En la Audiencia del miércoles, el Papa Francisco explica el Gloria y los silencios en la misa
El Papa Francisco ha seguido explicando en la audiencia pública de este miércoles, como en semanas anteriores, distintas partes de la liturgia de la misa. En esta ocasión, dijo, “dedicamos la catequesis de hoy al canto del gloria y a la oración colecta que forman parte de los ritos introductorios de la Santa Misa”.
El himno del Gloria
El encuentro entre la miseria humana y la misericordia divina da vida a la gratitud expresada en el “Gloria”, un himno antiguo y venerable con el cual la Iglesia, congregada en el Espíritu Santo, glorifica y suplica a Dios Padre y al Cordero.
“El canto del gloria comienza con las palabras de los ángeles en el nacimiento de Jesús en Belén y continúa con aclamaciones de alabanza y agradecimiento a Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo”.
Este canto, precisó el Papa, nos implica también a nosotros recogidos en oración: “Gloria a Dios en lo alto del cielo y paz a los hombres de buena voluntad”.
"Oremos": el silencio en la oración colecta
“Después del Gloria viene la oración llamada colecta. Con la expresión ‘oremos’, señaló el Obispo de Roma, el sacerdote invita al pueblo a recogerse en un momento en silencio, para que cada uno tome conciencia de estar en la presencia de Dios y formular en su espíritu sus deseos”.
El silencio, puntualizó el Papa Francisco, no se reduce a la ausencia de palabras, sino a disponerse a escuchar otras voces: aquellas de nuestro corazón y, sobre todo, la voz del Espíritu Santo. “En la liturgia, la naturaleza del sagrado silencio depende del momento en el cual se realiza: ‘Durante el acto penitencial y después en la invitación a la oración, ayuda al recogimiento; después de la lectura u homilía, es una invitación a meditar brevemente lo que se ha escuchado; después de la Comunión, favorece la oración interior de alabanza y suplica’. Por lo tanto – dijo el Papa – antes de la oración inicial, el silencio ayuda a recogernos en nosotros mismos y a pensar porque estamos ahí. Es esta la importancia de escuchar nuestro espíritu para abrirlo luego al Señor”.
Hacemos memoria y luego suplicamos
La oración colecta – precisó el Pontífice – está compuesta, primero, de una invocación del nombre de Dios, y en la que se hace memoria de lo que él ha hecho por nosotros, y en segundo lugar, de una súplica para que intervenga.
“El sacerdote recita esta oración con los brazos abiertos imitando a Cristo sobre el madero de la cruz. En Cristo crucificado reconocemos al sacerdote que ofrece a Dios el culto agradable, es decir, el de la obediencia filial ”
Antes de concluir su catequesis, el Papa Francisco recordó que, en el Rito Romano las oraciones son concisas pero ricas de significado. “Volver a meditar los textos, incluso fuera de la Misa, puede ayudarnos a aprender a dirigirnos a Dios, qué cosa pedir, qué palabras usar. Pueda la liturgia convertirse para todos nosotros en una verdadera escuela de oración”.
El himno del Gloria
El encuentro entre la miseria humana y la misericordia divina da vida a la gratitud expresada en el “Gloria”, un himno antiguo y venerable con el cual la Iglesia, congregada en el Espíritu Santo, glorifica y suplica a Dios Padre y al Cordero.
“El canto del gloria comienza con las palabras de los ángeles en el nacimiento de Jesús en Belén y continúa con aclamaciones de alabanza y agradecimiento a Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo”.
Este canto, precisó el Papa, nos implica también a nosotros recogidos en oración: “Gloria a Dios en lo alto del cielo y paz a los hombres de buena voluntad”.
"Oremos": el silencio en la oración colecta
“Después del Gloria viene la oración llamada colecta. Con la expresión ‘oremos’, señaló el Obispo de Roma, el sacerdote invita al pueblo a recogerse en un momento en silencio, para que cada uno tome conciencia de estar en la presencia de Dios y formular en su espíritu sus deseos”.
El silencio, puntualizó el Papa Francisco, no se reduce a la ausencia de palabras, sino a disponerse a escuchar otras voces: aquellas de nuestro corazón y, sobre todo, la voz del Espíritu Santo. “En la liturgia, la naturaleza del sagrado silencio depende del momento en el cual se realiza: ‘Durante el acto penitencial y después en la invitación a la oración, ayuda al recogimiento; después de la lectura u homilía, es una invitación a meditar brevemente lo que se ha escuchado; después de la Comunión, favorece la oración interior de alabanza y suplica’. Por lo tanto – dijo el Papa – antes de la oración inicial, el silencio ayuda a recogernos en nosotros mismos y a pensar porque estamos ahí. Es esta la importancia de escuchar nuestro espíritu para abrirlo luego al Señor”.
Hacemos memoria y luego suplicamos
La oración colecta – precisó el Pontífice – está compuesta, primero, de una invocación del nombre de Dios, y en la que se hace memoria de lo que él ha hecho por nosotros, y en segundo lugar, de una súplica para que intervenga.
“El sacerdote recita esta oración con los brazos abiertos imitando a Cristo sobre el madero de la cruz. En Cristo crucificado reconocemos al sacerdote que ofrece a Dios el culto agradable, es decir, el de la obediencia filial ”
Antes de concluir su catequesis, el Papa Francisco recordó que, en el Rito Romano las oraciones son concisas pero ricas de significado. “Volver a meditar los textos, incluso fuera de la Misa, puede ayudarnos a aprender a dirigirnos a Dios, qué cosa pedir, qué palabras usar. Pueda la liturgia convertirse para todos nosotros en una verdadera escuela de oración”.
Comentarios