«Unidad, sí; uniformidad, no; la fe entra en toda cultura y lleva a plenitud sus semillas de bien»
El Papa Francisco ha seguido desgranando este miércoles la Carta a los Gálatas, como ha venido haciendo en las últimas semanas durante las audiencias públicas de cada miércoles. En esta ocasión, el Papa ha querido reflexionar sobre cómo la Iglesia debe respetar lo bueno de las distintas culturas, de forma que trabaje por la unidad en la fe, pero sin llevar a una uniformidad cultural y de tradiciones.
El Papa reflexionaba sobre las palabras de la Carta de San Pablo a los Gálatas: “con la muerte y resurrección de Jesucristo, hemos sido liberados de la esclavitud del pecado y de la muerte”. Por este amor de Cristo los hombres son liberados y el amor se convierte en "en la ley suprema y nueva de la vida cristiana”, una novedad que "abre a cada pueblo y cultura a una libertad más grande”.
San Pablo proclamaba que “para quien se adhiere a Cristo ya no cuenta ser judío o pagano”. Los que criticaban a San Pablo decían que hablaba así por “oportunismo pastoral, es decir, para gustar a todos”. El Papa considera es una crítica que usan también “los fundamentalistas de hoy”.
Pero San Pablo respondía a las críticas diciendo: «¿Busco yo ahora el favor de los hombres o el de Dios? ¿Acaso intento agradar a los hombres? Si todavía tratara de agradar a los hombres, ya no sería siervo de Cristo» (Gal 1,10).
De culturas y tradiciones, rechazar solo lo que obstaculiza el Evangelio
Según el Papa Francisco, para Pablo, "acoger la fe conlleva renunciar no al corazón de las culturas y de las tradiciones, sino solo a lo que puede obstaculizar la novedad y la pureza del Evangelio".
“La libertad obtenida de la muerte y resurrección del Señor no entra en conflicto con las culturas, no entra en conflicto con las tradiciones que hemos recibido, sino que más bien introduce en ellas una libertad nueva, una novedad liberadora”, es decir, “la del Evangelio”, precisó el Pontífice.
Así, el Papa defendió que los cristianos "mientras permanecemos bien arraigados en nuestras raíces culturales, al mismo tiempo nos abrimos al universalismo de la fe que entra en toda cultura, reconoce las semillas de verdad presentes y las desarrolla llevando a plenitud el bien contenido en ellas".
“En la llamada a la libertad” se descubre, según el Papa, “el verdadero sentido de la inculturación del Evangelio”, que “toma la cultura en la que vive la comunidad cristiana y habla de Cristo, pero con esa cultura”, respetando “lo que de bueno y verdadero existe” en ellas.
Esta tarea, advirtió, “no es fácil”, porque “son muchas las tentaciones de querer imponer el propio modelo de vida como si fuera el más evolucionado y el más atractivo”.
Es un error intentar imponer un solo modelo cultural
"¡Cuántos errores se han realizado en la historia de la evangelización queriendo imponer un solo modelo cultural! La uniformidad. Y esto -la uniformidad como norma de vida- no es cristiano. Unidad, sí; uniformidad, no. A veces, no se ha renunciado ni siquiera a la violencia para que prevalezca el propio punto de vista. Pensemos en las guerras, ¿no? De esta manera, se ha privado a la Iglesia de la riqueza de muchas expresiones locales que llevan consigo la tradición cultural de enteras poblaciones. ¡Pero esto es exactamente lo contrario de la libertad cristiana!", advirtió.
Cristo, al encarnarse como hombre, se une en cierto modo a la variedad cultural que significa el ser hombre. "De aquí deriva el deber de respetar la proveniencia cultural de cada persona, incluyéndola en un espacio de libertad que no sea restringido por alguna imposición dada por una sola cultura predominante. Este es el sentido de llamarnos católicos, de hablar de Iglesia católica: no es una denominación sociológica para distinguirnos de otros cristianos; no. Católico es un adjetivo, un adjetivo que significa universal. La catolicidad, la universalidad. Iglesia universal, es decir, católica, significa que la Iglesia tiene en sí, en su naturaleza misma, la apertura a todos los pueblos y las culturas de todo tiempo, porque Cristo ha nacido, muerto y resucitado por él, por todos", insistió.