Francisco: San Pablo ofreció en Atenas ante los paganos «un ejemplo extraordinario de inculturación»
En la Audiencia General de este miércoles en la Plaza de San Pedro, Francisco continuó explicando los Hechos de los Apóstoles, en concreto el pasaje en el que San Pablo predica a los atenienses en el Areópago: "Atenienses, veo que sois en todo extremadamente religiosos. Porque, paseando y contemplando vuestros monumentos sagrados, encontré incluso un altar con esta inscripción: 'Al Dios desconocido'. Pues eso que veneráis sin conocerlo os lo anuncio yo" (Hech 17, 22-23).
El paganismo, dijo el Papa, "en vez de hacerle huir, le impulsó a crear un puente para dialogar con aquella cultura". Pablo "no se cierra, va a hablar con todos": "No contempla la ciudad de Atenas y el mundo pagano con hostilidad, sino con los ojos de la fe. Y esto nos hace preguntarnos sobre nuestra forma de mirar a nuestras ciudades: ¿las contemplamos con indiferencia? ¿Con desprecio? ¿O bien con la fe que reconoce a los hijos de Dios en medio de las masas anónimas?"
En el Areópago, "realiza un extraordinario ejemplo de inculturación del mensaje de la fe: anuncia a Jesucristo a los adoradores de ídolos, y no lo hace atacándolos, sino haciéndose 'pontífice, contructor de puentes'". El Papa aprovecha que en la ciudad hay un altar "al Dios desconocido" ("sin imágenes, solo esa inscripción") y partiendo de esa "devoción", "para empatizar con quienes le escuchan, proclama que "eso que veneráis sin conocerlo os lo anuncio yo".
Para revelar la identidad de ese dios al que adoran, el apóstol "parte de la creación, es decir, de la fe bíblica en el Dios de la Revelación, para llegar a la redención y al juicio, esto es, al mensaje propiamente cristiano. Muestra la desproporción entre la grandeza del Creador y los templos construidos por el hombre, y explica que el Creador hace siempre que le busquen para que cualquiera lo pueda encontrar". De esta forma, Pablo "se acerca así al kerygma y alude a Cristo, sin citarlo, definiéndole como "el hombre a quien Él [Dios] ha designado; y ha dado a todos la garantía de esto, resucitándolo de entre los muertos" (Hech 17,31).
"Y ahí está el problema", continúa Francisco, porque el discurso del Apóstol de los Gentiles "se encuentra con un escollo: la muerte y la resurrección de Cristo suscita "desprecio y burlas". San Pablo se va, "su intento parece haber fracasado, y sin embargo algunos se adhieren a su palabra y se abren a la fe", como Dionisio, miembro del Areópago, y una mujer, Dámaris".
"Pidamos también nosotros hoy al Espíritu Santo que nos enseñe a construir puentes con la cultura, con quien no cree o con quien tiene creencias distintas a las nuestras. Siempre construir puentes, siempre la mano tendida, nada de agresiones. Pidámosle la capacidad de inculturar con delicadeza el mensaje de la fe, lanzado a quienes ignoran a Cristo una mirada contemplativa, movida por un amor que dé calor incluso a los corazones más endurecidos".