De policía a diácono permanente, la historia de vocación de Richard Rhein
Como sargento de policía, vio muchas cosas malas; una desconocida en misa le espetó: «Hazte diácono»
¿Qué sucede cuando un sargento de policía se hace diácono permanente? Esa fue la experiencia de Richard Rhein en 2016, cuando tenía 47 años. Poco a poco entendió que Dios le llamaba a servir de otra manera.
Desde que la Iglesia le ordenó como diácono permanente, atiende desde su parroquia de Ray Township (Detroit, EEUU), dedicada a San Francisco de Asís y San Maximiliano Kolbe.
Era policía en Chesterfield. "Veía lo peor de la gente día sí, día no. Sé que hay muchas personas ahí fuera que necesitan a Jesús. Y esa es una de las cosas que el Señor inspiraba en mi corazón. No podía imaginármelo, y soy policía. ¿Llamarme al diaconado? Al final me rendí y dije: 'aquí estoy, Señor'", explicaba en 2016.
Taekwondo, policía y con los SWAT
Rhein recuerda que incluso de niño, en el colegio, formaba parte de la "patrulla de seguridad" de su escuela, que ayudaba a llevar niños pequeños con los padres que los recogían en coche. En el instituto estudió taekwondo y luego entró en la policía en 1991. A partir de 1999 entró en el equipo SWAT (de operaciones especiales y peligrosas).
De niño y joven ya tenía una fe católica cotidiana. De adulto, a partir de un curso bíblico en la parroquia, entendió que la fe daba respuestas a muchas preguntas angustiosas. Cada vez fue asumiendo más servicios en la parroquia: lector, ministro extraordinario de la comunión, sacristán, catequista de adolescentes, y se sacó un diploma pastoral en el seminario de Detroit.
“Los chavales siempre querían escuchar historias de policías, y yo les recordaba que la gente que más necesita nuestra ayuda la pueden encontrar aquí, en su propio vecindario", explicaba el diácono en el Detroit Catholic.
Las experiencias duras acaban afectando
Como sargento, casi cada día veía cosas más que duras: violencia doméstica, suicidios, accidentes de borrachos... "Muchas veces, como agente de policía, tienes que alzar un escudo para sobrevivir, y eso te acaba afectando", admite.
En un retiro, hablando de estas dificultades con un sacerdote, el cura le dio un crucifijo y le dijo: "Rick, no tienes que salvar el mundo. Jesús ya lo ha hecho".
Siguió sirviendo de policía, pero a partir de un retiro que sugirió su director espiritual, empezó a plantearse si Dios le podía llamar al diaconado permanente.
"Sé que ser oficial de policía me ha preparado para ser diácono", afirma Rhein. “Cuando era agente de policía, iba a lugares que los clérigos no podían. Estuve en circunstancias terribles. Pude ayudar a la gente en sus peores momentos. A veces rezaba para mí, otras veces con ellos. Aprendí a escuchar, porque muchas personas, en malas situaciones, sólo quieren contarte tu historia".
Él pidió un signo claro a Dios. En una misa en un retiro, una señora que no conocía de nada se le acercó a darle la mano durante el saludo de la paz y le espetó: "¡Hazte diácono!"
Estudió en el seminario de Sacred Heart, en Detroit y fue ordenado en octubre de 2016. Su esposa Anna le apoya por completo. "Ella pasó de ser la esposa de un poli a la de un diácono. Es mi roca en todo". Sus dos hijos tenían 20 y 17 años cuando se ordenó. Su hija tenía 15. También ellos le apoyaron. Como padre, está contento de que todos hayan elegido carreras en las que sirven a las personas.
Como diácono, hace lo que tantos otros diáconos permanentes: predicar, servir en la liturgia ayudando al sacerdote, servir en la caridad. Colabora en adoraciones, predicaciones y encuentros de evangelización y alabanza, que durante la pandemia se han emitido por Internet.
El diácono Rick Rhein con su amigo el agente Earl Riske de la policía local en la que servía.
También tiene que escuchar historias duras y hay "basura con la que tienes que tratar", dice, refiriéndose a experiencias graves de dolor, adicción, esclavitud o maldad. "Pero Dios me ha dado un corazón para servir y me preparó para esto desde el primer día, hoy lo veo. Aquellos días malos fueron bendiciones disfrazadas".
(Fotos de Matthew Rich para el Detroit Catholic)