El Papa destaca y explica dos actitudes básicas para la vida cristiana: «movimiento» y «asombro»
Antes del rezo del Angelus, el Papa Francisco recordó que este primer domingo de febrero se celebra la fiesta de la Presentación del Señor y la XXIV Jornada Mundial de la Vida Consagrada.
De este modo, Francisco pidió “que la Virgen María nos ayude a contemplar cada día en Jesús el Don de Dios para nosotros, y a dejarnos involucrar por Él en el movimiento del don, con alegre asombro, para que toda nuestra vida se convierta en una alabanza a Dios en el servicio a nuestros hermanos”.
Tal y como recoge Vatican News, comentando el Evangelio de San Lucas que narra la presentación del Niño Jesús en el templo para consagrarlo a Dios, como prescribía la Ley judía, el Santo Padre señaló que “este episodio llama nuestra atención al ejemplo de algunos personajes que son tomados en el momento en el cual hacen experiencia del encuentro con el Señor”.
Una doble actitud
Estos personajes no son otros que María y José, Simeón y Ana, que representan modelos de acogida y donación de la propia vida a Dios y que el evangelista Lucas los describe a todos con una doble actitud: de movimiento y de asombro.
Según Francisco, la primera actitud es el movimiento y cómo María y José se ponen en camino hacia Jerusalén. Por otro lado, Simeón, movido por el Espíritu, va al templo, mientras que Ana sirve a Dios día y noche sin descanso. “De esta manera los cuatro protagonistas del pasaje evangélico nos muestran que la vida cristiana requiere dinamismo y disponibilidad de caminar, dejándose guiar por el Espíritu Santo”, añadió el Papa.
Por el contrario, el Pontífice destacó que el inmovilismo no se acomoda con el testimonio cristiano y la misión de la Iglesia. Por ello, el mundo necesita cristianos que se dejen conmover, que no se cansen de caminar por las calles de la vida, para llevar a todos la palabra consoladora de Jesús.
Una vocación al anuncio
“¡Todo bautizado ha recibido la vocación al anuncio, a la misión evangelizadora! Las parroquias y las diversas comunidades eclesiales están llamadas a fomentar el compromiso de jóvenes, familias y ancianos, para que todos puedan hacer una experiencia cristiana, viviendo la vida y la misión de la Iglesia como protagonistas”, agregó.
La segunda actitud es el asombro. María y José “se asombraron de las cosas que se decían de él [de Jesús]”. El asombro es también una reacción explícita del viejo Simeón, que en el Niño Jesús ve con sus ojos la salvación obrada por Dios en favor de su pueblo. Y lo mismo ocurre con Ana, que “también comenzó a alabar a Dios”. “Estas figuras de creyentes – señaló el Pontífice – están envueltas en el asombro, porque se dejaron capturar e involucrar por los eventos que estaban sucediendo ante sus ojos”.
“La capacidad de maravillarse ante las cosas que nos rodean fomenta la experiencia religiosa y hace fructífero el encuentro con el Señor. Por el contrario, la incapacidad de asombrarse nos hace indiferentes y amplía la distancia entre el camino de la fe y la vida de cada día”.