos milagros y escuchemos y tratemos de comprender que hasta nuestra mera existencia es ya un milagro.
Pero es el caso de que nosotros somos cuerpo y alma, y en cuanto a nuestra alma es a ella, a la que siempre se dirige el Señor. Él no le habla a los oídos de nuestro cuerpo, ni se manifiesta a los ojos de nuestra cara, sino que lo hace a los oídos de nuestra alma y a los ojos de ella. ¡Porque sí!, aunque no los usemos nuestra alma tiene sentidos, tiene ojos y oídos. Es por ello que mejor oyen y entienden a Dios las personas que tienen un alma más desarrollada. El que no se preocupa de desarrollar su alma, aunque solo sea con la mitad de interés, con el que todos ponemos en desarrollar nuestro cuerpo, no podrá nunca quitarse las legañas de los ojos de su alma y los tapones de los oídos, también de su alma.
El Señor, nunca cesa de hablarnos, pero pocos son los que oyéndole le escuchan. De varias formas, continuamente nos está hablando el Señor. Unas formas son completamente directas y personales y otras más o menos indirectas y genéricas, para que todo el mundo le oiga y le escuche. Genéricamente, el Señor nos habla por medio de la obra de su creación. No tenemos más que mirar a nuestro alrededor para ver la mano de Dios en todo lo creado. La naturaleza que disfrutamos, el mar las montañas los bosques,… etc. Todo es fruto del amor de Dios a los hombres. El amor de Dios es una fuente inagotable que continuamente está generando bienes a los hombres. Del amor del Señor, se genera su misericordia para con nosotros, se genera su bondad, se genera toda la belleza que en este mundo somos capaces de contemplar y apreciar.
Dios habla a todo aquel que quiere escucharle en su Palabra o en la creación, en su interior o en el prójimo hermano. Dios siempre nos habla cuando nosotros nos disponemos a escucharle. Él nos ama apasionadamente y con esa misma pasión, desea que le escuchemos sus palabras, esas palabras de amor que continuamente nos está diciendo: Te amo, te espero que vengas a verme, quiero ser correspondido por tu amor, no lo malgastes en el mundo, ofrécemelo a Mí, que solo yo soy el que te compensaré, de una forma tal, que tú no puede ni imaginar.
Particularmente el Señor, también nos habla y para captar la perfecta percepción de lo que nos dice, las almas de las personas que tienen un mayor nivel de vida espiritual, están más capacitadas para esta percepción. Y ello es así, porque ellas tienen los ojos de su alma iluminados con más luz divina y los oídos de su alma, más prestos a escuchar las palabras del Señor. Porque es distinto oír que escuchar; escuchar es poner atención a lo que se oye. Oír, lo que se dice oír, estamos continuamente oyendo palabras y ruidos que nos entran por un oído y nos salen por el otro. Escuchar es otra cosa y sí se trata del Señor, a Él hay que aprender a escucharle en el ruido del silencio, que es la única forma de llegar a comprenderle.
Los norteamericanos, F. K. Nemeck y M. T. Coombs, a este respecto escriben: “La escucha denota comunión entre personas. Esta escucha puede ser tan personal que ni siquiera necesite de palabras... La escucha es esa actitud del corazón por la que aquello que es más íntimo y misterioso en nosotros, permanece en actitud amorosa ante aquello que es más íntimo y misterioso en Dios... El escuchar es una entrega incondicional al Padre: Abba; es dar lo más profundo de nuestro ser a Aquel cuya profundidad no tiene límites. Cuando escuchamos dejamos a un lado nuestro propio mundo vivencial a fin de adentrarnos en el del otro. Nos ponemos en su lugar como si dijéramos. El escuchar me exige la entrega de mí mismo, en el simple hecho de recibir el don del otro. Un auténtico vaciamiento personal es parte integrante de la escucha... Es la entrega cordial de nosotros mismos a otra persona”.
Este tema de nuestra escucha al Señor es importante para nuestra salvación eterna. Él con voz humana y para ser escuchado por nuestros oídos corporales, en el Jordán y en el Thabor, nos dijo: “Este es mi Hijo, el Amado, escuchadle”. (Mc 9, 1-2). Solo el que ama es capaz de escuchar, porque la escucha supone entrega, una entrega en este caso a quien nos habla que es al Señor, por ello Él nos dejó dicho: “El que es de Dios oye las palabras de Dios; por eso vosotros no las oís, porque no sois de Dios”. (Jn 8,47).
Escuchar es para poner en práctica el contenido de la escucha. Si escuchamos las palabras del Señor, y las practicamos estando construyendo la casa de nuestra alma sobre roca, nos estamos fortaleciendo, porque la gracia divina nos está protegiendo de las malignas acechanzas. Por ello el Señor dejó dicho: “Pero el que me escucha estas palabras y no las pone por obra, será semejante al necio, que edifico su casa sobre arena. Cayo la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y dieron sobre la casa, que se derrumbó estrepitosamente”. (Mt 7,26).
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.
- Libro. CONOCIMIENTO DE DIOS. www.readontime.com/isbn=9788461179107
- Libro. RELACIONARSE CON DIOS. www.readontime.com/isbn=9788461220588
- ¿Qué nos dice el Señor cuando nos escribe? Glosa del 22-01-11
- Intimidad en el amor. Glosa del 21-02-11
- Intimidad con el Señor. Glosa del 23-09-11
- Despojamiento y vaciamiento interior. Glosa del 05-08-09
- Afán del suceso. Glosa del 23-02-10