No al «optimismo», sí a la «esperanza», dice el Papa a las víctimas del terremoto de Amatrice
En la víspera de la Epifanía del Señor, el Papa Francisco quiso reunirse con ochocientas personas que sobrevivieron y se vieron afectadas por el terrible terremoto del 24 de agosto pasado que azotó el centro de Italia. Entre una profunda emoción, el Santo Padre se reunió con ellos en el Aula Pablo VI.
Tal y como recoge Zenit, varias personas dieron su testimonio de este trágico evento que ha cambiado totalmente un lugar de tres mil habitantes y en el que murieron unas trescientas personas, y cuyos pueblos quedaron literalmente arrasados.
Con un ‘Buon giorno‘ el Papa inició sus palabras señalando que tomó nota de algunas frases que le llegaron al corazón de estos testimonios. “Reconstruir” fue la primera palabra, y “los corazones más aún que las casas”, dijo. También se hizo eco de la reflexión de un vecino que narró que “por tercera vez comenzaré a construir mi casa”.
“No hay lugar para el optimismo, sí para la esperanza”, señaló Francisco, y elogió ese papá que dejó a sus hijos en las manos de otros para ir a auxiliar a quienes aún estaban atrapados.
El Pontífice confió que le gusta bendecir las manos de los médicos y de los enfermeros “porque sirven para curar”, y le gustaría hacerlo con la de los bomberos, los socorristas y a todos aquellos que allí ayudaron.
Comentó también una frase del párroco don Luciano Avenati, del pueblo sant’Eutizio in Preci: “Nos quedamos allí para no herir aún más nuestra tierra”. Cada uno sufrió algo, otros perdieron tanto, sus parientes, sus padres.
Citando al párroco dijo que “sucedieron también ‘milagros’ en el momento del dolor, con reconciliaciones que dejaron atrás viejas historias y reencontrarse, con la ayuda mutua”. Otro testimonio dijo: “Hoy nuestra vida no es la misma”, y el Papa señaló que “las cicatrices quedarán para toda la vida”.
Elogió al párroco que no abandonó a su redil, y les pidió a los presentes “tener la capacidad de soñar” para reconstruir las casas, la iglesia y el tejido social, y por darnos el ejemplo de coraje y ayudarnos a combatir nuestro egoísmo. El Papa concluyó la audiencia rezando un Ave María, e impartió su bendición.
Tal y como recoge Zenit, varias personas dieron su testimonio de este trágico evento que ha cambiado totalmente un lugar de tres mil habitantes y en el que murieron unas trescientas personas, y cuyos pueblos quedaron literalmente arrasados.
Con un ‘Buon giorno‘ el Papa inició sus palabras señalando que tomó nota de algunas frases que le llegaron al corazón de estos testimonios. “Reconstruir” fue la primera palabra, y “los corazones más aún que las casas”, dijo. También se hizo eco de la reflexión de un vecino que narró que “por tercera vez comenzaré a construir mi casa”.
“No hay lugar para el optimismo, sí para la esperanza”, señaló Francisco, y elogió ese papá que dejó a sus hijos en las manos de otros para ir a auxiliar a quienes aún estaban atrapados.
El Pontífice confió que le gusta bendecir las manos de los médicos y de los enfermeros “porque sirven para curar”, y le gustaría hacerlo con la de los bomberos, los socorristas y a todos aquellos que allí ayudaron.
Comentó también una frase del párroco don Luciano Avenati, del pueblo sant’Eutizio in Preci: “Nos quedamos allí para no herir aún más nuestra tierra”. Cada uno sufrió algo, otros perdieron tanto, sus parientes, sus padres.
Citando al párroco dijo que “sucedieron también ‘milagros’ en el momento del dolor, con reconciliaciones que dejaron atrás viejas historias y reencontrarse, con la ayuda mutua”. Otro testimonio dijo: “Hoy nuestra vida no es la misma”, y el Papa señaló que “las cicatrices quedarán para toda la vida”.
Elogió al párroco que no abandonó a su redil, y les pidió a los presentes “tener la capacidad de soñar” para reconstruir las casas, la iglesia y el tejido social, y por darnos el ejemplo de coraje y ayudarnos a combatir nuestro egoísmo. El Papa concluyó la audiencia rezando un Ave María, e impartió su bendición.
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