Jueves, 21 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Trieste: el Papa lamenta la mala salud de la democracia y critica el consumismo y el asistencialismo

Una mujer abraza al Papa a su llegada a la Plaza de la Unidad de Italia en Trieste. Foto: Vatican Media.
Una mujer abraza al Papa a su llegada a la Plaza de la Unidad de Italia en Trieste. Foto: Vatican Media.

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Francisco visitó este domingo la ciudad de Trieste con motivo de la quincuagésima Semana Social de los católicos italianos, en la que participaron durante cinco días mil doscientas personas congregadas bajo el lema En el corazón de la democracia. Participación entre historia y futuro. El evento fue inaugurado por el presidente de la República, Sergio Mattarella

Es el tercer viaje del Papa dentro del país en esta primera mitad del año, tras los que giró a Venecia en abril y a Verona en mayo.

Profundizar en la democracia

En el primer acto de la jornada, el pontífice se dirigió a los asistentes en el Centro de Congresos invocando el espíritu del beato Giuseppe Toniolo (1845-1918), economista y padre de siete hijos, inspirador de estos encuentros, y de figuras de referencia de la democracia cristiana como Aldo Moro (1916-1978) y Giogio La Pira (1904-1977). Lo hizo al señalar "la contribución decisiva de los católicos para la maduración del ordenamiento democrático después de la Segunda Guerra Mundial".

La democracia, sin embargo, entendida como "cooperación al bien común de todas las fuerzas sociales, jurídicas y económicas" (en la definición de Toniolo, que leyó durante su discurso), "no goza de buena salud", apostilló Francisco.

"La cultura del descarte", explicó, crea un "poder autorreferencial incapaz de escuchar y servir a las personas". Porque la democracia "no es solo el voto del pueblo, sino que exige que se creen las condiciones para que todos puedan expresarse y participar; y la participación no se improvisa, se aprende... promoviendo un diálogo fecundo con la comunidad civil y con las instituciones políticas".

El Papa recordó dos principios clásicos de la Doctrina Social de la Iglesia, la solidaridad y la subsidiariedad, y rechazó el "asistencialismo" como "enemigo del amor al prójimo" y la "indiferencia" como un "cáncer de la democracia".

Francisco, con el cardenal Matteo Zuppi, presidente de la conferencia episcopal italiana, a su derecha, y el arzobispo de Catania, Luigi Renna, presidente del comité organizador de la Semana Social, a su izquierda.

Francisco, con el cardenal Matteo Zuppi, presidente de la conferencia episcopal italiana, a su derecha, y el arzobispo de Catania, Luigi Renna, presidente del comité organizador de la Semana Social, a su izquierda.

Por todo ello, invitó a "participar" en política con "creatividad", participación en la que "vemos muchos signos de la acción del Espíritu Santo en la vida de las familias y las comunidades, incluso en los campos de la economía, de la ideología, de la política, de la sociedad". 

"La fraternidad", añadió, "hace florecer las relaciones sociales", porque "ocuparse los unos de los otros exige la valentía de pensarse como pueblo".

Frente al populismo, el Papa pidió que "no nos dejemos engañar por soluciones fáciles, apasionémonos sin embargo por el bien común. No debemos manipular ni deformar la palabra democracia con títulos vacíos de contenido, capaces de justificar cualquier acción. La democracia no es una caja vacía, sino vinculada a los valores de la persona, de la fraternidad y de la ecología integral".

Y terminó pidiendo a los católicos que ejerzan la "caridad política" no contentándose con una "fe marginal", sino "haciendo propuestas de justicia y de paz en el debate público". Este "amor político" es "una forma de caridad que permite a la política estar a la altura de sus responsabilidades y salir de las polarizaciones".

Una fe encarnada y comprometida

Tras esta intervención que clausuró la Semana Social, el Papa se reunió brevemente con representantes ecuménicos y del mundo académico y con inmigrantes y personas con discapacidad, tras lo cual se dirigió a la Plaza de la Unidad de Italia de Trieste para celebrar la misa dominical y rezar el Angelus.

La Plaza de la Unidad de Italia en Triste, llena para la misa del Papa.

La Plaza de la Unidad de Italia en Triste, llena para la misa del Papa. Foto: Vatican Media.

Allí, ante miles de personas en el amplio recinto, Francisco comentó el Evangelio del día, con el rechazo de los vecinos de Nazaret a Jesús: "¿Cuál es el obstáculo que nos impide creer en Jesús?", se preguntó el Papa.

En el caso de sus paisanos, es un rechazo a su humanidad, que "les impide reconocer la presencia de Dios en Jesús" precisamente porque solo ven en él al hijo de José el carpintero: "¿Cómo puede un Dios omnipotente y fuerte, que ha creado la tierra y ha liberado a su pueblo de la esclavitud, hacerse débil, encarnarse y rebajarse a lavar los pies de los discípulos? Ése es el escándalo".

Pero en eso se funda nuestra fe: "Un Dios débil, un Dios que muere en la cruz por amor y me pide también a mí vencer todo egoísmo y ofrecer la vida por la salvación del mundo".

También eso "es un escándalo", pero "necesitamos justo ese escándalo", dijo, recordando los problemas actuales abordados por la Semana Social: "No necesitamos una religiosidad cerrada en sí misma, que alza los ojos al cielo sin preocuparse de lo que sucede en la tierra y celebra liturgias en el templo olvidándose del polvo del camino... Necesitamos una fe humana, una fe hecha carne, que entra en la historia, que acaricia la vida de la gente, que recompone los corazones destrozados, que se convierte en levadura de esperanza y germen de un mundo nuevo".

El "consumismo" es un enemigo de esa fe, "es una plaga y un cáncer que enferma el corazón y te hace egoísta".

El Papa pidió en su homilía que la fe se encarne en la atención a los más necesitados.

El Papa pidió en su homilía que la fe se encarne en la atención a los más necesitados. Foto: Vatican Media.

No hay que olvidar, por último, que "Dios se esconde en la miseria humana, el Señor se agita y se hace presencia amiga en la carne herida de los últimos, de los olvidados, de los descartados. Ahí se manifiesta el Señor", dijo, citando "la problemática laboral y el sufrimiento de los inmigrantes" o "la situación de los encarcelados". "Tenemos miedo de encontrar a Cristo ahí", dijo.

Angelus por la paz

Tras la conclusión de la misa, y antes de partir de regreso para el Vaticano, Francisco rezó el Ángelus, donde hizo una mención a Ucrania, Palestina, Israel, Sudán y Myanmar/Birmania como países en guerra por los que rezar.

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