Francisco: Dios quiso formar un pueblo con nosotros y no se puede ser cristiano sin pertenecer a él
La festividad de la Santísima Trinidad nos permite "contemplar y alabar el misterio del Dios de Jesucristo, que es uno en la comunión de tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo", dijo el Papa este domingo antes del rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro. Pero también "para celebrar con renovado estupor este Dios amor que nos ofrece gratuitamente su vida".
Porque "Dios no quiere tanto revelarnos que Él existe, como revelarnos que Él es Dios con nosotros, próximo a nosotros, que nos ama, que camina con nosotros, que está interesado por nuestra historia personal, que nos cuida a cada uno de nosotros, desde los más pequeños y necesitados. Él está arriba en el cielo pero también aquí abajo en la tierra".
"No creemos en una entidad lejana o indiferente", reiteró Francisco, "sino al contrario, creemos en el amor que ha creado el universo y ha generado un pueblo, se ha hecho carne, ha muerto y resucitado por nostros, y con el Espíritu Santo lo transforma todo y lo lleva a plenitud".
Ese amor paternal de Dios y la necesidad de pertenecer al pueblo de Dios fueron los dos grandes mensajes del pontífice en sus palabras.
Dios, Papá
Dios "nos comunica su deseo de ser llamado Padre, más bien Papá: Dios es Papá nuestro", y quiere que le llamemos así "con la confianza de un niño que se abandona en los brazos de quien le ha dado la vida".
Esa cercanía es posible porque "el Espíritu Santo, actuando en nosotros, hace que Jesucristo no se reduzca a un personaje del pasado, sino que lo experimentemos como próximo, nuestro contemporáneo, que experimentemos la alegría de ser amados por Él".
Solo así podremos anunciar y dar testimonio del Evangelio y "extender la comunión con Él y la alegría que se deriva" de esa comunión y de saber "que Dios camina con nosotros", pues "la alegría es el primer lenguaje del cristiano".
Somos el pueblo de Dios
Dios eligió desde siempre "caminar con la humanidad y formar un pueblo que sea bendición para toda la humanindad, para toda nación y para toda persona, sin excluir a nadie". Por eso "el cristiano no es una persona aislada, pertenece a un pueblo, un pueblo que forma Dios. No se puede ser cristiano sin esa pertenencia y esa comunión. Somos pueblo, el pueblo de Dios".
Tras estas palabras y el rezo del Angelus, y antes de saludar a los distintos peregrinos presentes, Francisco recordó la beatificación en Piacenza, el día anterior, de Sor Leonella Sgorbati (1940-2006), mártir, asesinada por odio a la fe en Mogadiscio el 17 de septiembre de 2006, y le confió África, por la que enseguida rezó un Avemaría, seguida por los fieles en la Plaza de San Pedro.
Por último, el Papa pidió que se reconozcan las necesidades de las personas enfermas, "también las espirituales", y que se esté "cerca de ellos con ternura".
Porque "Dios no quiere tanto revelarnos que Él existe, como revelarnos que Él es Dios con nosotros, próximo a nosotros, que nos ama, que camina con nosotros, que está interesado por nuestra historia personal, que nos cuida a cada uno de nosotros, desde los más pequeños y necesitados. Él está arriba en el cielo pero también aquí abajo en la tierra".
"No creemos en una entidad lejana o indiferente", reiteró Francisco, "sino al contrario, creemos en el amor que ha creado el universo y ha generado un pueblo, se ha hecho carne, ha muerto y resucitado por nostros, y con el Espíritu Santo lo transforma todo y lo lleva a plenitud".
Ese amor paternal de Dios y la necesidad de pertenecer al pueblo de Dios fueron los dos grandes mensajes del pontífice en sus palabras.
Dios, Papá
Dios "nos comunica su deseo de ser llamado Padre, más bien Papá: Dios es Papá nuestro", y quiere que le llamemos así "con la confianza de un niño que se abandona en los brazos de quien le ha dado la vida".
Esa cercanía es posible porque "el Espíritu Santo, actuando en nosotros, hace que Jesucristo no se reduzca a un personaje del pasado, sino que lo experimentemos como próximo, nuestro contemporáneo, que experimentemos la alegría de ser amados por Él".
Solo así podremos anunciar y dar testimonio del Evangelio y "extender la comunión con Él y la alegría que se deriva" de esa comunión y de saber "que Dios camina con nosotros", pues "la alegría es el primer lenguaje del cristiano".
Somos el pueblo de Dios
Dios eligió desde siempre "caminar con la humanidad y formar un pueblo que sea bendición para toda la humanindad, para toda nación y para toda persona, sin excluir a nadie". Por eso "el cristiano no es una persona aislada, pertenece a un pueblo, un pueblo que forma Dios. No se puede ser cristiano sin esa pertenencia y esa comunión. Somos pueblo, el pueblo de Dios".
Tras estas palabras y el rezo del Angelus, y antes de saludar a los distintos peregrinos presentes, Francisco recordó la beatificación en Piacenza, el día anterior, de Sor Leonella Sgorbati (1940-2006), mártir, asesinada por odio a la fe en Mogadiscio el 17 de septiembre de 2006, y le confió África, por la que enseguida rezó un Avemaría, seguida por los fieles en la Plaza de San Pedro.
Por último, el Papa pidió que se reconozcan las necesidades de las personas enfermas, "también las espirituales", y que se esté "cerca de ellos con ternura".
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