Martes, 05 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

El Papa a los católicos de Grecia: «Sois una comunidad pequeña, vivid con elocuencia el Evangelio»

El Papa Francisco y Su Beatitud Jerónimo II
El Papa Francisco y Su Beatitud Jerónimo II

ReL

La jornada vespertina del primer día en Grecia comenzó con una visita de cortesía a Su Beatitud Jerónimo II, arzobispo de Atenas y toda Grecia, en el Arzobispado Ortodoxo de Grecia en Atenas, en el que el Santo Padre insistió en seguir los caminos que lleven a la unidad de todos los seguidores de Cristo. Y posteriormente, el Papa Francisco mantuvo un encuentro en la catedral maronita de San Dionisio, también en Atenas, con obispos, sacerdotes, religiosos, consagrados, seminaristas y catequistas.

“Renovar la súplica de perdón por los errores cometidos”

En el encuentro con Su Beatitud Jerónimo II, el Papa hizo hincapié en las divisiones que han amenazado la comunión entre ambas iglesias, y expresó la “necesidad de renovar la súplica de perdón a Dios y a los hermanos por los errores que han cometido tantos católicos”. El Papa ha descrito la comunión que debe existir entre hermanos, ha resaltado la importancia que da la iglesia ortodoxa a la formación y a la preparación teológica. Y ha pedido aunar esfuerzos, en las diferentes formas de cooperación en la caridad, para servir a los hombres y “llevarles la consolación del Evangelio, curando las heridas de la humanidad”.

Francisco y Jerónimo II

Francisco y Jerónimo II, durante la lectura de los discursos

Hablando de las raíces comunes apostólicas, el Papa recordó los grandes frutos que dieron, como los primeros grandes Concilios ecuménicos, y señaló: “Lamentablemente, después hemos crecido alejados: nos han contaminado venenos mortales, la cizaña de la sospecha aumentó la distancia y dejamos de cultivar la comunión. Con vergüenza —lo reconozco por la Iglesia católica— acciones y decisiones que tienen poco o nada que ver con Jesús y con el Evangelio, basadas más bien en la sed de ganancias y de poder, han hecho marchitar la comunión. De este modo hemos dejado que la fecundidad estuviera amenazada por las divisiones”.

El Espíritu Santo, aceite de comunión

Tras afirmar que el Espíritu Santo es, sobre todo, aceite de comunión, Francisco dijo que hoy en día, se necesita reconocer el valor único que resplandece en todo hombre, en cada hermano. “Reconocer esta característica común de la humanidad es el punto de partida para edificar la comunión”.

El Espíritu que se derrama en las mentes impulsa a una fraternidad más intensa, a estructurarnos en la comunión. Por eso, “no nos tengamos miedo, ayudémonos a adorar a Dios y a servir al prójimo”, sin hacer proselitismo y respetando plenamente la libertad de los demás, porque —como escribió san Pablo— “donde está el Espíritu del Señor hay libertad”.

Francisco y Jerónimo II, durante el intercambio de unos presentes

Francisco y Jerónimo II, durante el intercambio de unos presentes

Espíritu Santo, aceite de sabiduría

En segundo lugar, el Espíritu es aceite de sabiduría. Él ungió a Cristo y desea inspirar a los cristianos. Dóciles a su sabiduría humilde, crecemos en el conocimiento de Dios y nos abrimos a los demás. “Quisiera en este sentido expresar mi reconocimiento por la importancia que da esta Iglesia ortodoxa, heredera de la primera gran inculturación de la fe —la inculturación con la cultura helénica— a la formación y a la preparación teológica. También quisiera recordar la fructífera colaboración en el ámbito cultural entre la Apostolikí Diakonía de la Iglesia de Grecia —cuyos representantes tuve la alegría de encontrar en el 2019— y el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, así como la importancia de los simposios intercristianos promovidos por la Facultad de Teología ortodoxa de la Universidad de Salonicco junto a la Universidad Pontificia Antonianum de Roma”. Tal y como señaló el Papa están siendo ocasiones que han permitido instaurar cordiales relaciones y llevar adelante útiles intercambios entre los académicos de ambas confesiones.

Espíritu Santo, aceite de consolación

Por último, el mismo Espíritu es aceite de consolación, “Él ha consagrado a Cristo con la unción para que proclamara la buena noticia a los pobres, la liberación a los cautivos, la libertad a los oprimidos. Y Él todavía nos impulsa para que nos hagamos cargo de los más débiles y los más pobres, y para que su causa —primordial a los ojos de Dios— se dé a conocer al mundo”. Y en este sentido, Grecia ha sido indispensable el apoyo ofrecido por los cristianos ortodoxos a los más necesitados durante los períodos más duros de la crisis económica. “Desarrollemos juntos formas de cooperación en la caridad -invitó el Papa-, abrámonos y colaboremos en cuestiones de carácter ético y social para servir a los hombres de nuestro tiempo y llevarles la consolación del Evangelio”. 

 Puedes ver aquí la retransmisión del encuentro del Santo Padre Francisco con Su Beatitutud Jerónimo II

Francisco con los católicos de Grecia

Al finalizar el encuentro con Jerónimo II, el Papa Francisco se reunió con la comunidad católica en la catedral de San Dionisio, en Atenas. En su discurso, el Pontífice recordó que ante magnificencia de los grandes números y el esplendor mundano, los católicos están llamados “a ser como la levadura que fermenta en lo escondido, paciente y silenciosamente”, dentro de la masa del mundo. “Ustedes son una comunidad pequeña, pero vivan con elocuencia el Evangelio”, añadió. A este encuentro asistieron obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, seminaristas y catequistas.

