Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

El Papa Francisco previene a los cristianos ante el carrerismo, la envidia y los deseos mundanos

El Papa Francisco previene a los cristianos ante el carrerismo, la envidia y los deseos mundanos
Francisco predicó contra el carrerismo y la mentalidad mundana en la Iglesia

ReL

En el Evangelio que marca la liturgia de este martes 25 de febrero, los discípulos discuten sobre "quién es el más grande" entre ellos, lo que da ocasión a Jesús para predicar la humildad y el servicio. El Papa Francisco desarrolló este tema en su homilía de este martes en la misa habitual en la capilla de la Residencia Santa Marta.

En el texto (Marcos 9,30-37) Jesús dice a los Doce Apóstoles que quien quiere ser el primero más bien debería hacerse el último y ser servidor de todos. Jesús sabía que a lo largo del camino los discípulos habían discutido entre ellos sobre quién era el más grande "por ambición". La idea de que "yo soy el primero, quiero que me asciendan" es un espíritu mundano, advirtió Francisco.

También la primera lectura (Santiago 4, 1-10) recuerda que el amor por el mundo (por las cosas vanas y mundanas) es enemigo de Dios.

Jesús, en otro pasaje, dice a los discípulos: "O estáis conmigo o estáis contra mí. No hay medias tintas en el Evangelio. Y cuando uno quiere vivir el Evangelio con medias tintas, al final se encuentra atrapado por el espíritu mundano, advirtió el Pontífice.

Muchas guerras y peleas llegan por pasiones mundanales, denunció Francisco. también pasa entre cristianos, como ejemplifica la discusión entre los apóstoles. "Mira la carrera que hice. ¡Ahora no puedo volver atrás! ¡Es mi turno! Tengo que ganar más para tener más dinero y más poder". "Éste es el espíritu del mundo", señala el Papa.

La envidia y los chismes: una termita

"Y luego, la maldad de los chismes: las habladurías. ¿De dónde viene? De la envidia. El gran envidioso es el diablo, lo sabemos, la Biblia lo dice. Por envidia. Por la envidia del diablo entra el mal en el mundo. La envidia es una termita que te lleva a destruir, a hablar mal, a aniquilar al otro".

Aprender del niño: acoger su inocencia y pequeñez

"¿Quién es el más importante de la Iglesia? El Papa, los obispos, los monseñores, los cardenales, los párrocos de las más bellas parroquias, los presidentes de asociaciones laicas... ¡No! El más grande de la Iglesia es el que se hace servidor de todos, aquel que sirve a todos, no el que tiene más títulos. Y para hacer entender esto, Jesús tomó un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo con ternura -porque Jesús hablaba con ternura, tenía tanta - les dijo: " El que recibe a uno de estos pequeños, me recibe a mí”, es decir, el que acoge al más humilde, al más servidor. Éste es el camino. Contra el espíritu del mundo hay sólo un camino: la humildad. Servir a los demás, elegir el último lugar, no trepar".

Por lo tanto, no hay que "negociar con el espíritu del mundo", no hay que decir: "Tengo derecho a este lugar, porque, mira la carrera que he hecho". La mundanidad, de hecho, "es enemiga de Dios". En cambio, hay que escuchar esta palabra "tan sabia" y alentadora que Jesús dice en el Evangelio: "El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos”.

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