«Los obstinados no dialogan, son ideólogos y dañan al pueblo de Dios», avisa el Papa
El Papa Francisco en su homilía matinal de este 17 de enero en la Residencia Santa Marta ha retomado un tema frecuente en su predicación: la necesidad de abrirse a las sorpresas del Espíritu Santo, evitando la ideología. “La Palabra de Dios, la gracia del Espíritu Santo no es ideología, sino que es vida que te hace crecer, siempre, ir hacia adelante”, declaró.
Pidió “abrir el corazón a las señales del Espíritu, a los signos de los tiempos” en cambio “la ideología es una obstinación. “La obstinación es también orgullo, es soberbia. La testarudez, aquella testarudez, que hace tanto mal: cerrados de corazón”.
“¿Pero tengo un corazón terco? Todo el mundo piensa. ¿Soy capaz de escuchar a otras personas? ¿Soy capaz de dialogar? Los obstinados no dialogan, no saben, porque siempre se defienden con ideas, son ideólogos. ¡Y las ideologías hacen mal al pueblo de Dios! ¡Mucho mal! Porque cierran la actividad del Espíritu Santo”, exclamó el Papa.
Por ello, el Pontífice advirtió sobre el peligro de “deslizarse en un corazón perverso” de tener un corazón duro, un corazón cerrado “que no quiere crecer, que se mete a la defensiva, se cierra” y animó a interrogarnos cómo es nuestro corazón.
“Podemos preguntarnos: ¿Tengo el corazón duro? ¿Tengo el corazón cerrado? ¿Dejo crecer mi corazón? ¿Tengo miedo a que crezca? Y si crece siempre con las pruebas, con las dificultades, si crece como crecemos todos nosotros de niños: aprendemos a caminar cayendo, ¡del gatear al caminar cuántas veces hemos caído! Se crece con las dificultades”, dijo.
En esta línea, el Papa alertó también sobre el riesgo de tener un corazón perverso por la “seducción del pecado” y añadió que “con la seducción, o te conviertes y cambias de vida o tratas de llegar a un acuerdo” hasta empezar a tener “una doble vida cristiana”.
Al finalizar, el Santo Padre invocó al Espíritu Santo para “que nos ilumine para que ninguno tenga un corazón perverso: un corazón duro que te lleve a la pusilanimidad; un corazón obstinado que te lleve a la rebeldía, a la ideología; un corazón seducido, esclavo de la seducción, que te lleve a un cristianismo de compromiso”.