Francisco recuerda en el Ángelus a las víctimas de Valencia: «Recemos por la Península Ibérica»
"Recemos por los afectados por los aluviones, desastres naturales. Recemos por la población de la península ibérica, especialmente por la comunidad valenciana, que ha sido golpeada por la DANA", dijo el Papa durante el rezo del Ángelus en el Vaticano por la fiesta de Todos Los Santos.
Francisco dedicó unas palabras tras el Ángelus a la tragedia que ha sacudido España. "Por sus difuntos y seres queridos, y por todas las familias damnificadas. Que el Señor sostenga a los que sufren y lleve fuerza a los rescatistas", señaló Francisco, quien quiso mostrar "nuestra cercanía al pueblo de Valencia".
Nos deja libres
Francisco también habló del Evangelio de hoy, cuyas palabras de Jesús "nos muestran un camino, el camino del amor, que Él mismo recorrió primero haciéndose hombre, y que para nosotros es a la vez un don de Dios y nuestra respuesta", señaló.
"Pedimos a Dios que nos santifique, que haga nuestro corazón semejante al suyo", pidió el Papa. "Dios ofrece su santidad, pero no nos la impone", dijo, y habló de Su voluntad y de nuestra respuesta. "La siembra en nosotros, nos hace gustarla y ver su belleza, pero luego espera y respeta nuestro 'sí'. Nos deja la libertad de seguir sus buenas inspiraciones, de dejarnos implicar en sus proyectos, de hacer nuestros sus sentimientos, poniéndonos, como nos enseñó, al servicio de los demás, con una caridad cada vez más universal, abierta y dirigida a todos, al mundo entero", subrayó.
"Todo esto lo vemos en la vida de los santos, incluso en nuestro tiempo", comentó Francisco, pensando en San Maximiliano Kolbe y Santa Teresa de Calcuta. "En ellos, como en tantos otros santos -a los que veneramos en los altares y a los de 'al lado', con los que convivimos cada día- reconocemos a hermanos y hermanas modelados por las Bienaventuranzas: pobres, mansos, misericordiosos, hambrientos y sedientos de justicia, artífices de paz", explicó.
Puedes escuchar íntegro el Ángelus del Papa.
"Son personas 'llenas de Dios', incapaces de permanecer indiferentes ante las necesidades del prójimo; testigos de caminos luminosos, que también son posibles para nosotros", finalizó, antes de terminar con unas preguntas: "¿le pido a Dios, en la oración, el don de una vida santa? ¿Me dejo guiar por los buenos impulsos que su Espíritu suscita en mí? ¿Y me comprometo personalmente a practicar las Bienaventuranzas del Evangelio, en los ambientes en los que vivo?".