La mundanidad corrompe a la Iglesia, dice el Papa, pero tiene una medicina: el escándalo de la Cruz
Francisco alertó este sábado, en la homilía de la Casa Santa Marta, contra la mundanidad que corrompe la Iglesia y puede destruir la fe de los cristianos, un peligro contra el que ya advirtió Jesucristo.
Antes de comenzar la celebración, el Papa pidió que se rezase "por las personas que se encargan de sepultar a los difuntos en esta pandemia. Enterrar a los muertos es una de las obras de misericordia y no es una cosa agradable. Oremos por quienes se arriesgan a perder la vida y contagiarse".
Qué es la mundanidad
Comentando los diversos pasajes evangélicos en los que Jesucristo habla del mundo y advierte contra él ("si el mundo os odia, sabed que antes me ha odiado a mí"), el Papa se preguntó cuál es el espíritu del mundo.
"¿Qué es esta mundanidad, capaz de odiar y destruir a Jesús y a sus discípulos, capaz incluso de corromper a la Iglesia?", se preguntó.
"La mundanidad es una cultura de lo efímero, de la apariencia, del maquillaje, de valores superficiales", respondió: "Una cultura que no conoce la fidelidad, porque cambia según las circunstancias. Una cultura del usar y tirar según convenga. Es una forma de vivir incluso de muchos que se dicen cristianos".
Pero ya Jesucristo, en la parábola del sembrador, avisa de que la mundanidad "apaga la Palabra de Dios, no la deja crecer".
Mundanidad espiritual
Francisco dijo que le impactaban las últimas páginas del libro Meditación sobre la Iglesia de Henri de Lubac, donde habla de la mundanidad espiritual y dice que es el peor mal que le puede suceder a la Iglesia: "Y no exagera", porque es una forma de vivir el cristianismo que, "para sobrevivir a la predicación del Evangelio, odia y mata".
La mayoría de los mártires no murieron por un odio a la fe como "problema teológico", dijo el Papa, sino porque "la mundanidad odia la fe y la mata, como hizo con Jesús".
La mundanidad no es una mera superficialidad de vida, "tiene raíces profundas": "Es camaleónica, cambia, va y viene según las circunstancias, pero la sustancia es la misma: una propuesta de vida que se introduce en todas partes, incluso en la Iglesia".
El escándalo de la Cruz
Cuando San Pablo predicó en el Areópago de Atenas, le escucharon con atención hasta que llegó "a la cruz y a la resurrección, se escandalizaron y se fueron": "Es algo que la mundanidad no tolera, el escándalo de la Cruz. Es la única medicina contra el espíritu de la mundanidad, que Cristo murió y resucitó por nosotros".
Por eso, según dice San Juan, la victoria sobre el mundo es "la fe en Jesucristo, muerto y resucitado".
Francisco concluyó la homilía pidiendo al Espíritu santo "la gracia de discernir qué es mundanidad y qué es Evangelio y de no dejarnos engañar, porque el mundo nos odia. El mundo odió a Jesús y Jesús pidió al Padre que nos defendiese del espíritu del mundo".