El Papa pide a los matrimonios cristianos que transformen sus casas en una «iglesia doméstica»

El Papa Francisco ha presidido este miércoles la Audiencia General y ha proseguido sus catequesis sobre los Hechos de los Apóstoles, en este caso para hablar de un matrimonio que ayudó y colaboró con San Pablo en Corinto, y que estaba formado por Áquila y Priscila.

El Santo Padre señaló que este matrimonio demostró “tener un corazón lleno de la fe de Dios y generoso hacia los demás, capaz de hacer espacio a quien experimenta la condición de forastero”.

De este modo, Francisco explicó a los fieles presentes en el Vaticano que “esta sensibilidad les lleva a salir de sí mismos para practicar el arte cristiano de la hospitalidad, y abrir las puertas de su casa para acoger al apóstol Pablo. Así, no sólo acogen al evangelizador, sino también el anuncio que lleva consigo, el Evangelio de Cristo”.

Este matrimonio abrió las puertas de su casa y así San Pablo –indicó el Papa- “puede hablar de la comunidad que se reúne en su casa, la cual se convierte en una domus eclesiae, un lugar de escucha de la Palabra de Dios y de celebración de la Eucaristía”.

En esta catequesis, el Pontífice recordó que “un año y medio después de permanecer en Corintio, Pablo deja aquella ciudad junto con Áquila y Priscila, que se quedan en Éfeso. También allí su casa se convierte en lugar de catequesis. Por último, los dos esposos entran en Roma y serán destinatarios de un espléndido elogio que el Apóstol incluye en la carta a los Romanos: ‘Saludad a Priscila y a Áquila, mis colaboradores en Cristo Jesús. Ellos, por salvarme la vida, han arriesgado su cabeza, y a ellos no sólo yo les estoy agradecido, sino todas las Iglesias del mundo pagano’”.

Por tanto, Francisco definió a Áquila y Priscila como “modelos de una vida conyugal responsablemente comprometida con el servicio a toda la comunidad cristiana y nos recuerdan que gracias a la fe y al compromiso en la evangelización de muchos laicos como ellos, el cristianismo ha llegado hasta nosotros”.

Por ello, llamó a los matrimonios cristianos a seguir el ejemplo de estos cónyuges para que “sepan abrir las puertas de sus corazones a Cristo y a los hermanos, y que transformen sus casas en iglesias domésticas donde vivir la comunión y ofrecer el culto de la vida vivida con fe, esperanza y caridad”.