Los jóvenes de Ecuador que escucharon el «hagan lío» de Brasil no faltan a la cita con Francisco
El gran júbilo se manifestará luego de dos años de ver por primera vez de cerca al papa Francisco. Ocurrió entre el 22 y 29 de julio del 2013 en Río de Janeiro, Brasil, donde se congregaron alrededor de 3 millones de jóvenes durante la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que tenía como protagonista al recién posesionado Papa argentino.
Desde Guayaquil, viajaron al masivo evento alrededor de 500 católicos, entre jóvenes y adultos. En ese grupo se encontraban 70 fieles de la Parroquia Santo Tomás de Aquino, en la cooperativa Pancho Jácome, en el norte de Guayaquil.
Los miembros de esta Pastoral aún guardan los accesorios que usaron en la Jornada: camisetas, mochilas, chompas, instrumentos musicales; objetos que portan el lunes 6 de julio del 2015 en el parque Samanes, para la misa de Francisco en Guayaquil.
Valentina Calderón entonará la misma guitarra que llevó a Río. Ella aún recuerda emocionada que vio a solo 10 metros de distancia el rostro del Papa, mientras él saludaba a los jóvenes desde su ´papamóvil´.
En ese viaje, tanto ella como sus compañeros, se encontraban casi al final de la conglomeración. La joven describe lo que debió hacer para viajar al encuentro con el Santo Padre en Brasil. Llegó a vender ropa de su armario para recaudar dinero. También vendió postres en su universidad e hizo dos ferias de artículos usados junto con varios amigos.
Pero ver al papa Francisco por segunda ocasión y en el mismo país donde viven, mantiene la esperanza de este grupo de fieles católicos.
Han transcurrido dos años desde entonces, y el padre Julián Ballesta, sacerdote de la Parroquia Santo Tomás de Aquino, espera con ímpetu el mensaje que el papa Francisco dirigirá a la juventud.
Algo similar a lo que expuso durante la Jornada Mundial; aquello de no dejarse fascinar por lo que es provisorio, cuando "existe un salvador que es Jesucristo". Este sacerdote español recuerda que esas fueron las palabras que dejaron marcada a la multitud en Brasil.
Patricia Peña es otro miembro de la Pastoral de esta iglesia en la que canta y toca la pandereta. Aquel instrumento sonará junto a los salmos bíblicos que el coro interpretará durante la vigilia para esperar la llegada del Pontífice. Pero antes harán un recorrido de oración y meditación. Incluso desde un mes atrás se preparan espiritualmente y han dejado claro que la asistencia al Papa no será simplemente para verlo, sino para acompañarlo y distribuir su mensaje en otros corazones.
Así lo recalca Pablo Durán, un joven seminarista que llegó a Guayaquil desde Paraguay. Pablo recuerda otros mensajes del Sumo Pontífice en Brasil. Sus memorias están ligadas con la imagen de miles de jóvenes que junto a él recibieron también el evangelio.
Tanto Pablo como los demás de su comunidad, esperan que en Guayaquil, donde se prevé la asistencia de 1,2 millones de personas, sean los jóvenes quienes dinamicen el encuentro con cánticos y alabanzas.
"Hagan lío a través del canto y la danza y contagien a los demás", fue otra recomendación del Papa en Brasil. El padre Julián afirma que esas palabras convocan al testimonio del pueblo católico.
Según el sacerdote, "muchos jóvenes lo único que han visto es una religiosidad, un templo, o un santo al que le rezan, y no a personas transformadas por la palabra de Dios".
Gabriela Gándara no ha olvidado otros mensajes que escuchó del Papa como aquel de que "el mundo necesita cristianos alegres".
Para esta joven, quien vive en Salinas (Santa Elena), y viajó hasta Guayaquil para emprender las actividades por la visita del Santo Padre, es necesario crear un encuentro personal previo a la llegada del Papa al país.
"Lo que vivimos en Brasil fue más allá de lo visible. Íbamos a misa diariamente, comulgábamos, sentíamos la unidad de muchos creyentes, y eso nos renovó espiritualmente", afirma Gabriela.
