¿Conque rancios los que rechazamos el aborto?

(Respuesta a la portavoz socialista de igualdad)

Ay, doña Carmen, doña Carmen, es que cuando hablan del aborto no dan una en el clavo, pero es que ni una. Que si la libertad de la mujer, que si la salud de la madre o del hijo que viene, que si la dignidad de la mujer, que si la mujer es dueña de su cuerpo, que si los que no piensan como Uds. son de lo más rancio de nuestra sociedad, de que si no son progresistas (pero progresistas ¿hacia dónde?). Lo mejor que podrían hacer en todo este asunto del aborto es estarse muy calladitos porque cada vez que hablen de ello encontrarán más oposición social.

Un fallo que encuentro en la justificación de sus opiniones es que hablan mucho de la madre, pero no hablan del hijo. Y el centro del problema está en el hijo, no en la madre.

Mire, le pongo un ejemplo: a uno que entra a robar en la casa del vecino, le sorprende el niño pequeño del dueño y como el niño lo conoce y puede decirlo a la familia, lo mata.

Cuando van a juzgar al delincuente, la gente empieza a hablar en defensa del delincuente y a nadie se le ocurre pensar en el niño cuando en el centro del problema está el niño asesinado.

Eso es lo que les pasa a Uds; hablan y hablan de la madre y no hablan del ser humano inocente que es asesinado. Y si Ud. tacha de rancio a quien va a dar un paso en contra de la ley actual sobre el aborto que, por cierto, hay que seguir dando pasos hasta que el aborto sea totalmente desterrado por ley; no sé qué va a pensar de mí (ya lo supongo), ni de los obispos ni de la Iglesia que en el Concilio Vaticano II define el aborto y el infanticidio como “crímenes abominables” Gaud. et Sp 51).

Piense lo que piense Ud. del aborto (o, con palabras no tan crudas, de la interrupción voluntaria del embarazo) estoy convencido de que lo que voy diciendo es la pura verdad y está en perfecta sintonía con lo que enseña la Iglesia. Y ya he dicho varias veces, y lo sigo diciendo ahora, que si algo he dicho en contra de lo que enseña la Iglesia lo retiro automáticamente.

En fin, piensen lo que quieran tanto Ud. como los que piensan como Ud, a mí me parece lógico que si lo que hay en el seno de la madre es un ser humano vivo (se lo repito, vivo), es tan digno como Ud, como yo y como cualquiera, y su vida tiene el mismo derecho a ser respetada, como la suya y la mía.

Pero es que, además Uds, no sé si de buena o de mala fe, no dicen una palabra sobre las taras que tienen las mujeres que abortan cuando se dan cuenta de lo que han hecho. No se lo quitan de la cabeza, y no es fácil consolarlas. Si lo han pensado y es así, ¿por qué no lo dicen también?

No les preguntan tampoco si se atreverían a matar “eso” (no creo que les digan matar a su hijo) si lo viesen ya nacido. Es cierto que hay mujeres capaces de echar en un contenedor al hijo recién nacido y todavía vivo. Nadie sabemos los problemas que hayan podido tener para actuar así, pero las personas normales lo vemos como una atrocidad;

pero ¿qué es peor, arrojarlo vivo a un contenedor, o que se lo saquen a trozos de su vientre? Es que no hay manera de justificar el aborto por grave que sea la situación de la madre y, menos, habiendo matrimonios dispuestos a adoptar niños.

Algunos dicen que a las madres que abortan no lo hacen por gusto; y es cierto, pero la moral, no ya cristiana, sino puramente humana, no puede basarse en lo que me gusta o en lo que no me gusta, sino en si debo hacerlo, me guste o no.

En fin, doña Carmen, procure pensar un poco lo que dice antes de hablar de temas tan importantes como éste. Y al criticar a alguien procure aportar razones; sin ellas puede dar mala imagen y desprestigiar a quienes piensan como Ud. Procure no hacer el ridículo defendiendo lo indefendible por mucho que se haya aprobado esa ley que, seguro, cada día va a encontrar más oposición de las personas sensatas, sean de su partido o de otro cualquiera o de ninguno, hasta que desaparezca por completo.

José Gea