¿Estamos predestinados?
por Juan del Carmelo
Bueno, esto es lo que dicen y sostienen los protestantes. Pero lo que creo que es más preocupante, es que haya personas que se crean católicas y manifestándolo serlo, acepten la predestinación de las almas. Y, o una de dos: o bien se trata de personas de buena fe y con deficiente formación, que han oído campanas y no saben dónde, o por el contrario son personas que saben muy bien lo que se dicen y en este segundo caso, o bien quieren jugar con dos barajas, o llevadas de un mal entendido afán ecumenista, quieren juntar el agua con el aceite a cualquier precio, tirando por la borda lo que haya que tirar, sean dogmas o magisterios doctrinales católicos, revestidos de la pátina de la tradición.
Hace más de un mes publiqué una glosa con el título “Libertad y libre albedrío”. Intencionadamente, no toque el tema de la predestinación que está íntimamente ligado con el tema del libre albedrío, y ¡cómo no! Enseguida me salió un comentarista con ribetes de predestianismo. ¡Vamos a ver! ¿Y es que la doctrina de la predestinación? Ella es una muy tentadora doctrina, porque al final, ella consiste en oír las insinuaciones demoniacas de las que nadie nos libramos, ¿y que nos dicen estas?: Pero no hagas el tonto, no te esfuerces…, pero es que no ves que tu destino ya está ya determinado. Esta es una tesis, que como otras, forma parte de la teología del demonio, pues nuestro enemigo tiene su propia teología, a través de la cual nos trata de demostrar la presunta maldad de Dios y como trata de prevenirnos, aunque la realidad es que Él, disfruta viéndonos sufrir, viendo que caemos en el pozo del odio en que Él se encuentra sumergido.
Y en esta trampa demoniaca, al faltarle la oración y la gracia divina, cayó un tal Calvino, que decía: Que en la predestinación, es decir, en que desde el principio de la Creación Dios había predeterminado ya, quién se salvaría y quién se condenaría. Hiciera lo que hiciese uno, el que está predestinado al infierno allí irá, y el que está predestinado para el cielo, allí ir, independientemente de lo que uno haga, Dios ya ha predeterminado si éste se salvará o no, y quien se condenará. Esto lo explicaba Calvino diciendo que: Aquellos que obran y viven en el temor de Dios se interpreta esto como un como síntoma de que se es uno de los pocos elegidos, los demás se van al fuego eterno. Como uno puede suponer, en la práctica esta teoría marginaba la posibilidad de arrepentimiento y la acción de la gracia divina
Esta doctrina protestante, trata de encontrar su justificación bíblica en la carta de San Pablo a los Efesios, cuando esta dice: “Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el cielo, y nos ha elegido en él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor. Él nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, que nos dio en su Hijo muy querido”. (Ef 1,3-6). Hemos subrayado la frase que cogida con alfileres y retorcida su interpretación, da origen a la doctrina protestante.
La refutación es simple: Si tenemos en cuenta que Dios es un Ser omnisciente, es decir conocedor de todo y además no vive en el tiempo, sino en la eternidad, lo cual implica que para Él, como también lo será para los que sean capaces de salvarse aceptando el amor que Dios nos ofrece a todos, el hecho de que al vivir en la eternidad todo es presente, no existe ni el pasado ni el futuro, todo se contempla al mismo tiempo. Por lo tanto Dios ve y sabe lo que va a pasar, pero esto no condiciona ni la salvación, ni la condenación de nadie. La predestinación implica que Dios ha determinado el avance de lo que será el destino de las criaturas, no que esté simplemente enterado, que es lo que en realidad sucede. El error esta en confundir el conocimiento que Dios tiene de todas las cosas con la realización de las mismas. Las cosas no suceden porque Dios las conozca, sino que las conoce porque suceden o vayan a suceder.
Realmente no se puede afirmar que Calvino fue el iniciador de la herejía que admite la predestinación, sea esta predestinación al mal o al bien. Frente a la doctrina de los reformadores, según la cual cada uno tiene que creer en su predestinación El Magisterio de la Iglesia ha condenado la doble predestinación a la salvación y a la perdición, ya con anterioridad al Concilio de Trento que condenó a Calvino y las tesis protestantes de los autollamados reformadores, estas tesis, fueron ya condenadas en los concilios de Arlés y en el de Orange, En el siglo IX. En el concilio de Quiercy en el año 853, se afirma contra Godescalco de Orbais, que los que se salvan son salvados por un don de Dios, mientras que los que se pierden, se pierden por su propia culpa. El concilio de Trento se afirma contra Huss, Wycliff y sobre todo contra Calvino que no hay una predestinación al mal y establece que no hay ninguna certeza infalible de ello, a no ser por una revelación particular de Dios. El motivo de esta incertidumbre reside en la posibilidad que tenemos de rechazar el amor que Dios ofrece a todos los hombres.