Por ahora, la expectativa crece a pocas horas de un nuevo encuentro con Francisco. Ellos dinamizaron hoy domingo hacia Samanes una peregrinación como la que hicieron en Brasil, pero esta vez siendo anfitriones del evento que marcará la memoria de otra generación de creyentes católicos.
(Publicado en Diario El Comercio)
Desde Guayaquil, viajaron al masivo evento alrededor de 500 católicos, entre jóvenes y adultos. En ese grupo se encontraban 70 fieles de la Parroquia Santo Tomás de Aquino, en la cooperativa Pancho Jácome, en el norte de Guayaquil.
Los miembros de esta Pastoral aún guardan los accesorios que usaron en la Jornada: camisetas, mochilas, chompas, instrumentos musicales; objetos que portan el lunes 6 de julio del 2015 en el parque Samanes, para la misa de Francisco en Guayaquil.
Valentina Calderón entonará la misma guitarra que llevó a Río. Ella aún recuerda emocionada que vio a solo 10 metros de distancia el rostro del Papa, mientras él saludaba a los jóvenes desde su ´papamóvil´.
En ese viaje, tanto ella como sus compañeros, se encontraban casi al final de la conglomeración. La joven describe lo que debió hacer para viajar al encuentro con el Santo Padre en Brasil. Llegó a vender ropa de su armario para recaudar dinero. También vendió postres en su universidad e hizo dos ferias de artículos usados junto con varios amigos.
Pero ver al papa Francisco por segunda ocasión y en el mismo país donde viven, mantiene la esperanza de este grupo de fieles católicos.
Han transcurrido dos años desde entonces, y el padre Julián Ballesta, sacerdote de la Parroquia Santo Tomás de Aquino, espera con ímpetu el mensaje que el papa Francisco dirigirá a la juventud.
Algo similar a lo que expuso durante la Jornada Mundial; aquello de no dejarse fascinar por lo que es provisorio, cuando "existe un salvador que es Jesucristo". Este sacerdote español recuerda que esas fueron las palabras que dejaron marcada a la multitud en Brasil.
Patricia Peña es otro miembro de la Pastoral de esta iglesia en la que canta y toca la pandereta. Aquel instrumento sonará junto a los salmos bíblicos que el coro interpretará durante la vigilia para esperar la llegada del Pontífice. Pero antes harán un recorrido de oración y meditación. Incluso desde un mes atrás se preparan espiritualmente y han dejado claro que la asistencia al Papa no será simplemente para verlo, sino para acompañarlo y distribuir su mensaje en otros corazones.
Así lo recalca Pablo Durán, un joven seminarista que llegó a Guayaquil desde Paraguay. Pablo recuerda otros mensajes del Sumo Pontífice en Brasil. Sus memorias están ligadas con la imagen de miles de jóvenes que junto a él recibieron también el evangelio.
Tanto Pablo como los demás de su comunidad, esperan que en Guayaquil, donde se prevé la asistencia de 1,2 millones de personas, sean los jóvenes quienes dinamicen el encuentro con cánticos y alabanzas.
"Hagan lío a través del canto y la danza y contagien a los demás", fue otra recomendación del Papa en Brasil. El padre Julián afirma que esas palabras convocan al testimonio del pueblo católico.
Según el sacerdote, "muchos jóvenes lo único que han visto es una religiosidad, un templo, o un santo al que le rezan, y no a personas transformadas por la palabra de Dios".
Gabriela Gándara no ha olvidado otros mensajes que escuchó del Papa como aquel de que "el mundo necesita cristianos alegres".
Para esta joven, quien vive en Salinas (Santa Elena), y viajó hasta Guayaquil para emprender las actividades por la visita del Santo Padre, es necesario crear un encuentro personal previo a la llegada del Papa al país.
"Lo que vivimos en Brasil fue más allá de lo visible. Íbamos a misa diariamente, comulgábamos, sentíamos la unidad de muchos creyentes, y eso nos renovó espiritualmente", afirma Gabriela.
Por ahora, la expectativa crece a pocas horas de un nuevo encuentro con Francisco. Ellos dinamizaron hoy domingo hacia Samanes una peregrinación como la que hicieron en Brasil, pero esta vez siendo anfitriones del evento que marcará la memoria de otra generación de creyentes católicos.
(Publicado en Diario El Comercio)
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