La luz que respiras
por Guillermo Urbizu
"Si hay amor, recreamos este mundo,
y es cierta la belleza..."
Eduardo Jordá
Para Maru
En la nieve. Surcando lo blanco y el frío. Yo, desde aquí, imagino las pendientes y las huellas de los esquís. Imagino la velocidad y el horizonte. ¡Qué pureza ese resplandor de luz tan blanca! Te deslizas por esa luz que brilla, te deslizas por una belleza que quema. Los labios cortados, flexionadas las rodillas… Gritas de felicidad, te olvidas de todo lo que había. Giras, te inclinas, te abandonas… Y yo aquí, al otro lado del mundo, recién levantado de la cama. Sin hacer otra cosa que inventarme un puñado de palabras. Seguir soñando quizá. Con aquella montaña tan radiante por donde bajas. La nieve cruje y el sol la empapa. Es figura del alma, que se desliza por la vida, que mira y no ve en esa luz que cada uno de nosotros respira. Esa luz de amor, esa claridad de Dios que parece arder en el pecho. Bajas, casi vuelas… Puede que cierres los ojos a intervalos de maravilla. Puede que te des cuenta de esa nieve tan sobrenatural por la que te precipitas. Por eso gritas, por eso quisieras que no acabara nunca tanta dicha. Aunque te caigas alguna vez y te quedes cara a cara con el cielo. Y yo aquí, esquiando por esta página en blanco, todavía de noche y en pijama. Yo aquí, en medio de una frase cualquiera, intentando dar con Dios en este trozo de vida, o en esa nieve que tú miras. Luego me espera el desayuno, tender la colada y puede que un libro. Y tú, ya estarás quién sabe: en cualquier otro paisaje del atlas. O del alma.
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