Jueves, 21 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Francisco proclama ante Neófito un triple ecumenismo: de la sangre, del pobre y de la misión

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El Papa besó la cruz pectoral del patriarca ortodoxo Neófito cuando fue recibido en el Palacio del Santo Sínodo.
El Papa besó la cruz pectoral del patriarca ortodoxo Neófito cuando fue recibido en el Palacio del Santo Sínodo.

Los actos puramente religiosos del Papa en Bulgaria, tras su encuentro con las autoridades civiles, comenzaron con tres muy seguidos: en el Palacio del Santo Sínodo, sus palabras ante Neófito, patriarca ortodoxo de toda Bulgaria, y su sínodo; luego, la visita a la catedral de Alejandro Nevski, donde rezó ante las tumbas de San Cirilo y San Metodio, evangelizadores de la Europa oriental; y por último, en la plaza donde se ubica el templo, el rezo del Regina Coeli.

Ante Neófito y su "santo sínodo", Francisco tuvo unas primeras palabras para evocar a los mártires del comunismo en Bulgaria, "los testigos de la Pascua": "¡Cuántos cristianos en este país sufrieron por el nombre de Jesús, en particular durante la persecución del siglo pasado... Pasaron a través de las espinas de la prueba para que se extienda la fragancia del Evangelio. Florecieron en un terreno fértil y bien labrado, en un pueblo rico de fe y humanidad genuina, que les dio raíces robustas y profundas. Pienso en la vida monástica que, de modo especial, alimentó la fe de la gente de generación en generación". Utilizando una denominación que es ya habitual en sus discursos, denominó a esa unidad de los cristianos ante la persecución "el ecumenismo de la sangre".

Luego alabó la senda del diálogo entre católicos y ortodoxos impulsado en el Concilio Vaticano II por el Papa San Juan XXIII, quien fue delegado apostólico en Sofía entre 1925 y 1934, y abogó por que, "con la ayuda de Dios y en los tiempos que la Providencia disponga, esos contactos incidan positivamente en tantos otros aspectos de nuestro diálogo. Mientras tanto, estamos llamados a caminar y a actuar juntos para dar testimonio del Señor, sirviendo especialmente a los hermanos más pobres y olvidados, en los que Él está presente. El ecumenismo del pobre".

Por último, recordó que "los santos Cirilo y Metodio... nos han unido desde el primer milenio... [Su] memoria viva perdura en nuestras Iglesias como fuente de inspiración, porque, a pesar de las adversidades, ellos pusieron en primer lugar el anuncio del Señor, la llamada a la misión" y "eligieron la perspectiva de la comunión": "Misión y comunión", dijo el Papa, "dos palabras que se entrelazan siempre en la vida de los dos santos y que pueden iluminarnos el camino para crecer en fraternidad. El ecumenismo de la misión".

Franciso añadió además que "Cirilo y Metodio, bizantinos de cultura, tuvieron la audacia de traducir la Biblia en una lengua accesible a los pueblos eslavos, para que la Palabra divina precediese a las palabras humanas. Su valiente apostolado permanece como un modelo de evangelización para todos". Pidió una especial atención a los jóvenes para que "encontremos modos para transmitir la fe con el lenguaje y las formas que permitan a los jóvenes experimentar la alegría de un Dios que los ama y los llama. De lo contrario se sentirán tentados a confiar en tantas sirenas engañosas de la sociedad de consumo".

A continuación Francisco acudió a la catedral de Alejandro Nevski a rezar en silencio ante la cátedra de San Cirilo (827-869) y San Metodio (815-885), apóstoles de los eslavos.

Posteriormente, en la Plaza, rezó como es tradicional el Regina Coeli, en la misma plaza de la catedral.

Antes de ello, reiteró el recuerdo a San Juan XXIII y las palabras anteriores llamando al encuentro entre las comunidades cristianas. Y felicitó la Pascua a los presentes con un Christos vozkrese! [¡Cristo ha resucitado!], palabras que "expresan la gran alegría por la victoria de Jesucristo sobre el mal y sobre la muerte. Son una afirmación y un testimonio del corazón de nuestra fe: Cristo vive. Él es nuestra esperanza y la más hermosa juventud del mundo. Todo lo que Él toca se hace nuevo, se llena de vida. Por eso, las primeras palabras que quiero dirigir a cada uno de vosotros son: ¡Él vive y te quiere vivo! Él está en ti, Él está contigo y nunca te deja. Él camina contigo... Cuando te sientas avejentado por la tristeza –la tristeza envejece–, los rencores, los miedos, las dudas o los fracasos, Él estará allí para devolverte la fuerza y la esperanza".

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