Jesús se volcaba en la gente pero nunca dejaba de orar: sigamos su ejemplo, dice el Papa Francisco
¿Ser una persona activa en el servicio a los demás es una excusa para no rezar? El ejemplo de Jesús nos muestra lo contrario: Jesucristo era el más activo y entregado y también oraba constantemente, buscando momentos de soledad para ello. Jesús durante su vida pública recurrió constantemente a la fuerza de la oración.
Así el Papa Francisco ha tratado del tema de la oración en medio de la actividad, con motivo de la catequesis para la Audiencia General de este miércoles, que se ha celebrado desde la Biblioteca del Palacio Apostólico por prevención ante la segunda ola del coronavirus.
Jesús, recordó el Pontífice, no descuidaba nunca su diálogo íntimo con el Padre. Cuanto más inmerso estaba en las necesidades de la gente, más sentía la necesidad de reposar en la Comunión trinitaria.
La forma de orar de Jesús a veces nos parece una “realidad misteriosa, de la que sólo intuimos algo, pero que permite leer en la justa perspectiva toda su misión”. Los Evangelios nos lo muestran cuando se retira a lugares apartados a rezar, incluso en sus días más entregados a los pobres o enfermos.
La oración implica escucha dócil al Padre
En Cafarnaún, recordó el Papa, cuando todos le llevaban enfermos para sanar, Él los atendía, pero antes del alba, se retiraba a un lugar solitario y rezaba. “¡Todos te buscan!”, le decían los discípulos. Y Él respondía: “Vayamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que también allí predique; pues para eso he salido” (cfr Mc 1, 35-38).
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La oración es el timón que guía la ruta de Jesús, señala el Pontífice. Su itinerario no lo marcaban ni los éxitos, ni el consenso, ni la frase seductora de “todos te buscan”. Él hacía aquello que el Padre le inspiraba en oración.
Hablando en español, Francisco señaló que el ejemplo de Jesús nos lleva a deducir algunas características de la oración cristiana. Sobre todo, - explicó - es un medio para ofrecer a Dios toda la jornada, nos dispone a la escucha y al encuentro, nos abre un horizonte grande y nos ensancha el corazón.
El Papa advirtió que un día vivido sin oración corre el riesgo de transformarse en una experiencia molesta, o aburrida, algo soportado de mal humor. Jesús, sin embargo, enseña a ser obedientes ante la realidad, mediante la escucha.
"La oración tiene el poder de transformar en bien lo que en la vida de otro modo sería una condena; tiene el poder de abrir un horizonte grande a la mente y de agrandar el corazón", exhortó el Pontífice.
La oración es un arte: requiere perseverancia
La oración también "es un arte" que se debe practicar con insistencia, con perseverancia y que requiere disciplina. El Papa dijo: "Una oración perseverante produce una transformación progresiva, hace fuertes en los períodos de tribulación, dona la gracia de ser sostenidos por Aquel que nos ama y nos protege siempre".
Otro rasgo de Jesús, al orar, es que buscaba la soledad. Esto no significa escapar del mundo, advirtió Francisco, sino encontrar un espacio de silencio para cultivar la propia vida interior y encontrar sentido a lo que hacemos.
"Sin vida interior nos convertimos en superficiales, inquietos, ansiosos… ¡la ansiedad cuánto mal nos hace! Sin vida interior huimos de la realidad, y también huimos de nosotros mismos, somos hombres y mujeres siempre en fuga", dijo el Papa.
La oración nos pone en nuestro lugar
A veces los seres humanos “nos creemos dueños de todo, o al contrario perdemos toda estima por nosotros mismos”, señaló Francisco. Ahí la oración “nos ayuda a encontrar la dimensión adecuada, en la relación con Dios, nuestro Padre, y con toda la creación”.
Un último rasgo de la oración de Jesús es el abandono. “La oración es abandonarse en las manos del Padre”, como Jesús en el Huerto de los Olivos, cuando sumido en la angustia rezaba: "Padre, si es posible... pero que se haga tu voluntad".
"Abandonarse en las manos del Padre... Es bello, cuando estamos agitados, un poco preocupados y el Espíritu Santo nos transforma desde dentro y nos lleva a este abandono en las manos del Padre. Padre, hágase tu voluntad...", comentó Francisco.
Para finalizar, el Papa Francisco animó a pedirle a Él que “nos ayude a redescubrirlo —a través de la lectura orante y cotidiana del Evangelio— como maestro de oración” y a disponernos a aprender en su escuela de oración.
Audiencia desde la Biblioteca, por los confinamientos
La Audiencia General de este miércoles se celebró de nuevo desde la biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano, ante la segunda ola del coronavirus que ha llevado a las autoridades italianas a limitar los encuentros en público.
Antes de dar comienzo a su catequesis, el Papa Francisco hizo referencia a esta situación y pidió que se sigan las indicaciones de las autoridades políticas y sanitarias “para defendernos de esta pandemia”.
El Santo Padre también animó a ofrecer al Señor “esta distancia entre nosotros por el bien de todos”. En concreto, pidió pensar en los enfermos.
“Por desgracia, hemos tenido que regresar a esta Audiencia en la Biblioteca. Esto es para defendernos del contagio de la Covid. Esto también nos enseña que debemos estar muy atentos a las indicaciones de la autoridad, sean las autoridades políticas como las sanitarias para defendernos de esta pandemia”, señaló el Pontífice.
“Ofrezcamos al Señor esta distancia entre nosotros por el bien de todos y pensemos, pensemos mucho en los enfermos. En aquellos que ya entran como descartados. Pensemos en los médicos, en los enfermeros, enfermeras, en los voluntarios, en tanta gente que trabaja con los enfermos en este momento, que arriesga su vida, pero lo hacen por amor, por su vocación por amor al prójimo”, fueron las palabras del Papa Francisco.