Francisco detalla un método «drástico pero eficaz» para hacer frente a la «locura» de la avaricia
La mañana de este miércoles, el Papa Francisco pronunció en el aula Pablo VI del Vaticano su sexta catequesis del ciclo dedicado a los vicios y las virtudes.
Comenzó su reflexión para analizar y combatir la avaricia definiéndola como una "forma de apego que impide al ser humano la generosidad" y que no solo afecta a los "grandes patrimonios".
Se trata de un "vicio transversal" que, según el Papa, "no tiene nada que ver con el saldo de la cuenta corriente. Es una enfermedad del corazón, no de la cartera".
Lo explicó recurriendo a la multitud de ejemplos que los padres del desierto pronunciaron sobre monjes que tras haber renunciado a enormes herencias, se habían atado a objetos de poco valor y que "se volvían para ellos una especie de fetiche del que era imposible desprenderse".
Pero también los padres del desierto muestran el caso contrario. En sus relatos, continuó el Papa, también se cuenta la historia de un ladrón que sorprende al monje mientras duerme y le roba los pocos bienes que guardaba en su celda. "Cuando despierta, nada turbado por el incidente, el monje se pone tras la pista del ladrón y, una vez que lo encuentra, en lugar de reclamar los bienes robados, le entrega las pocas cosas que le quedan diciéndole: `¡Te olvidaste de llevarte esto!´".
El primero de los ejemplos es una muestra de que, si bien "podemos ser señores de los bienes que poseemos, a menudo ocurre lo contrario, son ellos los que nos poseen".
"Algunos hombres ricos no son libres, ni siquiera tienen tiempo para descansar, tienen que mirar por encima del hombro porque la acumulación de bienes también exige su custodia. Están siempre angustiados porque un patrimonio se construye con mucho sudor, pero puede desaparecer en un momento. Olvidan la predicación evangélica, que no afirma que las riquezas sean en sí mismas un pecado, pero sí ciertamente son una responsabilidad", subrayó el Papa.
Francisco subrayó cómo, aún así, la avaricia se dirige también con frecuencia al "apego a las cosas pequeñas", conformándose como "un apego que quita la libertad" y que en ocasiones "puede desembocar en formas de acaparamiento compulsivo o acumulación patológica".
Un método "drástico pero eficaz"
Por ello, el Papa recurrió a un "método drástico pero eficaz" de los monjes para recuperarse de esta "enfermedad", y no es otro que "la meditación de la muerte".
"Por mucho que una persona acumule bienes en este mundo, de una cosa estamos absolutamente seguros: de que no cabrán en el ataúd. Nosotros no podemos llevar con nosotros los bienes", explicó.
Se trata de una reflexión que, además, hace intuir no solo "la locura" de la avaricia, sino también "su razón más recóndita", pues "es un tentativo de exorcizar el miedo de la muerte: busca seguridades que en realidad se desmoronan en el mismo momento en el que las agarramos".
Frente a una avaricia que "hace reír a los demás"; Francisco concluyó su catequesis invitando a "dar nuestro cuerpo y nuestra alma al Señor y dejar todo. Estemos atentos y seamos generosos. Generosos con todos y generosos con quienes más nos necesitan".