Tras agradecer a Monseñor Rossolatos, Arzobispo emérito de Atenas y Presidente de la Conferencia Episcopal griega por las palabras de bienvenida, el Santo Padre, expresó su gratitud a una religiosa argentina del Verbo Encarnado, misionera en tierras griegas y a Rokos, un laico que compartieron sus testimonios de fe. “Gracias, Hermana, por su testimonio. Es importante que los religiosos y las religiosas vivan su servicio con este espíritu, con un amor apasionado que se hace don para la comunidad donde son enviados”, dijo el Santo Padre, y añadió: “Gracias también a Rokos por el hermoso testimonio de fe vivido en la familia, en la vida cotidiana, junto a los hijos que, como tantos jóvenes, en un cierto momento se hacen preguntas, se interrogan y eso está bien, porque nos ayuda como Iglesia a reflexionar y a cambiar”.

En su discurso, el Pontífice expresó su alegría por estar “en una tierra que es un don”, un patrimonio de la humanidad sobre el que se han construido los fundamentos de Occidente: “Todos somos un poco hijos y deudores de su país: sin la poesía, la literatura, la filosofía y el arte que se desarrollaron aquí no podríamos conocer tantas facetas de la existencia humana, ni satisfacer tantas preguntas interiores sobre la vida, el amor, el dolor y la muerte”.

Francisco besa la cruz al inicio del encuentro con la comunidad católica de Grecia

Francisco besa la cruz al inicio del encuentro con la comunidad católica de Grecia

Pablo abrió el “taller de la fe” en la cultura griega

Asimismo, el Papa recordó que al profundizar sobre quién ha inaugurado el vínculo entre el cristianismo de los orígenes y la cultura griega, nuestro pensamiento no puede ir más que al Apóstol Pablo: “Es él quien abrió el ‘taller de la fe’ que sintetizó esos dos mundos; y lo hizo precisamente aquí, como relatan los Hechos de los Apóstoles. Llegó a Atenas, comenzó a predicar en la plaza y los eruditos de ese tiempo lo llevaron al Areópago (cf. Hch 17, 16-34), que era el consejo de los ancianos, de los sabios que juzgaban cuestiones de interés público”, dijo Francisco deteniéndose en dos actitudes del Apóstol que pueden orientarnos en nuestro camino como Iglesia: la confianza y la acogida.

 Confianza en una Iglesia pequeña pero elocuente

Sobre la confianza, el Santo Padre invitó a meditar sobre la historia de san Pablo en Atenas, quien a menudo fue tratado por algunos filósofos como un “charlatán” cuando predicaba. “Estaba solo, superado en número y tenía escasas posibilidades de éxito, pero no se dejó vencer por el desánimo, no renunció a la misión ni se dejó atrapar por la tentación de lamentarse”.

En este sentido, el Papa alentó a la comunidad católica griega a tener confianza “porque el ser Iglesia pequeña nos hace signo elocuente del Evangelio, del Dios anunciado por Jesús que elige a los pequeños y a los pobres, que cambia la historia con las proezas sencillas de los humildes”.

Y ante la magnificencia de los grandes números, el esplendor mundano y la tentación del triunfalismo, el Pontífice hizo hincapié en que a los católicos se le pide que sigan el ejemplo del granito de mostaza, que es ínfimo, pero crece humilde y lentamente (Mt 13, 32), y que sean como la levadura que fermenta en lo escondido, paciente y silenciosamente, dentro de la masa del mundo, gracias a la obra incesante del Espíritu Santo.

Francisco escucha con atención los testimonios de católicos griegos

Francisco escucha con atención los testimonios de católicos griegos

El secreto del Reino de Dios está contenido en las pequeñas cosas, en lo que a menudo no se ve ni hace ruido. El apóstol Pablo, cuyo nombre remite a la pequeñez, vivió en la confianza porque acogió en el corazón estas palabras del Evangelio, hasta el punto de enseñarlas a los hermanos de Corinto: “Lo que parece debilidad en Dios es más fuerte que todo lo humano”, y “escogió a los que el mundo tiene por débiles, para avergonzar a los fuertes” (1 Co 1, 25.27).

 Evangelizar no es llenar un recipiente vacío

En este espíritu, sin perder nunca “el entusiasmo del servicio”, el Papa ha animado a la comunidad católica de Grecia a ser acogedores, lo que no significa querer “ocupar el espacio y la vida del otro, sino sembrar la buena nueva en el suelo de su existencia”. Dios siempre precede a nuestra siembra. Evangelizar no es llenar un recipiente vacío, es ante todo sacar a la luz lo que Dios ya ha comenzado a realizar.

 Pablo en el Areópago no dice “estás haciendo todo mal” o “ahora te estoy enseñando la verdad”, sino que comienza por dar la bienvenida a su espíritu religioso. Es decir, reconoce la “dignidad” a sus interlocutores y acoge su “sensibilidad religiosa”, según un estilo que no es “imponente” sino “proactivo”, basado no en el “proselitismo” sino en la “mansedumbre de Jesús”.

 El deseo de crear comunión

“Nosotros también hoy -ha explicado Francisco- debemos tener una actitud de acogida, un estilo de hospitalidad, un corazón animado por el deseo de crear la comunión entre las diferencias humanas, culturales y religiosas”. “El desafío es desarrollar la pasión por el todo, que nos lleva, católicos, ortodoxos, hermanos y hermanas de otros credos, a escucharnos, soñar y trabajar juntos, a cultivar la mística de la fraternidad”.

 “La historia pasada sigue siendo una herida abierta en el camino de este diálogo de bienvenida, ¡pero acojamos con valentía el desafío de hoy!”, ha concluido el Papa, tras lo cual se ha despedido diciendo: “¡Oh Theós na sas evloghi! ¡Dios te bendiga!”. 

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