Francisco: «Ser fieles al evangelio significa comprometerse, también arriesgando la propia vida»
Este domingo, el Papa Francisco ha presidido la misa de la Ascensión en el Altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro. Ha dedicado la misa a los fieles de Myanmar –Birmania hasta 1989– residentes en Roma, donde ha pedido por la paz en el país asiático, sumido en el conflicto civil desde su independencia en 1948.
Comenzó su homilía invitando a los presentes a que, “teniendo como modelo la oración de Jesús, aprendamos a atravesar los momentos dramáticos y dolorosos de la vida. Queridos hermanos, mientras Myanmar, vuestro amado país, está marcado por la violencia, nos preguntamos: ¿Qué debemos cuidar?”, planteó.
La oración, "arma de amor y de esperanza"
A lo largo de toda la homilía, el Papa se refirió a la responsabilidad de los asistentes de “cuidar la fe, la verdad y la verdad”, especialmente en lo referido al conflicto civil de la región.
Recordando las últimas horas de Jesús ante la pasión, mencionó que “levanta la mirada hacia Dios, no baja la cabeza ante el mal, no se deja aplastar por el dolor ni se aísla en la amargura de quien está derrotado y decepcionado, sino que mira hacia lo alto”.
Por ello, interpeló a los asistentes al explicar que “custodiar la fe es mantener la mirada en lo alto, hacia el cielo, mientras sobre la tierra se combate y se derrama sangre inocente, permanecer con la mirada puesta en ese Dios que nos llama a ser hermanos”. La oración, dijo el Papa, “es la única arma que tenemos para cuidar el amor y la esperanza en medio de tantas armas que siembran muerte”.
Cuidar la unidad y construir la fraternidad
También llamó a cuidar la unidad frente a la “enfermedad mortal” de la división. “Frecuentemente estamos divididos dentro de nosotros mismos. Experimentamos la división en las familias, en las comunidades, entre los pueblos e incluso en la Iglesia”, destacó.
Partiendo de la oración de Jesús “para que todos sean uno”, el Papa advirtió de que “estos pequeños conflictos que tenemos entre nosotros se reflejan después en grandes conflictos” como el birmano.
“La última recomendación que Jesús hace antes de su Pascua es la unidad, porque la división vine del diablo. Cada uno, en lo pequeño, puede comprometerse a ser constructor de fraternidad, a ser sembrador de fraternidad, a trabajar en la reconstrucción de lo que se ha roto”.
No seguir los criterios del mundo
Por último, aludió al deber de “custodiar la verdad”, que “significa permanecer unidos a Cristo y estar consagrados a su Evangelio. Jesús ruega para que viviendo en el mundo, los discípulos no sigan los criterios del mundo”.
Centrándose en los conflictos, el de Myanmar en particular, como leitmotiv de su discurso, llamó a que “donde hay guerra, violencia y odio, ser fieles al Evangelio y constructores de paz significa comprometerse, también a través de las decisiones sociales y políticas, arriesgando la vida”.
“El Señor no necesita gente tibia”, añadió, “nos quiere consagrados a la verdad, para que podamos testimoniar la alegría del Reino de Dios también en la noche oscura del dolor y cuando el mal parece más fuerte”.
Francisco concluyó su homilía llevando “al altar del Señor el sufrimiento de vuestro pueblo y rezar para que Dios convierta los corazones a la paz”. “No pierdan la esperanza”, animó, “Jesús reza e intercede por todos nosotros, para que nos cuide del maligno y nos libere del poder del mal”.
Motivos de alegría en el día de la Ascensión
En relación a las palabras de su homilía, Francisco presidió el rezo del Regina Coeli desde el balcón del Palacio Apostólico con un mensaje de esperanza. Comentando el Evangelio del día de la Ascensión, destacó que “a pesar de su separación del Señor, los discípulos no están desconsolados, al contrario”.
“¿Por qué no están tristes?” se preguntó: “porque la ascensión completa la misión de Jesús entre nosotros. Si es por nosotros que Jesús bajó del cielo, es siempre por nosotros que asciende”. El Papa explicó que, lejos de tratarse de un abandono, Jesús “se queda para siempre”.
A “la oración de Jesús por nosotros”, añadió un segundo motivo de esperanza: “nos envía y nos promete al Espíritu Santo para ir a evangelizar. Por esto”, concluye, “la alegría de hoy, por esto la alegría de este día de la Ascensión”.