El Papa, en Japón, alerta de la ola de «consumismo» y la búsqueda extrema de la «productividad»
El Papa Francisco celebró este lunes 25 de noviembre una Eucaristía en el Tokio Dome en el marco de la visita que está realizando a Tailandia y Japón y que concluirá este martes. Ante decenas de miles de feligreses, el Santo Padre habló de cultura del éxito y de la productividad que se da en Japón y el prisma que ofrece el cristianismo.
De este modo, en su homilía afirmó que “en Jesús encontramos la cima de lo que significa ser humanos y nos muestra el camino que nos conduce a la plenitud capaz de desbordar todos los cálculos conocidos; en Él encontramos una vida nueva donde experimentar la libertad de sabernos hijos amados”.
El problema del consumismo
Sin embargo, Francisco alertó que en ocasiones esa libertad puede quedar asfixiada y debilitada “cuando quedamos encerrados en el círculo vicioso de la ansiedad y la competitividad, o cuando concentramos toda nuestra atención y mejores energías en la búsqueda sofocante y frenética de productividad y consumismo como único criterio para medir y convalidad nuestras opciones o definir quiénes somos y cuánto valemos. Una medida que poco a poco nos vuelve impermeables o insensibles a lo importante impulsando el corazón a latir con lo superfluo o pasajero”.
En este sentido, el Papa recordó que en una sociedad como la de Japón con una “economía altamente desarrollada me hacían notar los jóvenes esta mañana en el encuentro que tuve con ellos, que no son pocas las personas que están socialmente aisladas, que permanecen al margen, incapaces de comprender el significado de la vida y de su propia existencia. El hogar, la escuela y la comunidad, destinados a ser lugares donde cada uno apoya y ayuda a los demás, están siendo cada vez más deteriorados por la competición excesiva en la búsqueda de la ganancia y la eficiencia. Muchas personas se sienten confundidas e intranquilas, están abrumadas por demasiadas exigencias y preocupaciones que les quitan la paz y el equilibrio”.
Como “bálsamo”, agregó el Papa “suenan las palabras del Señor “a no inquietarnos, a confiar”. Por ello, agregó que “el Señor no nos dice que las necesidades básicas, como la comida y la ropa, no sean importantes; nos invita, más bien, a reconsiderar nuestras opciones cotidianas para no quedar atrapados o aislados en la búsqueda del éxito a cualquier costo, incluso de la propia vida”.
"Infelices y esclavos"
De este modo, dijo a los presentes que “las actitudes mundanas que buscan y persiguen sólo el propio rédito o beneficio en este mundo, y el egoísmo que pretende la felicidad individual, en realidad sólo nos hacen sutilmente infelices y esclavos, además de obstaculizar el desarrollo de una sociedad verdaderamente armoniosa y humana”.
Como comunidad cristiana –señaló Francisco en la homilía- “somos invitados a proteger toda vida y testimoniar con sabiduría y coraje un estilo marcado por la gratuidad y la compasión, la generosidad y la escucha simple, un estilo capaz de abrazar y recibir la vida como se presenta ‘con toda su fragilidad y pequeñez, y hasta muchas veces con todas sus contradicciones e insignificancias’”.
El Papa prosiguió invitó a ser una “comunidad que pueda desarrollar esa pedagogía capaz de darle la ‘bienvenida a todo lo que no es perfecto, puro o destilado, pero no por eso menos digno de amor. ¿Acaso alguien por ser discapacitado o frágil no es digno de amor?, ¿alguien, por ser extranjero, por haberse equivocado, por estar enfermo o en una prisión, no es digno de amor? Así lo hizo Jesús: abrazó al leproso, al ciego, al paralítico, abrazó al fariseo y al pecador. Abrazó al ladrón en la cruz e inclusive abrazó y perdonó a quienes lo estaban crucificando”.