La reforma protestante, dio origen a una herejía, que aún colea, pero que están llamada a seguir los caminos, que otras varias han seguido ya a lo largos de más de 2000 años de la historia de la Iglesia católica, como puede ser el caso de los pelagianos, maniqueos, adopcionistas,… y otras muchas. A Calvino se le condenó por hereje en razón de esta enseñanza. La predestinación no solo fue creída por Calvino, sino también por Lutero, Zwinglio, Huss, Wycliff y todos los principales jerarcas protestantes de la primera época de la Reforma. Irónicamente, hoy la vasta mayoría de las iglesias protestantes o evangélicas no creen en esta doctrina, al menos no de la manera que ha sido y posiblemente todavía sea creída por algún protestante histórico anclado en los principios de la reforma protestante. En la mayoría de las iglesias protestantes ya no se habla de predestinación, al parecer esta doctrina, no les hace populares entre la clientela y entonces es mejor olvidar el tema. Por supuesto que esta herética doctrina fue debidamente condenada en el Concilio de Trento donde se hizo la Contrarreforma.
El P. Gabriele Amorth, especialista en temas de demonología, nos dice que: “Cuando oigo que me dicen (confundiendo presciencia divina con predestinación) que Dios ya sabe quién se salvará y quién se condenará, por lo cual todo es inútil, suelo responder recordando cuatro verdades seguras contenidas en la Biblia, hasta el punto de haber sido definidas dogmáticamente: 1º. Dios quiere que todos se salven; 2º. Nadie está predestinado al infierno; 3º. Jesús murió por todos; 4º. A todos se les concede las gracias necesarias para la salvación”.
Personalmente, pienso que realmente no existe una elección divina de las almas, ni una predilección o predestinación, porque todos absolutamente todos hemos sido creados por Él, y por lo tanto todos hemos sido elegidos. Lo que ocurre es que unos responden y otros no a esa elección de amor que Dios nos ofrece. Y dentro de los que responden, unos dan la respuesta con más entusiasmo que otros. Y como quiera que la respuesta siempre es una respuesta de amor, al amor que Dios nos da, es de tener presenta que la reciprocidad es propia de la naturaleza del amor. Así el que más ama a Dios, resultará siempre, más amado por Él. Dios está ansioso del deseo de que todos le respondamos pero no todos atienden la llamada, incluso entre los que la atiende, hay diferencias, como acabamos de indicar, porque unos atienden con más pasión y amor que otros. Somos nosotros mismos los que determinamos ser elegidos o no. Él no puede hacer nada, porque nos ha hecho libres y jamás quebrará esa libertad, El solo puede esperar, pues si interviniese, rompería su compromiso de darnos libertad. Y su intervención, al carecer el intervenido de libertad, determinaría que este intervenido, también careciera de mérito. Él hace lo posible y lo imposible, sin romper nuestra libertad, para que vayamos a Él.
Si queremos saber, cuáles son nuestras posibilidades de salvación, nunca lo sabremos con absoluta certeza que si nos vamos a salvar o a condenar, pero hay una serie de indicios, que muchos santos y exégetas han puesto siempre de manifiesto. El amor a la Virgen y una constante invocación a este amor, es una causa segura de que jamás Ella abandonará a uno de hijos predilectos. Hace ya más de quinientos años Luis de Blois, “Blosio” escribía: “Las tribulaciones de esta vida son excelentísimos dones de Dios. No hay señal más cierta de que uno está predestinado, que padecer adversidades con humildad y resignación por amor de Dios. (…). Jamás permitiría que un viento muy flojo o fuerte, causase pena a sus elegidos si no supiera que les conviene para su salvación”.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.
- Libro. CONVERSACIONES CON MI ÁNGEL. Isbn. 978-84-611-7919-0.
- Teología del demonio. Glosa del 30-05-11
- Nuestra coronación. Glosa del 03-06-11
- Salvarse sí, ¿pero…? Glosa del 27-06-11
- Prueba de amor. Glosa del 08-10-09
- Solo la Verdad salva. Glosa del 26-01-11
- ¡Mi vocación es el amor! Glosa del 01-11-10
- Vale la pena, ¿valió la pena? Glosa del 26-05-11